“El sorgo diversifica, sostiene y rinde”, dijo Francisco Cinque, gerente general de Advanta Semillas en el marco del Congreso Maizar 2024. El ejecutivo contó que el rendimiento promedio en la campaña pasada fue de 3.000 kilos por hectárea, lo que representó un incremento del 60% en el marco de un escenario de estabilidad a lo largo de los últimos ciclos, incluidos los que fueron atravesados por la sequía.
Para Cinque, estamos transitando “la década del sorgo” por varias razones, entre las que apuntó: la creciente demanda de China, la incorporación de nuevas tecnologías y el cambio climático. “Las esquirlas de este cambio no sólo son las sequías o las inundaciones, sino también las nuevas plagas, como la chicharrita”, explicó. El sorgo allí encontró su lugar porque “aporta a través de la diversificación”, que es una de las herramientas que tiene el productor para cubrirse frente a situaciones adversas, porque “no tenemos subsidios estatales y los seguros multirriesgo son muy caros”, indicó.
“El sorgo cumple un rol importante en zonas con suelos salinos que se pueden incorporar”, dijo Cinque, y contó que Advanta que está trabajando en nuevos híbridos tolerantes a salinidad y frío, pero también acompañando a los productores que adopten este cultivo en el manejo.
Nicolás Udaquiola, analista de mercados y consultor agropecuario, recordó que, en el mundo, la producción de sorgo llega a 60 millones de toneladas, contra 1.200 millones de toneladas de maíz, y es un mercado abastecido a nivel global por dos grandes jugadores: Estados Unidos y Australia, con Argentina corriendo lejos en el tercer lugar. China es el gran demandante.
Sin embargo, la disputa entre Estados Unidos y China por los aranceles “puede impactar en el mercado, ya que los chinos pueden comenzar a buscar orígenes alternativos”, como ocurrió con el maíz, y allí la Argentina puede encontrar un lugar.
Explicó que, en el país, el sorgo es “competitivo desde el punto de vista de los costos”, no tanto en términos de precios, sino “por su estabilidad de rendimientos”.
Udaquiola señaló que por ahora el sorgo se estabilizó en una superficie de 950.000 hectáreas, y ese es “un escenario base”, pero estimó que en poco tiempo podría alcanzar 1,35 millón de hectáreas. “La meta de los 2 millones de hectáreas no es alcanzable para el año que viene, pero sí es muy probable en el mediano plazo”, dijo, y para eso deben cumplirse algunas condiciones, como que haya “mayor capacitación, para que el productor adopte los nuevos sorgos disponible, pero fundamentalmente exportando con la calidad que buscan nuestros compradores”.
En ese punto, Omar Odarda, consultor en comercio internacional y exconsejero agrícola de la Embajada Argentina en China, repasó la historia de altibajos que tuvo nuestro país como exportador de sorgo a China, un mercado al cual se llegó luego de varias idas y vueltas, hasta que en 2021/22 se colocaron allí 2 millones de toneladas. Hoy estamos consolidados como el tercer exportador hacia China, luego de Estados Unidos y Australia. Contribuyeron a eso dos situaciones externas: la guerra comercial entre las dos principales potencias mundiales y una sequía en territorio australiano, señaló.
En ese punto, Odarda explicó que China abrió el mercado para el sorgo forrajero, que se paga un menor precio, cuando en rigor el que tiene mayor contenido de tanino es mejor recibido por las destilerías para fabricar el tradicional licor chino, el baijiu.
Odarda apuntó que, si bien los precios FOB del sorgo son competitivos, los altos costos de flete y los derechos de exportación le quitan atractivo para el productor argentino.
De todos modos, el desafío es reducir esos costos, entre otras cosas, retrotrayendo una normativa del BCRA del año 2023, que fijó condiciones de pago para los proveedores de servicios marítimos; pero, además, comenzando a exportar maíz y “combinar cargas” que permitan reducir los precios de la logística. Y agregó que “tenemos que mentalizarnos que hay que cumplir los protocolos sanitarios con China, y allí toda la cadena es responsable”.
“Los 2 millones de hectáreas están cerca, aunque parezca una meta difícil de alcanzar”, resumió Julio Calzada, director de Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario y coordinador del panel.
La presencia del país exportando el 85% de su producción es un indicador de su potencial en los mercados externos, pero también un desafío puertas adentro, para seguir sumando valor agregado en origen, la nueva meta para los próximos años.
Con genética y manejo, se pueden triplicar rindes y superar los 10 mil kilos por hectárea
En la campaña 2023/24, hubo productores de sorgo que lograron rendimientos muy altos, algunos casi cuadruplicando la media nacional. En la zona de Laspiur, Córdoba, se obtuvieron 9.700 kilos por hectárea, y en Alta Gracia, de 11.500, bastante por encima de los 3.500 kg/ha en los que se ubica la media nacional. En la zona núcleo, un productor de Armstrong obtuvo 10.800 kg/ha; en General Gelly, se alcanzaron 10.000, y en Vicuña Mackenna 14.700 kg/ha.
El aporte de la genética, la tecnología y el manejo para lograr el éxito del cultivo y así su expansión en la Argentina fueron los ejes del panel “Sorgo: rompiendo paradigmas”, que tuvo lugar sobre el cierre del Congreso Maizar 2024. Fue moderado por Vicente Trucillo, breeder de sorgo de la compañía RAGT Tobin, que se encargó de presentar los rendimientos de la campaña 2023/24: “Los valores de la realidad, no de una investigación ni de una parcelita”, subrayó.
Lisandro Guillaumet, breeder de sorgo en Advanta Semillas, resaltó la ganancia genética lograda en los últimos años. Un estudio sobre 39 materiales lanzados por la compañía entre 1984 y 2021 reveló que “es un cultivo que rinde, aunque hay que acompañarlo con tecnología”. Guillaumet contó que pudieron realizar una estimación de brecha de rendimientos que permitió observar una ganancia genética de 38,5 kilos por hectárea por año en los 37 años analizados. “Es un resultado más que bueno para el cultivo”, subrayó. Pero aclaró que el grueso de esta ganancia se concentra en los últimos cinco años, período en el que presenta una ganancia promedio de 70 kilos por año.
“El cultivo adoptó mucha tecnología. No es sólo el rendimiento, también son las características agronómicas que están asociadas a cada uno de estos nuevos materiales, en términos de nuevas tolerancias o resistencia a herbicidas. Es un punto importante que nos permite avanzar en esas ganancias”, detalló.
Según contó, el sorgo es un cultivo en el que se está invirtiendo mucho, y hay herramientas que permiten avanzar en el progreso genético, lo que podría hacer crecer la ganancia anual.
Juan Balbín, productor agropecuario de General Villegas y el sur de Córdoba, se mostró confiado en que el sorgo crezca, pero no como un parche, como ocurrirá este año por el problema de la chicharrita, que hará que algunos productores elijan sembrarlo en lugar de maíz en las zonas afectadas: “Tiene que crecer per se, no como una salida al problema de otro cultivo”.
El ex presidente del INTA y deAacrea indicó que “el sorgo se complejizó y evolucionó, y “hoy es un cultivo que requiere una atención igual que la soja y mucho más que el maíz”. En este sentido, especificó: “Los monitoreos que hacemos en sorgo no son ni siquiera semanales: hacemos un seguimiento cada cinco días en la época crítica del pulgón”, y llamó a “tomar en serio” al sorgo.
Balbín contó cómo trabajan en suelos thapto, en la zona de Villegas, en la famosa cuenca de La Picasa que estuvo inundada muchos años. “El suelo thapto es muy especial, cambia en 10 o 50 metros. Nos dimos cuenta de que en estos suelos la soja ya no iba más. Probamos maíz de segunda, pero vimos que, a diferencia del sorgo, si en el momento de floración no teníamos lluvia, entrábamos en crisis”, describió. En cambio, el sorgo tiene la capacidad de demorar entre 30 y 40 días la floración, y tiene mucha mayor capacidad de absorber agua. El concepto clave, explicó, es trabajar al sorgo como si fuera un maíz: cultivo limpio desde el primer día, barbechos largo