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El tango, la identidad intergeneracional que los jóvenes reinvindican en el hoy

Sofía Ossola y Matías Ramírez apuestan al género musical en la juventud, como es el caso de su alumna María Luz Basso, quien desde pequeña sigue la herencia tanguera familiar y hoy se presenta en los escenarios

El tango es un género popular que no sólo incluye la danza, sino la narrativa de sus estrofas, lo gestual, la historia que se deja entrever al compás de la música y las emociones a trasmitir.

Matías Ramírez y Sofía Ossola son pareja hace 11 años y, además, son profesores de tango.

Tienen 30 años y rompen la brecha generacional derribando la creencia de que el tango es cosa de viejos.

Su acercamiento con la danza del 2x4 fue en la academia de la madre de Ramírez, “Studio de la Danza”, donde comenzaron con ritmos urbanos y terminaron seducidos por las melodías tangueras.

“Pese a que era algo desconocido por nosotros, nos gustó muchísimo y decidimos empezar a capacitarnos de manera profesional con profesores de Córdoba y en Buenos Aires. La pandemia fue quien nos abrió las puertas”, señalaron los riocuartenses, quienes apuntaron a que no fue fácil aprender vía online, pero era más fuerte el sentimiento y la emoción que recorría en sus cuerpos cuando escuchaban la música.

La pareja riocuartense enfatizó que desde pequeños veían y escuchaban a través de sus abuelos el tango y todas sus variantes. Como la milonga, en la que tienen asistencia a perfecta a los eventos tangueros que se organizan en la ciudad y en la región.

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Ante reiteradas participaciones, Ossola y Ramirez señalaron que hay mucha gente joven, entre 20 a 30 años que circulan por este ambiente, no sólo en el baile sino también como músicos del género.

“El tango es una práctica cultural que logra la socialización de uno con el otro, a través del abrazo, permite la integración, ya que muchas veces en esos eventos, bailás con alguien x”, apuntaron los riocuartenses y sumaron: “El significado del abrazo del baile representa el sentir al otro y tenerlo en cuenta. Es un baile de a dos, no de a uno, ahí esta la magia del tango, compartir ese momento con tu compañero o compañera”.

El tango ha sido parte a lo largo de la historia de miles eventos culturales, de casa de familias e incluso fue declarado en 2009 como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco y cada vez es más reconocido por su valor artístico para diferentes grupos etarios.

“La milonga permite también visibilizar que hay gente que no se conoce y no tiene una coreografía, y bailan espectacular. Uno como joven adquirió técnicas o saberes del tango, mientras que la gente adulta no, ya que lo tienen incorporado. Para nosotros, es una manera de no perder la identidad argentina”, remarcaron los riocuartenses.

“Un alma vieja, en un cuerpo joven”

Así se describió la riocuartense de tan sólo 18 años, María Luz Basso, quien remarca que su “pasión tanguera” fue desde pequeña, a través de la herencia de su papá.

“Reconozco que cuando era niña no le prestaba atención a la música, hasta que cuando crecí empecé a notar que me gustaba y que yo misma me ponía tango para escuchar en vez de poner artistas más actuales”, comentó la joven riocuartense, quien desde hace unos meses decidió cumplir con algo pendiente: ser bailarina de tango.

Fue así que, Ramirez y Ossola se convierten en profesores de Basso en la academia “Studio de la Danza”, allí fue el principio de un camino tanguero para la joven, quien hace pocas semanas realizó una presentación en el escenario, donde sus papás no pudieron contener la emoción de ver a su hija brillando en el ambiente tanguero.

“Cuando bajé del escenario, lo primero que hizo mi papá fue abrazarme y agradecerme, porque en un punto le cumplí su sueño, a él le hubiera encantado bailar, verme a mi para él fue una satisfacción enorme. La semilla que había plantado desde que era chiquita, ese día había dado sus frutos”, precisó Basso.

En su relato, dejó entrever que su oído musical nunca se olvidó de los tiempos compartidos con su papá mientras cantaban tango.

A su vez, recordó la cantidad de secuencias en el auto, donde ella coloca una playlist con múltiples artistas de la historia tanguera y disfruta junto a su padre.

Con la voz entrecortada y con miles de recuerdos, Basso también recordó a su tía, quien ya no se encuentra en este plano físico, pero sí en la memoria de la riocuartense.

“Junto a ella, jugábamos a las cartas, vaso de gaseosa y tango de fondo. Fue algo hermoso, es más, el día de la presentación, pensaba en mis papás y en mi tía que seguro desde algún lado ella me estaba mirando”, remarcó la bailarina, quien además hizo hincapié en que a su corta edad, muchos de sus amigas quedan sorprendidos o con curiosidad de saber más del tango, por lo que siempre la acompañan en sus presentaciones.

Por su parte, Ossola y Ramirez destacaron que Basso es su alumna más joven y que desde el día en que ella se presentó a las clases quedaron fascinados con el entusiasmo y las ganas que tenía la riocuartense.

“El tango es una danza que sigue haciendo ruido, cada vez crece más en todos los sentidos, como danza muta y además también sigue tan arraigado con nosotros, como argentinos.

En los encuentros de milonga, ves como las generaciones se mezclan y aprenden una de las otras, no sólo desde la técnica sino el trasfondo del tango, de su música y de su letra”, finalizaron a modo de reflexión el sentido de pertenencia e identidad que la melodía del 2x4 genera en su cuerpo, desde la cultura hasta la historia.