“Ustedes ven lo que pasa ahí adentro, pero no conocen el expediente y les puedo asegurar que ahí hay prueba de sobra acerca del patrimonio de Marcelo Macarrón”.
Así respondió el fiscal de Cámara Julio Rivero la consulta de los periodistas que, todavía sorprendidos, le consultaron por qué a la contadora del acusado, su hermana Gabriela Macarrón, no se le hizo una sola pregunta sobre las cuestiones económicas del viudo, el martes, cuando la citaron.
“Esa prueba ya está”, replicó, enigmático, cuando se le repreguntó sobre el asunto.
Rivero subrayó que la mujer de 57 años es la hermana menor de Macarrón, no su contadora.
-¡La misma testigo aclaró que le llevaba las cuentas a su hermano! - insistió este diario.
-Sí, aclaró que le llevaba las cosas, e hizo uso de su facultad de declarar, cuando podría no haberlo hecho, porque la ley la ampara. Yo no puedo adelantarme ahora a opinar sobre lo que dijo la testigo número uno o la número setenta.
-Lo que pasa es que la testigo dice en función de lo que se le pregunta. Si una testigo no es interrogada por la cuestión económica difícilmente vaya a hablar del tema.
-Lo que sucede es que esta causa tiene 34 cuerpos y diez mil fojas. Ustedes no conocen el expediente: ahí hay prueba de sobra con relación a todos los aspectos que ustedes ven parcialmente en el debate. Vos me preguntás por la situación económica y sobre eso hay pericias contables, hay mucha prueba que determina cuál era la realidad del imputado allá en el tiempo, y hoy.
La improvisada rueda de prensa no le dio tiempo al fiscal a terminar el cigarrillo, en la playa de estacionamiento de Tribunales, donde salió a tomar aire antes de continuar con la interminable lista de lectura de testimonios de personas que alguna vez declararon en la causa y que no serán convocadas en este juicio.
Uno de esos testigos que brillan por su ausencia es otro contador público, el amante de Nora Dalmasso, Guillermo Albarracín, y la última persona que mantuvo un intercambio de mensajes telefónicos con la víctima.
Mientras exhalaba una nube de humo, Rivero intentó explicar por qué decidió no citarlo a declarar.
-Los dichos de Albarracín van a ser objeto de valoración en su momento. Su testimonio es muy jugoso. Es muy interesante lo que dice Albarracín -se despachó el fiscal.
-Dice que es jugoso el testimonio, pero no lo cita a declarar en un juicio donde vinieron varios testigos intrascendentes -le planteó este periodista.
-Para mí todos los testigos han dejado algo. No hay un testigo que no tenga sentido. El tema está en que yo no puedo decirte qué es lo que a mí me dejó porque estaría adelantando opinión.
-Retomo sus palabras, acaba de decir que es un testigo jugoso y no lo llama. Eso es lo que no se entiende.
-Yo al testimonio de Albarracín ya lo tengo. Con o sin el comparendo suyo, el dato probatorio que a mí me interesa y que me parece relevante ya lo tengo, sin que haga falta la presencia personal en la sala de audiencia.
“Al menos fue imprudente”
Aunque cada vez que puede aclara que no tiene redes sociales, Rivero no ignora el malhumor en la calle.
Al descreimiento social sobre la marcha de un juicio que se demoró 15 años, se sumó esta semana la crítica pública de uno de los camaristas de Tribunales, Emilio Andruet.
-¿Cómo tomó las palabras del juez? -le preguntaron.
-Yo no puedo más que ser respetuoso de las manifestaciones que haga un funcionario judicial o quien sea. No soy quién para decir no diga tal cosa. Mi opinión es que fue al menos imprudente.
-¿Por qué?
-Porque no corresponde en medio de un proceso. Ya va a haber tiempo para valorar lo que pasó acá adentro, pero en el medio del devenir de un debate, que un juez de cámara en funciones haga consideraciones sobre una causa... (hizo una pausa) ¡Yo no lo hubiese hecho!
-Una de las observaciones que le hizo es que los testigos hablan de cualquier cosa, no de lo que interesa a la investigación.
-Si él considera que es así, será así.
Ayer, en uno de los tiempos muertos del juicio, cuando los jueces pasaron a deliberar el permiso para leer el testimonio de dos testigos, se oyó al fiscal hacer comentarios a una de sus colaboradoras, sobre la renuncia del querellante.
-¿La ausencia del querellante es algo que todavía le sigue haciendo ruido?
-Sí, pero por muchos motivos que no puedo adelantar ahora -admitió.
Solo. Sin el acompañamiento de sus pares, como quedara en evidencia cuando dio un portazo entre insultos al grupo de whatsapp del Ministerio Público Fiscal, Rivero se encamina al tramo final del juicio más trascendente de su carrera, encerrado en su propio laberinto.
Alejandro Fara. Especial para Puntal