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Una película retrata la transición de género de un niño, junto a su familia

Julieta Orlando y Mayra Flores aseguran que la realización de “Lu, un documental en transición” las marcó en lo personal. Karina Luján, la mamá, sostuvo que el proceso involucra a todo el grupo familiar y desafía a los adultos

A través de una película, un equipo de realizadores locales retrata la transición de género de un niño, acompañado por su familia. “Lu, un documental en transición” fue presentada en la IX Muestra de Cine Independiente del Centro. Julieta Orlando y Mayra Flores, realizadoras, aseguran que este proyecto las marcó en lo personal. Por su parte, Karina Luján, mamá del protagonista, sostiene que el proceso involucra a todo el grupo familiar y desafía en particular a los adultos.

En la opinión de Orlando, ideóloga y directora de la película, el rodaje se convirtió en un proceso que también la llevó a una transformación en lo personal. Sobre todo, porque implicó el abordaje de la niñez.

“Trabajamos un año y medio para el resultado de un documental de 18 minutos que condensa la historia de Lu y de su familia. En otras oportunidades, había trabajado con la cuestión de la transexualidad, pero con gente adulta. Pero trabajar con infancias tiene una dinámica distinta, porque te invita a un juego, y tiene que ver un poco de negociar las expectativas que uno tiene y lo que se va encontrando”.

Por otro lado, y a pocos días del estreno del filme en la IXmuestra de cine independiente local, realizada en el Leonardo Favio, Orlando rescató lo que dejó el rodaje: “Es la familia también la que está en transición y que el mayor motor siempre es el amor. Cada familiar va encontrando sus palabras para definir qué es lo que está viviendo”.

Mayra Flores, que integró el equipo de producción del documental, valoró ante todo el recorrido que hicieron para dar con el resultado del documental.

“Verlo te transforma y hacerlo es mucho más transformador todavía. El hecho de conocer la historia desde cero. Cuando me dieron la cámara me dije que mi desafío era cómo encarar la forma visual de hacer el documental”, indicó.

Sin embargo, las cosas cambiaron sobre la marcha del proyecto, y como dice Mayra, “esto te transforma y al final era sentirse en familia, esa familia que se formó cuando llegamos a la casa de Cari y Diego y nos abrieron todas las puertas”.

Finalmente, Flores comentó que, en definitiva, la película cuenta una sola cosa: “Es la historia de una infancia feliz y libre, y buscamos mostrarlo sin victimizar a la persona que está cursando por este proceso”.

Junto a Julieta y Mayra, también formaron parte del equipo de realización Jeremías Gutiérrez y Zoe Parramón.

En proceso

Karina Luján, mamá de Lu, aclara que el proceso de transición de su hijo está todavía en curso, y no conviene enunciarlo en tiempo pasado, y no oculta su felicidad por el documental.

“Me genera mucha emoción el estreno del documental. Esta historia comienza más o menos desde muy pequeño. Lu me lo pone en palabras y me lo manifiesta a los siete u ocho años, en medio de la pandemia. Estábamos encerrados en casa y me dice que por mi culpa había sido mujer y él quería ser un varón, y yo me quedé ahí”, comenta.

Lu siempre tuvo amigos varones con los que jugaba al fútbol. Ahora, juega en el Club Municipal con niñas, solo por cuestiones reglamentarias.

-¿Cuál fue tu respuesta en aquel momento?

-Lo único que le pude decir fue que las mamás no manejábamos eso, porque él creía que los bebés estaban y las mamás podíamos elegir el sexo. La verdad yo no no tenía herramientas para poder ayudarlo, para poder acompañarlo y empecé a buscar ayuda. Primero llegué a una licenciada en Psicología con perspectiva de género, y después me acerqué al grupo de Masculinidades Trans de Río Cuarto. Ellos fueron como mis dioses, igual que la terapeuta, que es Danae Turco. Los chicos me enseñaron todo, porque para mí todo era nuevo. Hicimos una reunión un día domingo en mi casa, una merienda, con Nacho, León, Dylan y Nico y compartimos con Lu. Él les hizo todas las preguntas que te puedas imaginar, todo, y los chicos le fueron respondiendo con mucha paciencia, porque había preguntas sobre la intimidad. Y ellos respondían dirigiéndose a un niño. Ahí empezamos toda esta transición, que no es fácil, pero desde el día uno yo pensé siempre en el amor que yo siento por ese hijo.

-¿De qué se trata esa transición a la que hacés referencia?

-Hay que desconstruir a esa hija mujer que yo tuve por años, y ahora a construir a otra persona. Pero ese amor no va a cambiar. Siempre tuve en claro que lo tenía que acompañar y brindarle todo para poder hacer esta tarea, y también aprender yo misma. Una transición que está en curso que no solo para Lu, sino también para vos y para el resto del grupo de la familia. Para todos. Cada uno lo va viviendo a su manera, como puede, pero el amor es todo: a partir de ahí, vos podés tener empatía, podés todo. Esa es la historia de Lu, que a su vez de todas esas cuestiones de su identidad, de cómo se autopercibe. Lu comenzó hace cuatro años un tratamiento de bloqueo hormonal, con una inyección que frena su desarrollo femenino. En diciembre del año pasado, me empieza a decir que ya no quería más esta inyección que le colocan cada tres meses; que le dolía, que no tenía ganas porque le generaba otros efectos secundarios, como cansancio. Esta medicación iba a ser colocada hasta los 13 años, y a partir de ahí debía decidir si recibía la hormona masculina, testosterona, o quedaba con sus propias hormonas. Entonces empezamos a trabajar en que no necesita una inyección o hacer absolutamente nada por su imagen. Queríamos hacerlo entender eso porque le costaba dejar las inyecciones, porque creía que si deja este tratamiento pasaba a ser una mujer. Así como me dijo un día 'quiero hacer este tratamiento' y con su papá Diego lo acompañamos y ahora que me dijo no quiero más, lo dejamos ser. Siempre tuve en claro que dejándolo ser y respetándolo, voy a tener un hijo seguro, un hijo feliz.

-¿En qué parte de esta historia entra el fútbol?

-Él ama el fútbol y desde pequeñito empezó a jugar con varones, sus amigos de las 320 Viviendas. Despues llegó al Club Municipal, pero solo podía jugar partidos amistosos con los varones. Por eso, como está tan atravesado por el fútbol, juega con mujeres.

-¿Por qué juega con mujeres? Imaginemos que cambie legalmente su identidad, que Lu -que hoy es Michael para sus amigos y para la gente que lo conoce-, no podría jugar con varones porque la Liga masculina sostiene que no puede compartir vestuarios con varones, y porque ya hay además una liga de fútbol femenino. Entonces, por su sexo más allá de que se autoperciba como un niño, como varón, no le permiten jugar con varones.

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Lu, su mamá Karina y su papá Diego, en otro tramo del rodaje. Foto: Lourdes Amaya