Un patio cuadrado recibe a los visitantes y desde allí articula con cada una de las actividades que se pueden desarrollar en el predio.
Una galería circular no solo brinda protección horizontal y refuerza la circulación interna, sino que forma una alianza con el sol para que por el orificio de 10 metros de diámetro ingrese la luz natural y le dé vida a los muros internos cada día y durante los 365 días del año.
La experiencia sensorial se complementa con la vegetación, tanto del entorno que se filtra por los vacíos que separan a los volúmenes construidos como en las plantas del jardín central que recrean y aromatizan naturalmente el epicentro del proyecto.
La obra “Club Costas” proyectada por el arquitecto rosarino Nicolás Campodónico para el barrio privado Costas, en Puertos, Escobar (provincia de Buenos Aires), se materializa en cuatro volúmenes ubicados en los laterales del patio cuadrado e interactúa con las distintas actividades previstas en el predio.
“Yo prefiero definirlo como un club social y deportivo o como un edificio de equipamiento para un barrio privado, y no como ‘Club House’, porque esas no son palabras nuestras. Consta de un par de canchas de tenis, una pileta y una cancha de fútbol, y es un edificio que busca captar la vida social del barrio”, resume Campodónico en diálogo con Puntal ADC.
Y agrega: “El proyecto funciona a partir de un patio cuadrado con una galería circular. El vecino entra por ‘una boca’ que es una puerta abierta a un vacío, a un patio, y desde allí se accede a todos los lugares del edificio”.
Campodónico explica que en la propuesta se buscó mantener una escala doméstica, para hacer del mismo un espacio acogedor, y que por ello se definieron zonas como un living, un espacio de cocina y otro de quincho, para dar lugar a distintas actividades, como si fuera una casa.
“El living tiene un lugar para comer, una cocina y una gran galería que mira a las canchas de tenis. En el lado opuesto está lo que llamamos el quincho, que es una suerte de espacio un poco más chico pero totalmente libre y con una impronta más ‘de batalla’, como para ser usado para festejos de cumpleaños de los niños, por ejemplo, y que a la vez tiene una galería con parrilla que mira hacia la pileta y la cancha de fútbol”, describe.
Y añade: “Y en las otras dos caras de ese patio cuadrado están, de un lado los vestuarios que asisten a la parte deportiva; y del otro lado los sanitarios, que son más de cortesía para lo que es el living y el área de cocina”.
El rol central del patio
El patio cuadrado se encuentra limitado por cuatro volúmenes y en los intersticios quedan espacios que rematan a la vegetación, haciéndolo permeable, ya que los volúmenes no se tocan entre sí.
Este espacio juega un rol fundamental porque además de ser distribuidor tiene una condición escenográfica.
“Con el paso del día y las horas, el techo arroja un haz de luz circular que se va proyectando en los muros internos cambiando la fisonomía del patio. La experiencia sensorial de este espacio, que para mí es lo más importante de todo el edificio, se complementa con diversas especies de plantas, desde gramíneas hasta aromáticas, destacándose las knifofias, salvias, lavandas, romeros y oréganos, entre otras, que se ubican en los lugares más próximos a los muros y casi contactan con el visitante, liberando aromas”, explica.
Cabe agregar que la materialización se resolvió de manera sencilla, con estructura de hormigón, muros revocados y un acabado de material de frente tosco que no requiere casi mantenimiento.
Reconocimiento de Konex
La trayectoria de Nicolás Campodónico fue recientemente reconocida por la Fundación Konex, que lo distinguió en la categoría Arquitectura por sus últimos 10 años de labor profesional. “La verdad, me tomó de sorpresa, pero particularmente me llena de orgullo porque no es un premio al que uno se postule, sino que es el mismo jurado el que selecciona a los postulantes por la trayectoria”, comenta el profesional rosarino sobre el reconocimiento.
Y finaliza: “Es un premio que uno no lo tiene en la cabeza. Cuando me llaman para comunicarme que había sido galardonado me pareció un poco increíble porque pensé que era un premio que podía ganar en 20 o 30 años. Fue una sorpresa lindísima, porque es un reconocimiento y a la vez un refuerzo del compromiso a seguir trabajando en un sentido, debido a que todo lo que hice hasta ahora lo hice muy convencido, bajo una vocación, tratando de hacerlo lo mejor posible, y estos reconocimientos te estimulan para seguir en el camino”.
Javier Borghi