“Que inmenso placer ha sido, negarlo sería miseria, el haberos conocido gente de Villa Valeria”
“Mi primo querido, ¿me encuentras vieja?, hermosa estoy”. Fueron las primeras palabras de Ana María, frente a su casa y al ver bajar del auto a su primo hermano, Luis, tras 30 años sin verse.
Luis no pudo hablar al verla y rompió en llanto a lo cual le siguió un contenedor abrazo.
Ana María y Luis Nodar son familia, pese a estar mucho tiempo separados y por tantos kilómetros (de Argentina a España) el vínculo que los une va más allá, no se rompe, pero la historia tiene otros matices que la hacen aún más atractiva.
Luis Nodar es oriundo de Galicia, vive en la actualidad en las Islas Canarias es cantante y pianista de profesión, tiene 74 años. Canta y toca el piano en los cruceros, en los cuales suele estar dos o tres meses en el mar.
Se dio que este último crucero navegaba por la Antártida y Tierra del Fuego y estuvo 10 semanas embarcado, pero el objetivo de hacer este viaje era otro. Entonces, cuando le dieron los días de franco, no lo dudó y volvió a embarcarse pero esta vez en avión hacia Río Cuarto, con destino hacia Villa Valeria, el pueblo donde reside su prima.
Fue un gran esfuerzo porque el trayecto son muchos kilómetros. Luis conocía la localidad había venido con su esposa dos veces hace más de 30 años y aún muchos lo recuerdan porque en aquel entonces, a principios de los años ‘90, dio conciertos a beneficio de la casa parroquial que estuvieron llenos de gente. Fue entonces que él quedó tan enamorado de Villa Valeria que hasta le hizo una canción al pueblo, comenta Guillermo Vidal, hijo de Ana María.
Luis entrena sus cuerdas vocales todo el tiempo y además, allí en la casa de su prima, tiene un piano a su merced, así que las horas son de música y sonrisas y lágrimas de emoción.
“Siempre supe que iba a volver”
“Cuando me fui de Villa Valeria, supe que un día yo iba a volver” . Así reza una de las estrofas de la canción que Luis compuso en el año 1991. Aquella primera vez que vino a esta localidad del sur cordobés y que estrenó en la Parroquia junto al padre Orlando Nicoletti, la canción se hizo popular y aún la canta la gente, y que finaliza una de sus estrofas así: “…supe que un día iba a volver”.
Como una premonición se cumplió, ahora plasma su sueño y la canta abrazado a su prima en el comedor de la casa y le eriza la piel a todos los de la familia.
“El regresar fue una emoción profunda, algo que yo venía deseando hace mucho tiempo. Tenía que ser una ocasión como ésta en donde estuve trabajando en la Antártida, entonces lo que hice es aprovechar y desde Ushuaia venir aquí a pasar unos días. El reencuentro fue una emoción desbordada y los sentimientos por las personas que ya no están pero que su presencia ronda por todos lados, es un viaje sentimental y un broche de oro a mi temporada en la Antártida y ya regreso a España el próximo jueves donde mis seres queridos me están esperando”, comenta Luis a Puntal.
Sobre Villa Valeria, Luis dice que está enamorado. “Es un paraíso de paz y aquí tengo una familia maravillosa que me atrae por lo bien que me hacen sentir. Estoy aquí viviendo unos días maravillosos y disfrutando de la familia. Nunca sabe uno cómo es la vida si voy a poder volver y aquí me siento muy bien. Incluso mejor que antes porque con los años uno empieza a valorar ciertas cosas”, dice emocionado.
Fruto de amor de inmigrantes
Ana María Nodar es nacida en Villa Valeria pero sus papás, Eduardo Nodar y Dolores Ferrer, son venidos de España, una historia apasionante porque vienen al país separados a comenzar una nueva vida en Argentina. El hombre, gallego y ella es vasca, pero resulta que no se conocieron en España. La mujer huye de la guerra civil junto a sus hermanos y se instalan en Villa Valeria donde abren una panadería, en tanto que Eduardo había venido de España unos años antes y se radica también en Villa Valeria donde atendía un almacén. Es ahí donde se conocen, se casan y nace Ana María. Todo el resto de la familia reside en España. Con Luis, que son primos hermanos, se ven por primera vez hace más de 30 años cuando él arribo al país a dar un show musical a Buenos Aires y ahí decide venir a Villa Valeria.
Ahora con 74 años, Luis volvió ansiando un abrazo con su prima, no fue fácil, pero lo hizo movilizado por esas fuerzas que son propias de la cualidad humana y que hacen superar cualquier barrera que pueda presentarse, como la que tuvieron sus padres, allá, hace tiempo.