Desde el reinicio del brote declarado hace semanas, en Argentina se contabilizaban hasta ayer 1.190 casos de encefalitis equina del oeste (EEO), el virus declarado en caballos de localidades de quince provincias y que ya registra un contagio humano en un peón rural santafesino (ver aparte).
Adrián Díaz es investigador del Conicet y uno de los responsables del Laboratorio de Arbovirus del Instituto de Virología “Dr. J. M. Vanella”, de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba (FCM, UNC), y justamente fue su laboratorio en donde se pudo confirmar hace un puñado de semanas la reemergencia de brotes del virus en equinos de la Argentina.
En diálogo con Puntal, Díaz comparte los estudios que vienen llevando a cabo desde la reactivación del virus y en ese contexto indica que se encuentran analizando la influencia del flujo de vientos en el país y su posible vinculación con la propagación territorial de la enfermedad.
Pero antes de meterse de lleno en esa arista, considera importante conocer la biología del virus para luego entender una posible incidencia de los vientos.
“Sabemos que el virus se transmite por un mosquito y que de los estudios efectuados hasta ahora serían de las especies Aedes albifasciatus y el Aedes scapularis. No así, el Aedes aegypti, que es el mosquito transmisor del dengue. Son especies con hábitos diferentes, fundamentalmente, respecto del lugar de cría. En el caso de los transmisores del virus equino, son considerados mosquitos de inundación, justamente porque cuando se registra una lluvia torrencial deja charcos que perduran durante varios días que son propicios para su cría de estos mosquitos”, explicó el investigador a este medio.
Y añadió: “Hicimos una investigación en Santa Fe, que es una de las regiones con mayor cantidad de casos, y vimos que habitan en regiones de desmonte donde se cría ganado, hay equinos o que han sido cosechados recientemente tras el cultivo. Allí se forman grandes extensiones con bañados temporarios y ese tipo de sector estaba plagado de Aedes albifasciatus y el Aedes scapularis”.
Explicó que el primero es el más común de hallar y que puede encontrarse tanto en zonas rurales, periurbanas y hasta en regiones urbanas. “Se trata de un mosquito que pica todo el día, a la mañana más que a la noche, que es bastante tolerante a las bajas temperaturas. Y por ser resistente a las variaciones climáticas, es la última especie de mosquitos que desaparece”, dijo el investigador.
-¿Qué análisis hacen de la propagación del brote?
-Lo que nosotros estamos viendo ahora es que la enfermedad o el virus está viajando con los mosquitos por los vientos. Estamos haciendo un estudio de modelado para ver si coinciden los patrones de viento con los patrones de movimiento de la enfermedad. El virus puede transmitirse por los mosquitos, o en el caso de que sean las aves, el hospedador. Las aves, en sus movimientos cotidianos, si son virémicas, pueden trasladarse a otras regiones. Pero sí o sí es el mosquito el que saca el virus del ave y lo transmite al humano o al caballo. Y el viento puede estar influyendo en la migración de mosquitos, porque las aves tienen un movimiento independiente pero el mosquito en sí no puede ir contra el viento, sino que es arrastrado por el viento. En esta época del año, justo cuando estábamos haciendo un estudio en Santa Fe hablando con los pobladores, tuvimos cuatro días de viento. Y se me ocurrió preguntar: “¿No se cansan de este viento?”, y los lugareños me contestaron que es característico de esta época del año, coincidente con los días de mayores focos de mosquito. Y me dice que todo el año existe un predominio de viento norte y del noroeste, coincidente con el patrón de las muestras. Los primeros casos empezaron en Corrientes y en el norte de Santa Fe, y desde allí empezó a bajar. Y fue bien marcado el movimiento norte-sur y en cierta época comenzó a ir hacia el este y luego al oeste, hasta Santiago del Estero y Córdoba.
-¿Cómo pueden darse los contagios?
- Es bueno aclarar que el caballo no es una fuente de virus. No nos va a infectar a nosotros, por más que lo pique un mosquito y luego nos pique a nosotros. El que contagia al mosquito es el ave o el roedor, por ello no hay un ciclo caballo-mosquito-caballo, ni un ciclo humano-mosquito-humano, porque el caballo no genera viremia lo suficientemente elevada como para infectar a un mosquito. Si los caballos amplificaran el virus, sería mucho más grande la epidemia.
-¿Cómo observa la evolución en nuestra zona geográfica?
-Todo va a depender de las lluvias. La temperatura no va a ser determinante porque tienen resistencia a temperaturas extremas. Lo que puede frenar esto es la merma de las lluvias, pero en un año signado por el fenómeno de El Niño, los pronósticos en este sentido no son favorables. Las epidemias anteriores duraron tres o cuatro meses. La vacuna, lo que hace es impedir que el caballo se enferme pero no impide que el virus circule. Los caballos no se enferman tanto, pero el virus sigue estando. Mi pronóstico es que hasta marzo-abril, dependiendo el patrón de lluvias, podemos llegar a seguir teniendo casos.