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Hasta siempre, Maestro

Hoy el dolor que nos embarga es incalculable por lo que ha sido su persona, alguien que dejó bien alto el nombre de la ciudad, que siempre fue un ciudadano muy presente, muy noble.

Cuando me preguntan por Osvaldo lo primero que digo es que aun mejor relator, fue mejor persona, mejor compañero, que siempre priorizó el nosotros al yo, que siendo una figura verdadera dejó que el resto se luzca, que el piberío crezca, que se desarrolle sabiendo que es la mejor manera de ser líder natural de un grupo de trabajo.

El perfil bajo siempre lo acompañó, sabiendo todo lo que imponía su figura. Pisar un estadio con el Turco, era ver esa metamorfosis del “Osvaldo” que todos conocíamos al “Maestro”, eso es genuino, eso no se compra con nada, eso te lo da la grandeza, la trayectoria, la jerarquía y la gente se lo hacía saber. Todos esos conceptos para alguien que siempre se manejó de la misma manera, que ponderó a su familia y a sus seres queridos.

En mis años compartidos puedo dar fe de todo ello, de la seriedad, de un tipo sensible, melancólico y nostálgico, del recuerdo permanente de su familia, de sus perros, del tango y la trova latinoamericana, de un sentido del humor muy rico. He tenido la fortuna de compartir una década de trabajo, una Copa América (Chile 2015) un Mundial (Rusia 2018) e innumerables transmisiones y programas. Meterse en el mundo Wehbe era compartir una cena de Gladys, su compañera de ruta, la prosa y las clases de derecho internacional y de vida misma del querido Profe-sor (eminencia) Pablo Wehbe y del trayecto profesional y artístico de Camila y Florencia sus hijas.

Anécdotas sobran, hay un montón, cada día se van acumulando, la experiencia te comienza a generar eso, ese intangible difícil de dimensionar. La reivindicación al barrio, a los orígenes, a los amigos de la vida… en parte el mundo Wehbe se compone de todo eso y está bien que así sea, el propio Osvaldo jamás se olvido de los suyos, de los que no estaban y de los que sí. Por eso se impone una reflexión de este tipo.

Hoy el dolor que nos embarga es incalculable por lo que ha sido su persona, alguien que dejó bien alto el nombre de la ciudad, que siempre fue un ciudadano muy presente, muy noble. Pido perdón por la personificación pero así lo siento, caminar por el lado Wehbe de la vida te va asegurar ser mejor persona, mejor compañero, mejor amigo. Todo eso junto. Como riocuartenses perdemos alguien irremplazable.

Jamás habrá un Osvaldo Wehbe, nuestra tarea será recordarlo siempre con una sonrisa y como él lo decía cuando una persona dejaba este mundo “quedate con un recuerdo lindo para siempre” y así será, así te recordaremos querido Osvaldo, te voy a extrañar mucho.