El informe fue desarrollado por nutricionistas de todo el país y propone un listado de opciones saludables, tanto de alimentos listos para su consumo, como de ingredientes y preparaciones que pueden ofrecerse como desayuno, almuerzo, merienda o colación, en comedores, cantinas y kioscos escolares.
El trabajo está dirigido principalmente a actores de la comunidad educativa y organismos subnacionales, pero es un material de suma utilidad para todas las personas interesadas en contribuir a una alimentación más saludable para niños, niñas y adolescentes, en un contexto donde la malnutrición infantil se ha instalado como una de las principales problemáticas de salud pública. Además, con la iniciativa se busca contribuir a la adecuada implementación de la Ley N° 27.642 de Promoción de la Alimentación Saludable (2021).
La calidad de la alimentación se deteriora de manera temprana
La malnutrición infantil se ha instalado como una de las principales problemáticas de salud pública a nivel global, mientras que la pobreza, la desigualdad de género y la falta de acceso a servicios adecuados de saneamiento, salud y educación se constituyen como factores agravantes. En Argentina son cada vez más las personas que presentan malnutrición, siguiendo la alarmante tendencia mundial, coexistiendo la desnutrición crónica, la deficiencia de micronutrientes y la malnutrición por exceso.
Ainelén Radosevich, Lic. en Nutrición, Mgtr en Epidemiología y Salud Pública participó del trabajo y señaló en diálogo con Salud & Ciencia que “muchos de los chicos en edad escolar solamente tienen el almuerzo, pero sabemos que, sobre todo en sectores más vulnerables, ese almuerzo es la comida principal del día, no es en todos los casos, por eso se hace difícil establecer el impacto de la dieta como tal o el alimento que reciben sobre el estado nutricional global del niño”.
En este sentido, la 2ª Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS 2018), arrojó que el exceso de peso, indicador que suma el sobrepeso y la obesidad, tiene una prevalencia del 13,6% en niños y niñas menores de 5 años, y del 41,1% entre NNyA de 5 a 17 años. También, que el consumo de frutas frescas, verduras, carnes, leche, yogur o quesos, se encuentra por debajo de las recomendaciones de consumo; mientras que se consumen diaria o frecuentemente alimentos no recomendados como bebidas azucaradas, productos de pastelería, productos de copetín y golosinas, que poseen contenido excesivo de azúcar, grasas y sal/sodio, y bajo valor nutricional.
Embed - Cómo se alimentan los niños en el ámbito escolar | Lic. en Nutrición Ainelén Radosevich
“Este dato llama bastante la atención, en otros estudios lo que se ve es que los niños ingresan a primer grado, con un exceso de peso cada vez mayor. Sabemos que en el contexto de la escuela existen factores que no promueven una alimentación saludable, pero también sabemos que están llegando desde la casa con un peso mayor, con un estado nutricional de mayor prevalencia de lo que es sobrepeso y obesidad, entonces claramente no podemos determinar cuál es la incidencia como tal, pero sí sabemos que es como una ventana de oportunidad para instaurar nuevos hábitos, porque es un espacio obligatorio en el que pasan seis horas por día en promedio, entonces claramente no solamente lo que allí coman, sino lo que ahí aprendan, es lo que intentan multiplicar y que eso que se multiplique sea saludable”, detalló la profesional.
La publicación continúa remarcando que el perfil alimentario de NNyA es significativamente menos saludable que el de las personas adultas (consumen un 40% más de bebidas azucaradas, el doble de productos de pastelería o productos de copetín, y el triple de golosinas, respecto de las personas adultas).
De esta encuesta también surge que es muy baja la proporción de estudiantes que indicaron que la provisión diaria de las escuelas está compuesta por alimentos recomendados, como frutas. Solo un 21,5% indicaron presencia de frutas frescas. En el caso de la provisión de agua, sólo un 56,9% de estudiantes reportó que la escuela la ofrece siempre. Más de un 70% de estudiantes mencionó la provisión de alimentos no recomendados por su elevado contenido de nutrientes críticos, siendo los productos más comprados -tanto en escuelas públicas como privadas- golosinas y bebidas azucaradas.
Por otra parte, la 3ª Edición de la Encuesta Mundial de Salud Escolar (EMSE 2018), que se realiza a estudiantes de nivel secundario de todo el país, muestra que dentro del grupo etario de 13 a 15 años hubo un incremento sostenido en el sobrepeso, que alcanzó casi 10 puntos porcentuales desde la realización de la primera edición, en 2007, mientras que los valores correspondientes a obesidad llegaron casi a duplicarse.
El impacto del contexto en un abordaje integral
Radosevich aseguró que “claramente el contexto, en el sentido de lo que yo tengo para elegir, está cuartado o está determinado por otros factores, puede ser la industria alimentaria, por el marketing, por la escuela, por la familia. Sabemos que hay factores que operan a nivel individual, pero el exceso de peso ya no se estudia solamente en este nivel, sino a nivel familia, barrio, escuelas, ciudades. Estos abordajes ecológicos son los que mejores esquematizan estos factores que no operan a nivel individual directamente, sino a nivel global y contextual. El tipo de acceso que vos tengas a determinados alimentos, si tenés espacios donde hacer actividad física, cuánto te cuesta llegar a esos espacios, si es seguro llegar a esos espacios, cuál es el costo de los alimentos, cuál es la asequibilidad que hay hacia una dieta saludable y ese tipo de cosas, por lo tanto, el contexto tiene muchísimo que ver”.
Cómo mejorar la alimentación en las escuelas
El informe establece que la Ley N° 27.642 de Promoción de la Alimentación Saludable prohíbe que en los establecimientos educativos escolares se vendan, ofrezcan o entreguen productos comestibles que contengan sellos de advertencia por exceso en nutrientes críticos (sodio, azúcar, calorías, grasas totales, grasas saturadas) o presencia de edulcorantes y/o cafeína. Esta normativa alcanza a comedores escolares, kioscos, cantinas, buffets, ventas ocasionales y todo tipo de ofrecimiento de alimentos que tenga lugar en las escuelas. Además de excluir los alimentos con sellos y leyendas, es fundamental que éstos sean reemplazados por alimentos saludables, con variedad y balance nutricional.
Sin embargo, Radosevich aclaró que “si bien es una ley de alcance federal y, en este momento, todos los colegios tienen la obligación de transformarse a ser un espacio escolar saludable, la educación tiene dependencia provincial, por eso el Estado Nacional delega eso a las provincias, y es la provincia la que tiene que materializarlo e implementarlo”. Agregó que hasta el año pasado “había siete provincias que habían adheridos y dentro de esas adhesiones a la ley nacional hay diferentes grados de adhesión que determina quién va a ser el organismo de aplicación, cuáles van a ser las sanciones, cómo se va a monitorear, cómo se va a fiscalizar esa implementación”.
¿Cuál es la responsabilidad del colegio?
“En este momento la responsabilidad del colegio de controlar qué productos se ofrecen. Después el colegio puede decir, ‘bueno pero también es responsabilidad de las provincias, de los supervisores,…’ y vamos subiendo en jerarquía. Pero en este momento (la responsabilidad) es total. Para provincias como Santa Fe o Córdoba, no están establecidos todavía los mecanismos de control y de fiscalización y, en consecuencia, tampoco están establecidas cuáles van a ser las multas, digamos, en caso de que uno no lo cumpla. En líneas generales, la escuela, independientemente de que si su cantina o kiosco sea propia, sea manejada por la cooperadora de la escuela, por padres, sea tercerizada, tiene que establecer las condiciones según lo que establece esta ley. Y se supone que la provincia tendría que acompañar esa implementación”, explicó la nutricionista.
En este sentido, el trabajo resalta que “las escuelas deben asumir un verdadero compromiso en la transformación de los patrones de consumo de infancias y jóvenes. La evidencia ha demostrado que el ofrecimiento continuo de alimentos nutritivos y saludables -como frutas y hortalizas- mejora los patrones de preferencia y consumo de niños, niñas y adolescentes. Está demostrado que las políticas escolares que eliminan la oferta de alimentos excesivos en grasas, azúcares y sal han sido útiles para evitar las influencias externas negativas en las preferencias alimentarias”.
Los octógonos negros aún se ven
A pesar que la Ley N° 27.642 prohíbe, dentro de las escuelas, todo tipo de publicidad, promoción, patrocinio, exhibición y todo tipo de estrategia comercial de productos que presenten sellos de advertencia, esta forma de adhesión parcial de las provincias hace que los productos con advertencias sigan apareciendo.
“La Nación no hace ese monitoreo de esa fiscalización, lo tienen que hacer las provincias. Este blanco que todavía está en la implementación permite que estas cosas sucedan, más allá de que no tendrían que suceder, entonces sí, sabemos que todavía se siguen vendiendo este tipo de productos. Por eso la idea de este tipo de documentación es empezar a generar evidencia y herramientas para abrir un poco el abanico de oportunidades hacia la eliminación del producto con sellos. A las provincias y a las escuelas les supone un desafío”, aseguró Radosevich.
El trabajo pretende “brindar una opción B, porque el planteo es, ‘si yo no puedo dar este producto que lo di siempre, ¿qué es lo que puedo dar?’. Realmente, cuando uno habla de que tiene que ofrecer alimentos saludables, la definición de alimentos saludables no es homogénea, no significa para todos lo mismo, entonces eso claramente también es importante aclararlo. Lo cierto es que las escuelas ya están obligadas a hacerlo. Por ley deberían no ofrecer más productos en sus cantinas que contengan algún sello de advertencia o leyendas precautorias”, concluyó.
Por Fernanda Bireni