Cada 27 de agosto se celebra en Argentina el Día Nacional de la Radio en conmemoración de un evento histórico que marcó el comienzo de la radiodifusión en el país. Esta fecha es un tributo al primer radiotransmisor argentino que realizó una transmisión radiofónica pública y oficial en 1920.

El protagonista de este acontecimiento fue Enrique Telémaco Susini, un joven técnico que trabajaba en la empresa teatral "La Argentina", propiedad de Max Glücksmann. Susini y su equipo, conformado por Miguel Mugica, César Guerrico y Luis Romero Carranza, instalaron un transmisor en el Teatro Coliseo de Buenos Aires para transmitir en directo la ópera "Parsifal" desde el Teatro Colón. Esta hazaña se llevó a cabo el 27 de agosto de 1920 y marcó el nacimiento de la radiodifusión en Argentina.

La transmisión de "Parsifal" fue un hito que abrió las puertas a una nueva forma de comunicación y entretenimiento en el país. A partir de ese momento, la radio comenzó a ganar popularidad rápidamente, convirtiéndose en un medio esencial para la difusión de noticias, música, programas culturales y más. La fecha del 27 de agosto se estableció como el Día Nacional de la Radio para rendir homenaje a aquel momento pionero y a la importancia que la radio ha tenido en la vida de los argentinos a lo largo de las décadas.

La radio resiste

En la vasta e incesante evolución de los medios de comunicación, la radio ha resistido la prueba del tiempo como un faro cultural y una fuente inagotable de entretenimiento e información. Aunque la era digital ha transformado la forma en que consumimos contenido, la radio ha demostrado una asombrosa capacidad para mantenerse relevante aún por estos tiempos.

La radio como compañía inigualable

Uno de los factores clave que ha asegurado la supervivencia continua de la radio es su capacidad para forjar una conexión íntima con los oyentes. A diferencia de la televisión o el cine, la radio exige que los oyentes participen activamente, utilizando su imaginación para crear imágenes mentales que complementen las voces y los sonidos que escuchan. Esta característica única permite que cada oyente pueda imaginar mundos enteros y situaciones basados en las narrativas y los sonidos. Esta interacción directa y personalizada genera un vínculo emocional más profundo, lo que convierte a la radio en un compañero constante en la vida de las personas.

En la Era de la multitarea la radio es uno de los pocos medios que nos permiten consumirla mientras hacemos otra cosa al mismo tiempo, algo tan sencillo que la define y la particulariza del resto de la oferta mediática.

La radio como puente generacional

La radio también ha demostrado ser un medio capaz de trascender las brechas generacionales. Aunque nació mucho antes de la era digital, ha logrado adaptarse y encontrar nuevas formas de conectarse con audiencias jóvenes. La incorporación de programas de música, debates sobre temas contemporáneos y segmentos interactivos ha permitido que la radio continúe siendo relevante para diferentes grupos de edad. Además, muchos adultos que crecieron con la radio han transmitido su amor por este medio a las generaciones más jóvenes, creando una tradición de escucha compartida que trasciende el tiempo. Hoy existen plataformas que nos permiten ‘ver’ la radio y ser parte de un estudio de radio.

La radio en la Era digital

Aunque la era digital ha traído consigo una avalancha de plataformas de entretenimiento, la radio ha sabido adaptarse y aprovechar las ventajas tecnológicas para seguir siendo relevante. La transmisión en línea y los podcasts han permitido que llegue a audiencias globales y que los oyentes disfruten del contenido en sus propios horarios. Además, las redes sociales y la interacción en línea han creado una comunidad de oyentes comprometidos, lo que refuerza la idea de que la radio es un centro de reuniones sociales virtual. En lugar de competir con los medios digitales, la radio ha encontrado formas de complementarlos y fortalecer su presencia en la vida moderna.

En un mundo donde la atención a menudo se divide entre múltiples pantallas y dispositivos, la radio persiste como un faro cultural, un compañero constante y un centro de reuniones sociales. Su capacidad para crear conexiones personales, su capacidad de trascender generaciones y su habilidad para fomentar la imaginación son cualidades que han asegurado su lugar en el tejido social. A medida que avanzamos en la era digital, la radio demuestra que no solo es un relicario del pasado, sino también un faro luminoso que guía el camino hacia el futuro de la comunicación humana.

Por Fernanda Bireni