“Yo sé que tengo mi corazón mirando al sur…”. Con una frase de Mercedes Sosa, la fotógrafa de arquitectura Marcela Grassi -quien transitó gran parte de su infancia en Río Cuarto y que actualmente reside en Barcelona- comparte con Puntal ADC su exitoso presente profesional, que hoy la ubica entre las mejores del rubro en España.
Recientemente, fue galardonada con el premio Lux de Plata a la Fotografía de Arquitectura e Interiores, que otorga la Asociación de Fotógrafos Profesionales de España, en lo que se considera la distinción más preciada para los trabajadores del sector.
Además, en la última década fue elegida por el blog especializado “Stepien y Barno” entre los 10 mejores fotógrafos de arquitectura de ese país como así también por el sitio español “Metalocus”, entre las 11 fotógrafas destacadas de 2018.
Marcela cuenta que nació y vivió un año en Córdoba capital para luego mudarse a Río Cuarto, donde transitó su infancia. Fue gracias a su abuelo Atilio Grassi que se introdujo en el apasionante mundo de la fotografía, que hoy la ubica entre las mejores de Europa dentro del ámbito de la arquitectura.
“Mi abuelo fue fundador de la Radio Ranquel, en Río Cuarto, y también él se dedicaba a reparar máquinas fotográficas. Siempre tenía el taller lleno de cámaras y fue quien me regaló una cuando yo tenía entre 8 o 9 años. Por eso es que para mí siempre fue natural tener una cámara de fotos”, narra la profesional.
Por una decisión familiar y en busca de un mejor futuro, fue que Marcela se mudó de niña a Europa, instalándose primero en Roma.
Con el paso de los años, sus padres se separaron y su madre formó pareja con otro argentino: un porteño llamado Carlos Vallejos que se dedicaba a fotografiar arquitectura religiosa, de estilo gótico y románico, para ser publicadas luego en una enciclopedia especializada.
En ese interín, Marcela se mudó a la ciudad de Ferrara donde comenzó la carrera de arquitectura y contaba con el asesoramiento de Vallejos al momento de capturar las obras con sus lentes.
“En mis tiempos de facultad, yo siempre primero sacaba fotos antes de dibujar. En 1997, hice un viaje a Portugal y Galicia en auto con dos amigos y allí pude relevar en fotos la arquitectura de Álvaro Siza, del museo Guggenheim, de Frank Gehry, entre otras obras que realmente me fascinaron. Y fue así fue que hice mis primeras fotos de arquitectura, sin ser consciente de eso”, comenta.
Entrevista brindada en mayo de este año por Marcela Grassi a Wide Print / Dina Asociados.
“Luego volví a Ferrara, me recibí y me fui a vivir a Barcelona con el sueño de trabajar en algún estudio de arquitectura desde donde pudiera hacer conocer mis proyectos. Pero la verdad que no me gustó la rutina: estaba como una esclava todo el día, como un ratoncito frente a la pantalla”, expresa, para contar que tal situación la llevó finalmente a abandonar ese trabajo.
Un viaje “bisagra”
En ese entonces, Marcela estaba en las puertas de sus 30 años y decidió tomarse un mes de vacaciones para viajar y repensar el futuro de su actividad profesional.
Eligió por destino Argentina y Brasil, donde la esperaba una amiga en Río de Janeiro. “Viajé con una cámara Pentax, con rollo, con la que disparaba a 400 ISO. En Argentina, estuve haciendo fotos del arquitecto Clorindo Testa, del Teatro San Martín, entre otras obras, y en Brasil relevé la obra de Oscar Niemeyer, justo en coincidencia con el festejo del centenario del arquitecto”, recuerda.
Y añade: “Al final, volví de Río de Janeiro con unas fotos fantásticas y cuando se las enseñé a mis afectos, todos me dijeron que me tenía que dedicar a esto, es decir, a la fotografía de arquitectura”.
Desde hace más de una década, la profesional se dedica exclusivamente a la fotografía de arquitectura y hasta estos días ha efectuado coberturas en un sinnúmero de ciudades de Europa.
“Hoy por hoy, me convocan arquitectos, diseñadores de interiores, fabricantes de muebles, de revestimientos, administraciones públicas, entre otros”, sostiene.
Actualmente, realiza sus coberturas fotográficas con una cámara digital Full Frame Canon 5D Mark IV, con todos los objetivos de esa misma marca, además de objetivos descentrables. En su labor cotidiana, destaca la importancia de mantener una charla previa con el cliente o el promotor de la obra y una lectura del edificio y del contexto que lo rodea.
“Yo soy una persona que en sus fotos no hace prevalecer su ego por sobre la obra que fotografío sino que trato de ser un médium y comunicar lo que la obra transmite. Mi primera lectura y mi primer acercamiento a una obra es de la misma manera que lo haría un arquitecto: miro los alzados, la sección, intento entender la obra y cómo se mueve en el espacio, es decir, analizar cómo reacciona la obra con su entorno”, señala Grassi.
“Un proceso lento”
Para la profesional, la fotografía de arquitectura “es un proceso lento que se asemeja más a pintar un cuadro que a hacer una fotografía”.
“Se observa cómo se mueve la luz y cómo reacciona para ir entendiendo cómo es el edificio. De allí, se crean encuadres más personales que finalmente son los que te diferenciarán de la competencia”.
Cuenta que, en su preferencia, elige los días despejados que permiten contrastar el cielo diáfano con la obra.
“Esto es algo que me quedó de Latinoamérica, porque yo crecí con colores saturados, con cielos muy muy azules. Cuando fui a Italia, en la región norte no es así y al venir a Barcelona sí de nuevo es así. Mi fotografía es muy contrastada con tonos saturados y es algo que me quedó de las imágenes latinoamericanas”, resalta.
Sobre el final, comparte con Puntal ADC sus expectativas tras haber sido convocada a relevar en fotos el reconocido pabellón del arquitecto Mies van der Rohe, que luego se difundirán como descriptivas de ese proyecto y con un dejo de nostalgia relata cómo encontró parte de su Argentina natal en el rincón de Barcelona que eligió para vivir.
“Yo tengo el corazón mirando al sur. Y es una nostalgia que se ha expresado de una manera visual, porque entendí con los años que cuando elegí Barcelona para vivir, fue porque hay algunos barrios, como Poble Nou donde vivo, que tienen como una expresión visual a los recuerdos que yo tengo en Argentina. Entonces, es como que yo estuviera expresando en mis imágenes todo lo que vi cuando era chiquita en Argentina”.
Por Javier Borghi