En medio de la discusión nacional sobre la prórroga de la vieja ley de biocombustibles sancionada en 2006, la Facultad de Agronomía y Veterinaria apareció en una solicitada acompañando el pedido de la Provincia y de los sectores empresarios y productivos, para extender la vigencia de la normativa. Eso provocó la reacción de grupos internos de la Universidad Nacional y todo derivó en la creación de una comisión que tuvo como objetivo analizar la situación. Esta semana, se presentó el informe final ante el cuerpo colegiado que cuestiona duramente a la industria de los biocombustibles, de gran desarrollo en la región y en Córdoba en general.
Polémico informe contra los biocombustibles en la Universidad
Fue elaborado por una comisión ad hoc que lo llevó al Consejo Superior. Fue a consecuencia del acompañamiento de la Facultad de Agronomía y Vetetrinaria al pedido de prórroga de la vieja ley del sector
Esa comisión fue integrada por los profesores Sergio González (ex decano de la Facultad de Agronomía y Veterinaria), Gabriel Espósito, Claudio Demo, Juan Torres, Jorge Giuggia, Clara Sorondo, Carmen Cholaky (ex secretaria de Ciencia y Tecnología y actual decana de Agronomía y Veterinaria), Alfio Finola y el estudiante de Ingeniería Agronómica Agustín Torriglia.
El trabajo destacó que según el Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad (Ceepys), en 15 años el esquema de promoción impositiva arrojó un débito fiscal de US$ 6.000 millones por menor recaudación de impuestos y una pérdida de divisas de US$ 1.400 millones por aceite de soja y maíz que podría haberse exportado y terminó volcándose al mercado interno.
El trabajo precisa que a nivel internacional las perspectivas a futuro de los biocombustibles han cambiado notablemente desde los inicios de su promoción hasta la fecha. Lo que parecía una tendencia irreversible se estancó desde 2017 y prácticamente no se ha ampliado, incluso en Europa se redujo, a partir del 2020, el corte interno para biodiesel de primera generación del 10% al 7%, dejando el 3% para biodiesel de segunda generación.
Dado que las políticas sobre biocombustibles de muchos países tienden a respaldar a los mercados nacionales, los volúmenes de comercio internacional son relativamente bajos. Se supone que el comercio mundial de biodiesel y etanol como participación de la producción total disminuirá durante el próximo decenio.
Por otra parte, desde la perspectiva ambiental, sostiene el informe que el modelo productivo de soja de gran escala intensivo en capital, basado en el uso de semillas transgénicas y de grandes cantidades de fitosanitarios, está causando deforestación, destrucción de biodiversidad, expansión de malezas resistentes, degradación de los suelos y desertificación. Esto condiciona la efectiva sostenibilidad ambiental y social de la bioenergía, es decir su potencial de generar una alternativa efectivamente viable a los carburantes fósiles.
Este trabajo rescata más adelante que, no obstante el debate sobre la situación actual de la sustentabilidad ambiental de los biocombustibles, cualquiera sea su ratio, “es evidente la tendencia a la evolución hacia situaciones de menor sustentabilidad dado el incremento de la tasa de uso de los suelos y de la incorporación constante de mayor uso de fertilizantes sintéticos de nitrógeno que son de alto costo energético de fabricación. En los últimos 3 años, sucesivamente, se batió el récord argentino de uso de los mismos”.
Enfatiza el informe: “No se puede responsabilizar a la producción nacional ni regional de biocombustibles, dado su relativamente baja demanda respecto a la producción total. Pero sobre lo que no hay dudas, al hacer una mirada general, es que el impulso a nivel mundial de los biocombustibles, profundizó y expandió un “modelo agropecuario” de concentración económica, cortoplacista que incrementa la producción de materia prima para la agroindustria a costas de degradar recursos naturales por sobreexplotación, consumir grandes cantidades de energía fósil, cediendo una importante proporción del producido para las empresas tecnológicas fabricantes de insumos, y los actores financieros, expulsando del sistema a los actores tradicionales que cumplían el papel de abastecedores de alimento de las sociedades garantizando su soberanía alimentaria”, concluye el polémico trabajo.
El año en el que las energías renovables se transformaron en carrera en la UNRC
Luego de transitar el largo camino del diseño y aprobación ante las autoridades nacionales, la carrera de Ingeniería en Energías Renovables tiene este año su debut en la grilla de la UNRC, dentro de la Facultad de Ingeniería, donde los docentes Javier Zizzias y Claudio Reineri fueron los impulsores de la propuesta. Justo en ese momento, dentro de la UNRC surge el cuestionamiento y el posterior documento con fuertes críticas al desarrollo de los biocombustibles que por su interés regional aparecen como eje fundamental de la flamante carrera de grado.
Desde Ingeniería se había destacado entre los argumentos de la nueva carrera que “es claramente un área de vacancia el tema de las energías renovables, un tema de mucho interés en el desarrollo del país: agregar valor, generar empleo, desarrollo de industrias, generar recursos genuinos, pensando en un país más industrializado donde surgen las cuestiones ambientales y allí entra el juego el uso de las energías renovables, esta carrera cubrirá necesidades de diferentes tipos”.
Por eso se destacó que entre los ejes que se abordan en el plan de estudio figuran las energías eólicas, biocombustibles, energía solar, energía a partir de biomasa. “Son cuestiones que se desarrollan en nuestra región y en todo el país, consideramos que es de vital importancia tener profesionales específicamente formados en el tema”, se añadió desde la Facultad de Ingeniería.