Mientras los productores no dejan de reflejar el tremendo impacto que la fuerte y extensa sequía provoca en sus campos, las bolsas terminaron ajustando esta semana sus cálculos y los ubicaron algo más cerca del termómetro que había tranqueras adentro. El resultado es impactante: la Bolsa de Comercio de Rosario estima que ya se perdió el 25% de la cosecha de soja y que quedaron sin sembrar más de un millón de hectáreas por falta de humedad al cierre de la ventana de implantación; el resultado serían 12 millones de toneladas menos que las proyectadas un mes atrás cuando todavía había expectativas de que las lluvias llegaran a tiempo. El informe pasó de 49 millones de toneladas de la oleaginosa a tan solo 37 millones, lo que ubicaría a esta campaña como una de las tres más pequeñas de los últimos 15 años en el país.
Pero eso no es todo. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires difundió ayer otro dramático estudio en el que plantea tres escenarios: el primero de base que correspondía a los cálculos que se hacían en el inicio de la gruesa allá por agosto y dos más ajustados a la realidad. Estos hablan de una pérdida equivalente al 1,1% del PBI en el más favorable, y del 1,8% en el peor de ellos. En cualquiera de los dos casos los efectos excederán largamente a la actividad agropecuaria.
“De los 49 millones de toneladas que se proyectaban con un escenario normal hace un mes, el clima ajustó la primera estimación de soja a 37 millones de toneladas. Inédito: por la falta de agua, no se pudieron sembrar 1,1 millón de hectáreas con la oleaginosa”, explicó la Bolsa rosarina.
“Argentina sufre un gravísimo escenario: con 37 millones de toneladas será la tercera peor cosecha argentina de los últimos 15 años”, agregó.
Sin embargo, el informe advierte que el resultado final de la campaña puede seguir empeorando ya que los escenarios de corto, mediano y largo plazo son adversos para el país y se teme que el próximo recorte deje al ciclo 2022/23 con el peor guarismo de producción de esta serie de datos.
Con el resultado estimado habrá casi un 13% menos de cosecha que hace un año atrás, cuando la campaña también afectada por la falta de agua. Se estima un rinde nacional de casi 24 quintales por hectárea de soja (23,96) y un área que no se cosechará de 504.000 hectáreas. Sin embargo, con respecto a este último dato “se advierte que las pérdidas de área, sobre todo en soja de segunda, pueden dispararse y empezar a ser masivas si no hay un auxilio inminente de lluvias importantes y generalizadas”.
En cuanto a la superficie, se esperaban sembrar hasta hace un mes 17,1 millones de hectáreas con la oleaginosa. Hoy se da por terminada la siembra con un ajuste que lleva la siembra nacional a 16 millones de hectáreas. Se han descontado de la intención original 360.000 hectáreas en Santa Fe, la provincia más afectada por la falta de agua. En Buenos Aires el recorte es de 300.000; en Entre Ríos, 220.000 y en Córdoba, 205.000. También hay algunos descuentos menores en otras provincias.
Es la primera vez en 15 años que se descuenta semejante nivel de hectareaje. Ni siquiera en el ciclo 2008/09, ciclo que hasta ahora había sido el ejemplo del peor escenario hídrico, había sucedido algo semejante. Con siembras en seco, forzando la implantación en busca de humedad en la profundidad del suelo y esperando los chaparrones para seguir como sea con las labores, gran parte del área se ha sembrado entre 15 y 45 días después de las fechas óptimas del cultivo. El ciclo 2022/23 ha tenido las peores condiciones de siembra de los últimos 15 años en Argentina.
Incluso durante el año pasado que fue una campaña complicada, las tres principales provincias productoras, Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires, superaron la valla de los 27 quintales. Esta vez, Córdoba hace punta con solo 26,7 quintales de promedio, con casi 4 quintales por debajo de los obtenidos en el anterior ciclo y 1,3 millones de toneladas menos. En un escalón por debajo le sigue Buenos Aires con 25,4 quintales. Santa Fe, muy afectada y en una situación extremadamente delicada, la media provincial es de tan solo 22,3 quintales. Comparando con el año pasado, Santa Fe pierde 5 quintales y 1 millón de toneladas de producción. Buenos Aires cae casi 3 quintales y ya se descuenta 1,1 millón de toneladas de volumen.
En ese marco, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires destacó que el complejo escenario climático, enmarcado en un contexto económico local e internacional de debilidad, viene impactando negativamente a cada una de las cadenas agroindustriales. “Pero tampoco hay que dejar de lado que la incierta evolución futura de los precios internacionales dependerá del desenvolvimiento de otros factores externos y exógenos que también incidirán sobre el complejo escenario internacional”, indicó.
Y luego apuntó sobre una política reciente aplicada por el Gobierno con el afán de engrosar las reservas del Banco Central: el dólar soja. “Otro aspecto a considerar para comprender la evolución futura de la agroindustria y la economía argentina es, también, el rol que cumplieron las dos ediciones del Programa de Incremento de Exportador, que resultó en un adelantamiento de divisas, cambios en la dinámica de comercialización y menores stocks finales”, remarcó el informe bursátil.
En resumen, “una menor producción en un marco donde los precios se mantienen constantes terminará desencadenando una menor actividad que impactará, no solo en los diferentes eslabones de las cadenas, sino que se derramará indirectamente sobre el resto de las actividades de la economía. A su vez, es importante mencionar que el panorama es aún incierto y el clima podría seguir generando pérdidas y perjudicando el desarrollo de los cultivos. La compleja situación podría dejar secuelas en las próximas campañas asociadas con una situación de debilidad financiera por parte de los productores, lo cual puede traer aparejado menores niveles de inversión y, por lo tanto, productividad”, destacó la Bolsa porteña.
¿Y cómo sigue?
Los expertos en clima de la Bolsa de Comercio de Rosario, José Luis Aiello y Alfredo Elorriaga, explicaron que “enero se encamina a convertirse en una continuidad de lo que fue diciembre. Hay una coincidencia casi perfecta entre las condiciones negativas de la dinámica de escala regional y la persistente restricción pluvial que impone la tercera Niña consecutiva. Sin lugar a dudas, la fuerte presencia que ha presentado este forzante negativo durante los últimos tres años marca un punto de inflexión inédito a la hora de hablar de sequía en Argentina. La continuidad que mantuvieron las condiciones de escasez hídrica desde el 2020 hasta la fecha, y su impacto sobre las reservas de agua en la región pampeana permiten definir, sin exageración alguna, a la campaña 2022/23 como la más seca en más de sesenta años”.
La gruesa, con las peores condiciones en 60 años
Se necesitaban en la región central al menos 25 milímetros para detener la muerte de plantas por estrés termo hídrico, por lo cual las lluvias ocurridas en los últimos días, especialmente en Córdoba, ayudaron a evitar esa catástrofe. Esto, sobre todo, en lotes de soja de segunda. En el resto de los cultivos, al menos 25 milímetros daban chances de superar el mes de enero. Los ingenieros coincidían en señalar que este evento marcaría un antes y un después en la pérdidas y la condición de los cultivos.
El mejor desempeño estuvo sobre el sur de la región pampeana. Algunas localidades del extremo sur de Buenos Aires han recibido valores en torno a los 40 milímetros (Pigüé y Bordenave). Pero en el 75% de la región núcleo las marcas fueron menores.
Ahora, hasta el 18 de enero, los modelos no muestran posibilidades de nuevos eventos significativos. La NOAA hasta el 24 de enero da en sus modelos de acumulados mejores posibilidades de lluvias para el norte y el oeste de Argentina.
En el largo plazo, para febrero y marzo, la predicción que integra 12 de los modelos más consultados del mundo muestra lluvias inferiores a lo normal en Argentina. Lamentablemente, el peor comportamiento lo tendría el centro sur de la región pampeana. En los mapas de valores de lluvias medios para Argentina y la evapotranspiración para dicho período (febrero-marzo) se observa que, incluso en un año normal, los valores de evapotranspiración son similares a las lluvias medias, y la importancia capital que tienen las reservas hídricas de los suelos para sostener los cultivos.
Por lo cual, el informe de la Bolsa de Rosario remarca que la gruesa 2022/23 está bajo las condiciones más secas de los últimos 60 años o más.
¿45 millones de toneladas de maíz?
No fue exclusividad de la soja el impacto de la sequía. Los maíces vienen sufriendo también la falta de humedad y gran parte de los sembrados en fechas tempranas están perdidos o fueron picados. De acuerdo al informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, los retrasos de siembras y la severa falta de agua que han sufrido las provincias de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires recortaron 600.000 hectáreas del área de siembra de maíz. De esta manera, de una siembra total de 7,9 millones de hectáreas esperada en diciembre, se estima ahora 7,3. Con un escenario normal, podrían esperarse unos 50 millones de toneladas de cosecha, pero los graves problemas en la siembra, el crecimiento detenido que se observa en los lotes tardíos más las enormes pérdidas productivas de los maíces tempranos hacen prever un escenario más cercano a 45 millones.