La pesadilla de la última campaña agrícola parecía quedar atrás al observar los pronósticos de El Niño que se consolidaron en los últimos meses y que iban a comenzar a traer lluvias por encima de la media. Sin embargo, la sequía hoy está más vigente que nunca porque la falta de precipitaciones junto al avance del calendario y días más cálidos, agravan el cuadro de situación. Las tormentas se demoran y la preocupación va en ascenso, mientras los planes previos empiezan a revisarse y las fechas de siembra se siguen corriendo, afectando en muchos casos la producción venidera.
En la última semana hubo probabilidades de lluvias, pero no pasaron de eso. Apenas unos pocos milímetros en algunos puntos de la región que sirvieron más para asentar la tierra que para favorecer las reservas en el perfil. Nada que cambie el preocupante panorama.
De todos modos hay un consenso generalizado: esta próxima campaña será mejor que la anterior, más allá de que las tormentas no lleguen. Y también porque la 2022/23 fue tal vez la peor de la historia, y será difícil no mejorar esa marca.
“Indudablemente la campaña de granos gruesos que está cerrando, porque todavía quedan algunos lotes de maíz por levantarse, es una de las peores campañas de la historia; y no solo en Córdoba, sino prácticamente en todo el país”, explicó a Tranquera Abierta la directora del Departamento de Información Agronómica de la Bolsa de Cereales de Córdoba, Silvina Fiant.
Y recordó que desde esa entidad hacen un relevamiento “en siete provincias extrapampeanas, es decir, que no pertenecen a la pampa húmeda y en todas, incluyendo también a las que pertenecen la pampa húmeda, los resultados han sido sumamente negativos, con recortes de producción de entre el 50% y el 60% con respecto al año anterior. Así que una campaña estival gravísima, lo que nos posicionaba de cara a muchísimas expectativas frente a esta campaña invernal que estamos cursando. Pero son expectativas que no están pudiendo ser tan satisfechas hasta el momento, porque, si bien los pronósticos decían de que podíamos recuperar precipitaciones, todavía se están haciendo esperar en todo el territorio de la zona semiárida de Córdoba y también de estas otras provincias que nosotros relevamos”, indicó Fiant.
Eso también genera cierta incertidumbre y revisión de planes, porque habrá gente que tenía pensado a esta altura estar sembrando...
Sí, sí, completamente. Ya la campaña pasada, los productores habían tomado la decisión de demorar la siembra de los cultivos de la gruesa, del maíz, de la soja, y justamente fue una campaña en donde registramos los mayores niveles de siembra tardías, con maíces que se sembraron tardíamente en el 85% de la proporción total y con soja que también alcanzaron su máxima siembra tardía con un 70% de los lotes sembrados después de noviembre. Y esta campaña pinta parecido pese a que teníamos un pronóstico diferente al inicio de la campaña, pero nos encontramos al 27 de septiembre con los suelos completamente desabastecidos de humedad tanto en profundidad como en superficie; excepto una mínima franja del sudeste de la provincia de Córdoba que ha recibido algunas precipitaciones a principios del mes de septiembre, el resto de la provincia puede estar registrando entre 40 y 50 días continuos sin ninguna precipitación. Saliendo de una campaña extremadamente seca como lo que fue la campaña anterior, teniendo un cultivo de trigo que está haciendo magia para sobrevivir en el campo, estamos ante un combo complejo para pensar en la siembra de cultivos de granos gruesos. Así que sin duda este año nuevamente la estrategia de los productores va a pasar en gran medida por demorar lo máximo posible las siembras de la cosecha gruesa y cuando decimos demorar podemos pensar que los productores van a sembrar hasta seguramente enero de 2024.
¿Esa demora en la siembra va a tener un costo de producción?
Tiene un costo ambiental, por decirlo de alguna manera, quizás el costo económico es el mismo invertir en sembrar una hectárea ahora que dentro de dos meses o a lo mejor financieramente también eso tiene otro tipo de análisis mucho más complejos, pero sin duda es lo que tiene un costo ambiental que disminuye el potencial de rendimiento. Sabemos que hay distintos tipos de rendimientos, como el teórico que es aquel potencial que podría alcanzarse con un ambiente y fecha de siembra adecuados; el real y este que vamos a tener que es luego de forzar la demora en la siembra. Y con cada día que pasa afectamos más la posibilidad de lograr ese rendimiento. Por eso sin dudas vamos a tener esas complicaciones también.
¿Y esa postergación también puede llevar a cambiar de cultivo?
Diría que en una campaña normal se pueden ajustar un poco las superficies. Pero en esta campaña se comenzó ya con una disminución de hectáreas de todos los cultivos de verano, compensada por un aumento de la soja. Se proyectan reducciones en el maíz, en el sorgo, en el maní y en el girasol; y como contrapartida, más superficie de soja, que volvería a aumentar después de muchos años. Había una saludable proporción de gramíneas y oleaginosas, y en este año podría romperse esa dinámica. Hoy ya sabemos que vamos a partir con más soja que la campaña previa y menos maíz; ahora, si se siguen demorando las lluvias lo que puede ocurrir es que se siga ampliando la superficie de soja.
En esa relación maíz-soja, ¿Córdoba aparece con un aceptable equilibrio?
Sí, fue una relación que se fue consolidando con los años y en las últimas cuatro o cinco campañas fue muy saludable y quedamos cerca de una hectárea de soja por cada hectárea de maíz, algo muy positivo desde el punto de vista de los suelos. Sin embargo este año esa proporción va a retroceder a favor de la soja. Algo similar puede ocurrir en otras provincias, como Santiago del Estero, donde venía aumentando la siembra de maíz. Habrá que ver cómo continúa porque hasta acá la siembra es incipiente en Córdoba, a excepción de una franja del sudeste donde hubo algunas lluvias y se pudo avanzar algo más con maíces tempranos. El resto está a la espera.
Otro factor del calendario que corre, en el caso del maíz, es el Mal de Río Cuarto...
Exactamente. Por eso no es a costo cero el corrimiento de las fechas de siembra. Antes hablamos de que cada día de demora es un recorte de rendimiento, pero también deja menos margen para calzar la siembra y evitar momentos críticos de la producción, en un ambiente además con oferta de condiciones poco adecuada. Y por supuesto que ese corrimiento hace más susceptible la aparición de plagas y enfermedades como el Mal de Río Cuarto. Por eso los desafíos para los productores son múltiples. En una campaña que ya venimos con una compleja disponibilidad de semillas además y el productor no va a tener la paleta tan amplia de híbridos de maíz para elegir; al igual que la semilla de soja de alta calidad. Son condimentos de esta campaña que van poniendo topes al potencial de rendimiento desde un comienzo. Por lo cual todo lo que se venía señalando de tener en este ciclo una revancha productiva por la presencia de El Niño, está por verse.
¿Y el trigo?
En Córdoba había expectativas pero tuvimos uno de los recortes de superficie más importantes del país con un 20% y logramos implantar sólo 825 mil hectáreas. En el departamento Río Cuarto, puntualmente, de ese total apenas corresponden 34 mil.
Muy poca superficie...
Sí, sí. Es el mínimo que tenemos registrado contra un máximo de más de 100 mil hectáreas de trigo. No sólo es el mínimo en el departamento Río Cuarto, sino que hay que tener en cuenta también que es uno de los que mayor uso reporta con fines de cobertura, por lo cual se siembra el trigo para cuidar el suelo, evitar la proliferación de malezas, pero no con destino a grano. Entonces, nos estamos enfrentando a una campaña triguera de magros resultados.
¿El déficit de semillas tiene que ver con la mala campaña previa?
Exactamente. Esa producción naturalmente fue alcanzada por las mismas dificultades que tuvo la producción de granos, con la complejidad de que requiere de un paquete tecnológico superior para poder cuidar a esa planta madre y que obtenga una semilla con calidad diferencial respecto al grano. Pero las condiciones ambientales fueron trágicas. Y hoy vemos que hay una competencia entre la demanda industrial, en el caso de la soja, y recurrir a esos granos por la falta de semillas. Eso tiene consecuencias desde el punto de vista de la seguridad en la implantación porque puede haber muchas complicaciones desde el punto de vista sanitario, de competencias, entre otras. Entonces, definitivamente, las dificultades con las semillas tienen que ver con las malas condiciones productivas del ciclo anterior.
De todos modos, igualar la anterior será difícil, ¿vamos a una campaña al menos algo mejor?
Sí, sí. La verdad que la campaña anterior fue históricamente mala. No hay registros de campañas tan negativas como esa. Pensemos que hubo recortes de cosecha del 50 o 60 por ciento interanual. Y si bien las lluvias no llegan, sí tenemos pronóstico de El Niño y a pesar del retraso de las precipitaciones, podríamos llegar a pensar que al menos habrá lluvias dentro de los rangos normales y con eso vamos a hacer frente a un ciclo productivo en otras condiciones muy distintas y menores que en la campaña pasada. Hay expectativas aunque quizá no sea el año de la revancha.