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El heroico piloto argentino que esquivaba misiles para hundir barcos ingleses

El comodoro retirado Pablo Carballo recibió la Cruz al Valor en Combate, la máxima distinción en la materia, por su destacada actuación en el conflicto bélico. "Nosotros sólo teníamos un avión viejo y el corazón patriota", dijo en diálogo con Puntal

El comodoro retirado Pablo Marcos Rafael Carballo recibió la Cruz al Heroico Valor en Combate, la máxima condecoración que puede recibir un connacional, por su destacada actuación como piloto de aviación en la guerra de Malvinas.

En pleno conflicto bélico, participó del hundimiento de varios barcos ingleses. Por ejemplo, el 25 de mayo de 1982 él y su escuadrilla causaron un gran daño a la Fragata Tipo 22 clase Broadsword.

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Pero también fue blanco de misiles ingleses. En el ataque a la Antelope, el 23 de mayo, un misil lanzado explotó debajo del ala izquierda de su avión A-4B Skyhawk y el 25 de mayo, durante el ataque a la Broadsword, una gran esquirla impactó en su ala derecha. Y el 27 de ese mismo mes le pegaron en seis lugares diferentes del avión.

Carballo está casado con Mirta Elizabeth Sorbera, tiene 74 años y es padre de 6 hijos: María José, Pablo Esteban, Candela, Juan Cruz, Agustina Abril y Tomás Ignacio. Vivió 5 años en Río Cuarto, donde nació el menor de ellos. Hoy en día disfruta de sus 8 nietos.

-¿Qué reflexión le merecen los 40 años de Malvinas?

-Cuando era chico mi padre me hablaba de la Patria y mi madre, de Dios. Así fui conociendo Malvinas. En Bariloche, mi ciudad, ganamos un premio con mi mejor amigo. Era algo con lo que soñaba pero jamás pensé que se iba a realizar. Y tuve el honor y el dolor de participar-, dijo a Puntal AM.

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-¿Cómo fueron esas experiencias con los misiles?

-Fueron varias situaciones con misiles. Pero recuerdo que iba rasante el día de un ataque y de pronto vi una luz a la derecha y me di cuenta de que me habían lanzado un misil. Pero el misil no llegó a orientarse y pasó por frente de mi cabina, tamaño baño, tirando fuego por atrás, como un cigarrillo al revés. Después vi, el 25 de mayo de 1982, en el ataque lanzado al Coventry Broadsword.

-En esos momentos había que tener nervios de acero, ¿no?

-Lo que tiraban era tremendo. Porque tiraban con misiles, con cañones pesados y ametralladoras. Hay una foto que está en internet donde se ve mi avión en medio de todo lo que nos están tirando, cómo salta el agua y hasta las llamaradas de las explosiones. Yo iba en gracia de Dios. Sabía que tenía un salvoconducto para irme al cielo o al purgatorio. En ese momento pensaba en tres cosas: en mi esposa, con quien este año cumplo 50 años de casados, en mis hijos y en que en cualquier momento reviento.

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-En las fotos de la guerra usted aparece con pelo negro y una vez que terminó la misma se le encaneció el pelo, ¿no?

-Primero me salió un mechón blanco y después empecé a ponerme canoso. El estrés de ese momento no se puede explicar. Sólo el que lo vivió sabe lo que significa. El estrés era tremendo a nivel de decir que no tengo miedo, tengo pánico y me puedo llegar a descontrolar. Yo era jefe de cuadrilla y cuando tenía que dar una orden ponía las manos sobre la mesa para que no vieran cómo me temblaban. Peleábamos contra una de las potencias más grandes del mundo. Nosotros sólo teníamos un avión viejo y el corazón argentino.

-¿Y cada vez que salían tenían que dejar a su compañero de cuarto sus pertenencias y una carta dirigida a la familia por si no regresaban vivos?

-Cada vez que alguien moría se hacía un bulto en la cama. Casi el 30 por ciento de los que volaron los A4 murió. Un porcentaje altísimo. Yo pensaba que iba a morir. Y guardaba unos viáticos que nos daban para que se los dieran a mi señora. Y con esa plata se compró un televisor color.

-¿En ese momento pensaba que la guerra se ganaba o que se perdía?

-Nosotros éramos muy conscientes de lo que estábamos por hacer. Era una misión terriblemente difícil. Ahora José de San Martín pensó en liberar Argentina, Chile y Perú y que era también una misión difícil. Yo no tenía que estar analizando si se había a ganar o perder la guerra. Yo sabía que valía la pena, que me iba a jugar hasta lo último y que si me iba a morir lo iba a hacer por mi esposa y mis hijos y las esposas e hijos de todos los argentinos. Las Islas son más grandes que Jamaica. Como de la ciudad de Córdoba a la ciudad de Río Cuarto. Cuando ocurrió lo de Ucrania la Otan se puso loca al decir que cómo se atacaba a un país soberano y cuando fue lo de Malvinas miró para otro lado.

-¿Cree que algún día las Malvinas serán argentinas?

-Estoy segurísimo. Porque Dios es justo y porque los ingleses tenían 90 territorios y sólo le quedan 14.

Marcelo Irastorza. Redacción Puntal