Carlos Solano tiene 48 años y en 1995 se fue de su ciudad natal, Huinca Renancó, con un sueño de recorrer el mundo y lo logró a través de su pasión: la cocina. Carlitos, como la mayoría de sus afectos lo conoce, tomó una decisión difícil y arriesgada hace muchos años, lo único que llevaba consigo era una valija. Pero hoy regresa a la Argentina con una gran experiencia a cuestas y habiendo cumplido con su meta, tras haber residido en países como España, Italia, Suecia y últimamente Cuba.
El huinquense se desempeñó como cocinero con su emprendimiento gastronómico, al cual le sumó siempre un toque argentino. Sin embargo, por estos días tomó la decisión de regresar al país y según él mismo dice: “El amor me trajo de vuelta”.
En Málaga, España, fue donde comenzó con el emprendimiento de la cocina y con mucho esfuerzo logró abrir un restaurante estilo argentino siendo su especialidad la carne a las brasas. El local tomó fama rápidamente, pero la cosa no quedó allí porque Carlos siguió viajando y tras hacer escala en Italia se estableció en Estocolmo, Suecia, donde se dedicó a otro emprendimiento gastronómico, pero esta vez estilo mexicano. Tras 15 años de experiencia, finalmente se estableció en Cuba, donde -como no podía ser de otra manera- abrió un negocio de comidas llamado “Pancho Villa”.
En todos los sitios en los que trabajó con su emprendimiento, la bandera argentina estaba siempre presente y muchos lo reconocían como “el argentino”. Sus especialidades no defraudaron y hasta hubo canales internacionales que lo entrevistaron.
Un balance y el retorno
“Volver es fundamentalmente reencontrarme con mucha gente y mi ciudad (Huinca Renancó), que se nota que ha crecido mucho en estos años. Yo me fui en el año 1995 de Buenos Aires a Marbella (España), estuve 9 años ahí, después me fui a Estocolmo (Suecia)- donde tiene dos hijas-. Estuve en Verona (Italia) y los últimos tres años, en Cuba; siempre con la cocina, montando restaurantes y cafeterías, y me fue bien. El amor me trajo de vuelta a Argentina con la idea de quedarme”, cuenta Solano.
Carlos relata cómo aferrarse a la voluntad y al empeño permite sortear los escollos que se presentan, principalmente los económicos. “Hay un momento de tanto andar, así que no le tenés miedo a nada. Conocí varios países, llegué a Rusia y Ucrania. No vengo de una familia potentada que puede sostener esos gastos, sino que me les fui rebuscando solo. Todo el mundo lo puede hacer, el tema es ser buena persona, laburar. Yo me fui sin saber hablar inglés”, relata y agrega que tiene cientos de anécdotas con el idioma hasta que finalmente pudo aprenderlo.
La escuela de la vida
Los últimos años fuera del país Carlos los residió en Cuba, país del cual destacó la calidez con la cual fue recibido. “Es totalmente diferente, faltan muchísimas cosas, pero tienen otras que supuestamente en países de primer mundo no hay hace rato. El vecino en Cuba es una familia y en algunos países nórdicos te enterás al mes de que un vecino falleció”, dice el cocinero y agrega que en todos los lugares en los que estuvo pudo forjar muchas amistades.
“Conocés y dejás amigos por todo el mundo, me están llamando siempre y esto es lo más importante, uno por ahí no ha estudiado ni hizo una carrera pero el haber podido viajar y conocer es fantástico, sobre todo la cantidad de amigos que creás. Esto es como una escuela de la vida”, reflexiona.
La decisión de regresar al país no fue fácil, pero una vez que la tomó no dudó en volver. En eso hay una gran diferencia entre aquel muchacho de 20 años algo temeroso que fue a probar suerte al exterior y este que retorna con los sueños cumplidos y una gran experiencia.
Solano agrega que actualmente se encuentra trabajando en una cocina en el Club de Golf en Pringles, pero que pudo tomarse unos días para volver a Huinca a reencontrarse con familiares y amigos de la infancia. Sostiene que nunca deben olvidarse las raíces y afirma que, si bien conoció mucha gente en el camino, sus grandes amigos y afectos siguen estando en Huinca Renancó.
“Siempre tengo buenos recursos acá y a Huinca la llevé a cada lugar que fui, lo que nunca se puede olvidar son los amigos de una infancia tan hermosa como la que tuve, eso es impagable y por eso también regresé”, admite.