El lomito es un puente. Es el bocado que acompaña tras un partido, el consuelo después de un largo día de oficina, el placer de un domingo en familia. Y en Córdoba, hay nombres que encarnan esta tradición como Lomitos 348, un ícono que desde hace 50 años conquista el paladar de miles de cordobeses.
Lomitos 348, fundado por “Coco” Turello y Nilda Berardi en avenida Colón, es un ícono de la gastronomía local. Hoy, el negocio es liderado por sus hijos, Miguel y Alcides, quienes recuerdan con orgullo la historia y evolución del establecimiento. “Llegamos a Córdoba desde General Cabrera y terminamos con mi papá en el parque vendiendo choripanes. El carrito no tenía nombre, pero la gente quería mandar a sus amigos a comer allí”, relata Miguel sobre los primeros años del negocio. Pero, ¿Cómo surgió el nombre? ¿Ganaron la Quiniela? En realidad, no. El nombre surgió en honor a un amigo cercano que apostaba en la quiniela. Por eso, su padre decidió llamarlo “348”, inspirado en el número que solía “hacer saltar la banca” en las apuestas. Sin embargo, la falta de permisos municipales les impidió continuar en el emblemático parque, lo que los llevó a instalarse en avenida Colón en 1974, donde comenzaron a ofrecer lomitos a pedido de sus clientes. “Empezamos a poner carne en el lomo en lugar del chorizo, y así nace el sándwich. No hay historias raras ni nada fuera de lo común”, explica Miguel.
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Con el tiempo, Lomitos 348 se ganó una reputación por su rapidez, calidad y autenticidad, valores que sus dueños mantienen hasta hoy. “Uno tira el bife, el queso y el huevo, y el pan se va calentando. La persona que está en el centro, con la cuchilla, es quien arma el lomito”, explica Miguel sobre el proceso que permanece intacto desde los primeros días. Sin dudas, algo que distingue al lomito es su famosa mayonesa casera, una receta sencilla pero que marca la diferencia: “No tiene secreto. A la gente le gusta porque no tiene picante ni nada raro, solo aceite, sal, limón, huevo y un ingrediente secreto jaja”, revela Alcides. Pero otro componente que también es esencial para el éxito del lomito son las papas rejillas, una creación que nació junto con el negocio y que sigue siendo un clásico en cada pedido. “No sabemos por qué, pero surgieron con mi papá, y todavía no entendemos por qué se le ocurrió hacerlas así. Lo cierto es que todo se hace a pulmón, todo a mano, sin máquinas, lo que le da un toque muy artesanal”, añade Miguel.
Además, los hermanos destacan que conservaron a los mismos proveedores y procesos desde el inicio: “La mayoría siguen siendo los mismos proveedores. El panadero es el mismo por ejemplo. Hay muchos locales que variaron sus productos y ahí está el problema. La clave es mantener la calidad y apuntar a la juventud que nos sigue acompañando”. También, remarcan la relación cercana entre los mozos y los clientes, quienes incluso guardan el teléfono de sus mozos favoritos para reservar mesas.
A lo largo de los años, 348 se enfrentó a múltiples desafíos, desde crisis económicas hasta la pandemia de COVID-19, que los obligó a cerrar el salón temporalmente y operar únicamente con delivery y take away. “No le dejamos de pagar en ningún momento a ninguno de los empleados. Sí, nos hemos atrasado mejor en impuestos, pero trabajamos toda la pandemia”, recuerdan.
Aunque alguna vez consideraron expandirse a otras provincias, ambos coinciden en que la esencia de 348 está en Córdoba. “Cada provincia tiene algo que a ellos les gusta. Buenos Aires es la hamburguesa, Tucumán es el sándwich de milanesa. Es medio complicado”, explica Alcides. Miguel, por su parte, comenta que en este rubro no ven a los demás como competidores, sino como colegas. “La realidad indica que en nuestro rubro hay 4 o 5 negocios que están al nivel nuestro y que son de la misma época. Nunca nos fijamos en los colegas porque estamos abocados a lo nuestro. Pero de nuestra trayectoria están El Candil, Chetapys, el Carro de Mario y Betos. Son colegas nuestros, tienen el mismo nivel, trabajan muy bien y son recomendables”, afirma.
A pesar de los desafíos, la esencia de Lomitos 348 sigue intacta. Con medio siglo de historia y un lugar consolidado en el corazón de los cordobeses, la familia Turello-Berardi se enorgullece de mantener viva la tradición que comenzó en un parque y se transformó en un ícono gastronómico de la ciudad. “Queremos que Lomitos 348 siga siendo ese lugar donde las personas se encuentran”, asegura Alcides. Con una mirada a las nuevas generaciones, los hermanos esperan que el negocio continúe siendo un espacio de encuentro y sabor auténtico.
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A fin de cuentas, el lomito no es solo un plato, es parte de la cultura y la identidad de Córdoba. Y mientras haya alguien dispuesto a disfrutar de un lomito bien hecho, Lomitos 348 estará allí, manteniendo la calidad y el espíritu que los convirtió en un clásico atemporal que trasciende generaciones.