A aquel año le siguió la crisis económica de 2018, la quita de subsidios durante el gobierno de Mauricio Macri, luego la pandemia que prácticamente paralizó el sistema y quitó pasajeros que nunca más volvieron, y finalmente la decisión de la gestión de Javier Milei de pasar la motosierra por los aportes para todo el interior, aunque los sostuvo en el conurbano y CABA, marcando una diferencia significativa, tal como ocurrió en las gestiones de Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández. En estos últimos dos casos, concentraron los subsidios fuertemente en el AMBA y marginalmente en el resto de las ciudades (ver aparte). Ahora, lo que se distribuye desde la Nación es sólo en el AMBA.
Eso consolidó una diferencia significativa en el precio del boleto: mientras en el AMBA el valor mínimo es de $371, en Río Cuarto es de $1.150. Gran parte de la explicación de esa brecha es el aporte de la Nación. Allí hay otro dato: esos 371 pesos del conurbano representan el valor promedio, en términos constantes, de los últimos 12 años. A pesos de hoy, en 2017 costó $666.
Esa política de quita de subsidios, que amortiguaba la suba de los pasajes, combinado con un fuerte proceso inflacionario que quitó ingresos a la mayoría de la población, hizo caer la cantidad de pasajeros de manera significativa. De allí que un diagnóstico preliminar que hacen las empresas es que “si no hay recomposición de ingresos o salarios en la población, la crisis del sistema continuará agravándose”. Si bien no hay una sola explicación a la caída, los números de la pendiente muestran que mayormente coinciden con golpes al bolsillo. A eso se suman cambios de hábito por nuevas prácticas laborales, otras movilidades urbanas o deficiencias del sistema, pero resultan marginales a la hora de explicar el resultado global.
Lo cierto es que el año pasado se cortaron un total de 4,9 millones de boletos en Río Cuarto. Pero la empresa local de transporte había alcanzado, en aquel pico de 2017, poco más de 9 millones de pasajes anuales. De allí que el derrumbe sea calificado como “violento” al ubicarse casi 50% abajo.
La caída no es exclusiva de Río Cuarto, sino que parece una tendencia nacional. En AMBA, la Asociación Argentina de Empresas de Transporte Automotor (Aaeta) admitió que 2024 cerró con la menor cantidad de pasajeros transportados de los últimos tres años, marcando una caída del 20% contra el pico de 2015 (a diferencia de Río Cuarto, que el pico fue dos años después).
En la empresa local hacen una comparación contundente: los pasajeros que faltan son el equivalente a 8 o 10 unidades nuevas por año.
Vale destacar que, en la carrera que comenzó en 2018 con las primeras medidas tomadas por Macri para empezar a trasladar los subsidios a las provincias y municipios, actualmente el aporte al sistema urbano de Río Cuarto corresponde al gobierno local, mientras la Provincia subsidia a determinados segmentos de usuarios como los estudiantes con el BEG, los adultos mayores con el BAM o los trabajadores de menores ingresos con el BOS.
Un reparto igual de desigual
En su informe correspondiente a diciembre del Observatorio de Tarifas elaborado por UBA-Conicet, se puede observar que en el cierre del mandato de Cristina Fernández -en 2015- la relación entre los subsidios al AMBA y al resto del país era de 100 a 45. En tanto, en la gestión de Mauricio Macri, primero fue de 100 a 47 en 2017, para luego caer en el cierre del Gobierno a 100 y 20, respectivamente. Con Alberto Fernández, se ubicó en 100 a 30. Pero en el primer año de Milei hubo motosierra para el interior: quedó una proporción de 100 a 10, con tendencia de 100 a 0.