El 3 de agosto de 2018 Elsa Segovia, una riocuartense de 83 años, fue encontrada sin vida y con signos de haber recibido un violento ataque.
Cuando los integrantes del Ministerio Público Fiscal llegaron al céntrico edificio de la calle Constitución al 500, uno de los hijos de Segovia, Héctor Marcelo Ferreyra, ya se había lavado las manos ensangrentadas y había escondido el cuchillo, a la sazón, el arma letal.
Recién entonces se comunicó con el 101 y simuló haber encontrado a su madre tirada en el piso y ya sin signos vitales.
Algo en la coartada de Ferreyra no les cerraba a los investigadores, por eso decidieron que quedara demorado para tomarle declaración, mientras avanzaban con la inspección del cadáver y buscaban elementos de prueba dentro del departamento.
Ese mismo día, la Fiscalía a cargo de Fernando Moine dispuso la detención del sospechoso.
A dos años de aquel grave suceso, el mismo fiscal dio por terminada la pesquisa y dispuso la elevación a juicio.
Así, Ferreyra, de 59 años, seguirá alojado en su celda del Servicio Penitenciario Número 6 hasta que la Justicia determine la fecha en que efectivamente será llevado a juicio.
Por el tenor de la acusación, deberá ser llevado ante un jurado popular. El detenido quedó imputado por homicidio calificado por el vínculo, una figura penal que -de no mediar alguna circunstancia extraordinaria para atenuar la pena- sólo prevé prisión perpetua.
Ese sería el horizonte procesal de Ferreyra si el tribunal integrado por los jueces de la Cámara Segunda del Crimen y los jurados populares determinan que es el autor del crimen de Segovia.
Las heridas
A las pocas horas de trabajar en la escena del crimen, los investigadores habían establecido que Segovia presentaba tres heridas cortopunzantes, provocadas por un cuchillo.
Ningún elemento les llevó a pensar que el ataque podría haberse perpetrado en ocasión de un robo. Y, como el único sospechoso es uno de los hijos de la víctima, la causa quedó caratulada como homicidio calificado por el vínculo o lo que comúnmente se conoce como matricidio.
En uno de los primeros contactos con la prensa, después del macabro hallazgo, el fiscal Fernando Moine señaló que los testimonios de algunas personas y los registros de las distintas cámaras de vigilancia instaladas en el edificio y en inmuebles cercanos les servían de apoyo para aclarar qué fue lo que había sucedido.
La víctima tenía tres mujeres que se turnaban para hacerle compañía en el departamento del edificio de Constitución 564. Una de ellas fue la que se topó con el cuerpo de la anciana.
Ese día la Fiscalía dispuso que personal especializado hiciera las primera pericias y en horas de la noche había arribado la Policía Judicial desde la ciudad de Córdoba para completar las pruebas.
El crimen fue cometido en el tercer piso del edificio céntrico. A la vista de curiosos, el fiscal Moine había concurrido al lugar junto con su secretario, Lucas Rosales, y también se presentaron las autoridades de la Departamental Río Cuarto, incluidos efectivos de la División Investigaciones.
Segovia era viuda y vivía sola. Desde hacía bastante tiempo el acusado estaba distanciado de su madre, aunque se lo solía ver en el edificio, ya que Segovia lo ayudaba económicamente porque su hijo se encontraba sin trabajo.
Además del detenido, Segovia tenía otro hijo varón y una mujer radicada en la ciudad de Rosario.