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Las dos sillas y una marca en retroceso

Ante el escenario de tres tercios a nivel nacional, Schiaretti apura un acuerdo con Larreta. Esa alternativa complicaría aún más a un ya conflictuado Juntos por el Cambio en Córdoba. Llaryora se concentra en la capital y en el sur la campaña se enfoca en Llamosas

En la empalagosa entrevista que dio en C5N, Cristina Fernández les avisó a sus seguidores lo que las encuestas ya venían registrando: que en el confuso panorama electoral nacional existe un escenario de tres tercios en el que no hay que esperar triunfos claros y contundentes sino aspirar, como objetivo fundamental, a alcanzar la segunda vuelta. Su lectura admite que hay tres girando alrededor de dos sillas y que el oficialismo se enfrenta al riesgo, sobre todo por el contexto económico, de quedarse afuera.

El jueves, cuando hable en el acto por los 20 años de la llegada de Néstor Kirchner al poder, la militancia y la dirigencia estarán esperando de ella algo más que un diagnóstico: un camino a recorrer y una definición. ¿Quién debe ser el candidato a presidente? ¿Detrás de quién hay que encolumnarse?

Los organizadores pensaron el acto del 25 como una instancia en la que se plasme que la líder y conductora absoluta del Frente de Todos es Cristina. Un objetivo extraño. ¿Había alguna duda? ¿Hay alguien en condiciones de disputarle ese lugar a la vicepresidenta? Pero ese mismo movimiento de reafirmación de liderazgo que gestó el kirchnerismo duro implicará también una adjudicación de responsabilidades. ¿A quién culpar si no a Cristina del estado actual del Frente de Todos, disgregado y caótico, condenado a pelear por la segunda silla, sin candidato definido a sólo un mes del cierre de listas? Si ese espacio político se encuentra en shock, pero si además el gobierno y el país sucumben ante la crisis, ¿cómo seguir sosteniendo con algún grado de verosimilitud que la conductora y figura central es ajena a los resultados?

Al kirchnerismo acrítico esos interrogantes no lo interpelan porque siguen creyendo en la infalibilidad pontificia de Cristina. Pero el oficialismo, si pretende todavía ser competitivo, debe trascenderse a sí mismo, sondear en quienes alguna vez los votaron pero ahora se fueron, porque de lo contrario encarará un esquema electoral de minoría. Ese ejercicio deberá incluir una autocrítica, incluso del papel de Cristina.

El escenario de tres tercios es hoy una realidad no sólo por la caída del oficialismo sino porque además el otro gran protagonista, Juntos por el Cambio, se desplomó. Desde el piso de 40 puntos que cimentó en las tres elecciones nacionales anteriores, ahora navega en los 25. También esa coalición está manifestando a los gritos su incapacidad de construir una opción de mayoría -en la versión del balotaje argentino- para la primera vuelta.

Esa constatación los tiene conflictuados y confundidos. Ni Patricia Bullrich ni Horacio Rodríguez Larreta consiguen imponerse dentro del espacio y a la vez van perdiendo competitividad. A eso hay que sumarle que hay más postulantes:Morales y Manes.

En los últimos días, después de reunirse con los empresarios de Idea, el gobernador Juan Schiaretti volvió a insistir con su concepto del “frente de frentes”, pero esta vez habló de la mecánica de la elección, de la posibilidad de generar unas “Paso ampliadas” entre sectores de la oposición. Pero no con cualquier dirigente sino con los que evitan los extremos de la grieta. Ahí vuelven a aparecer Larreta y los radicales Gerardo Morales y Facundo Manes.

¿Qué quiso decir Schiaretti cuando habló de unas “Paso ampliadas?¿Cómo competirían esos espacios políticos diferentes? En el schiarettismo admiten que ese es el gran interrogante también para ellos: traducir la idea a una ingeniería electoral aplicable.

Schiaretti no quiere saber nada con ingresar a la interna de Juntos por el Cambio. “Ahí entraríamos a competir con Bullrich y toda nuestra prédica de construir por fuera de la grieta se desmoronaría”, razonan. Es decir, implicaría una Paso en la que esté Larreta pero no Bullrich. Equivaldría a esta altura, cuando faltan 25 días para inscribir las alianzas, a patear el tablero.

¿Por qué alcanzar un acuerdo antes de las Paso y no después, con el panorama más claro? Primero, porque Schiaretti pretende construir un espacio de mayor volumen político. Segundo, porque el gobernador cree que es indispensable ir generando no sólo un entendimiento electoral sino fundamentalmente programático entre quienes piensan parecido para afrontar una crisis que sólo podrá encauzarse, entiende Schiaretti, si el próximo gobierno se construye con una base política más sólida.

Pero también existe un componente de especulación electoral en la jugada de Schiaretti. No sólo enfocada en el escenario nacional sino fundamentalmente en el provincial. Si hubiera un acuerdo por ejemplo con Larreta, debería oficializarse a más tardar el 14 de junio, fecha límite para inscribir las alianzas. A esa altura, Córdoba estará a sólo 11 días de votar y un acuerdo del PJ con la UCR o el larretismo terminaría por hacer explotar en la provincia a una oposición que viene traumatizada por el tormentoso cierre de listas, las fugas y las sospechas de traición.

A sólo 35 días de la elección para gobernador, la campaña de Luis Juez enfrenta problemas evidentes. Primero, de visibilidad. El senador nacional no ha conseguido estructurar un discurso que imponga al menos un tema de agenda que interpele al gobierno, que introduzca un elemento novedoso. Eso equivale a dejar al oficialismo en un terreno de comodidad.

La campaña de Juntos por el Cambio padece además inconsistencias organizativas estructurales. No sólo porque no se ve sino porque, fundamentalmente, la disposición territorial es sumamente acotada. “Nosotros no estamos haciendo nada”, admitió un dirigente regional del radicalismo.

Hoy, la UCR está más concentrada en la pelea por la ciudad de Córdoba, en la que uno de los suyos, Rodrigo de Loredo, busca la intendencia, que en la provincial. “Nuestro objetivo es que el partido vuelva a gobernar una ciudad grande. No puede ser que nuestro distrito principal sea RíoTercero”, se sinceró un dirigente radical.

Pero, además, Juez sufre en carne propia la crisis de Juntos por el Cambio a nivel nacional. La interna permanente, el desconcierto y la indefinición han provocado que hoy la marca “Juntos por el Cambio”, que en Córdoba supo meter miedo y tener un enorme peso en sí misma, se haya devaluado casi tanto como la moneda nacional. Ese declive se evidencia en las encuestas que el oficialismo hace en Córdoba para medir la intención a voto para presidente: primero aparece Schiaretti, muy cerca está Javier Milei, que además crece, en tercer y cuarto lugar, lejos, quedan Patricia Bullrich y HoracioRodríguez Larreta.

En Hacemos Unidos por Córdoba aseguran que Martín Llaryora está consiguiendo a esta altura una ventaja considerable en el Gran Córdoba, en esa zona que incluye el departamento Capital y Colón. Por eso, el candidato oficialista decidió enfocarse en ese territorio enormemente gravitante en términos poblacionales y electorales:pretende afianzar la ventaja y, de ser posible, ampliarla. Considera que el resultado se decidirá, en gran parte, en ese territorio.

El propio Llaryora definió que, en paralelo, en el sur Juan Manuel Llamosas tenga protagonismo en las semanas que faltan hasta el 25 de junio. En los próximos días se pondrá en la calle, los medios y en las redes una campaña enfocada específicamente en el intendente. Así, Hacemos Unidos por Córdoba espera capitalizar la inentendible carencia de Juntos por el Cambio, que no tiene a ningún candidato riocuartense en un puesto expectable.

El peronismo machacará en el protagonismo de Llamosas y en la ausencia opositora y buscará que se entienda como un concepto general:que Hacemos resalta al sur mientras Juntos lo ningunea.

A Llamosas, la elección le da una oportunidad pero también lo obliga. Sin nadie al frente, se espera que el intendente coseche en su tierra un resultado mejor a la media que el oficialismo obtenga en la provincia.

Del resultado dependerá, en buena medida, el papel que Llaryora podría reservarle en un eventual gobierno. En un video que se vio en el acto de lanzamiento en la Sociedad Italiana, el candidato reafirmó que el riocuartense será el presidente provisorio de la Legislatura pero en el llamosismo esperan que las urnas lo depositen en el gabinete, como ministro.

La elección provincial no sólo es una oportunidad para Llamosas. Adriana Nazario y su grupo han entendido lo mismo. Pero enfocados en una instancia más lejana en el tiempo: la pelea por la intendencia que se dará en 2024.

Nazario intensificó su actividad en las últimas semanas, estuvo en los actos, alineó su discurso con la Provincia y tiene en carrera a un grupo de candidatos a intendente con chances de imponerse en las próximas semanas en la región. Cerca de la empresaria creen que es una oportunidad para posicionarse y empezar a construir su candidatura a intendenta.

Desde el llamosismo le contestaron con una mayor exposición de Agustín Calleri, quien hoy es “el candidato de la gestión”.

Son los únicos nombres que miden en el peronismo riocuartense y los dos representan espacios distintos, aunque alguna vez hayan coexistido.

En el Palacio Municipal se formó una mesa política que sondeará otros nombres de la gestión. Llamosas espera que el candidato del oficialismo en 2024 salga de su gabinete y confía en que el rol que le dará Llaryora, en el caso de que gane, le deje a él la última palabra.