El pasado 11 de setiembre se celebró el día del maestro y en estos últimos años en donde la educación necesito cambiar sus estructuras para poder seguir funcionando en el contexto actual, el maestro es quién ha cumplido un papel fundamental en este proceso de transición.
El oficio de enseñar exige responder a necesidades complejas y variadas que emergen de alumnos que vienen de diferentes entornos y presentan diversas necesidades. En marzo de 2020, la educación recibió atención mundial cuando la pandemia de COVID 19 obligó a las escuelas a paralizar la asistencia presencial a clases. Los términos plataformas, videollamadas, archivos digitales, se volvieron moneda corriente.
La pandemia mundial nos obligó a lo largo del año pasado y parte de este, a quedarnos en nuestras casas y desde allí vivir hacia el afuera moviéndonos lo justo y necesario. La escuela debió repensarse y planear múltiples estrategias para lograr mantener la continuidad de aprendizajes en sus estudiantes. Los docentes, quienes han cumplido un rol fundamental en este momento histórico, debieron adaptarse a los cambios drásticos de pasar desde la presencialidad a la virtualidad. Digitalizar contenidos, transformar los espacios áulicos, emplear nuevos recursos y continuar con las planificaciones de cada año en curso.
Desde las aulas de jardín hasta las universidades, se vieron obligadas a implementar nuevas técnicas en las enseñanzas para que la escuela nunca se corte. Incluso los materiales de lectura, las herramientas y la forma de mantener el contacto alumno-docente, han cambiado sustancialmente.
El rol docente en el contexto actual
El contexto actual nos impulsa a mirar la educación de manera diferente, a encontrar diferentes recursos y herramientas que nos permitan potenciar los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Este 2021 fueron tiempos en donde se afianzó estas nuevas formas de enseñar. Gran parte del año los docentes y alumnos han tenido que convivir con la bimodalidad que abraza la presencialidad y la virtualidad. Hoy lentamente se busca volver nuevamente a la presencialidad plena a las aulas, y estos nuevos modelos y recursos educativos innovadores, que veníamos utilizando, sin duda han llegado para quedarse.
A partir de allí el rol del docente ha sido múltiple. La responsabilidad de un maestro ya no se limita a ser integral en su formación, sino también a adaptarse a nuevas y mejores formas de lograr aprendizaje significativo. Enseñar, escuchar, acompañar, pensar y repensar estrategias para que nadie se quede afuera del sistema educativo.
Así como se espera que los estudiantes adopten nuevos métodos de aprendizaje, los maestros debieron intensificar la incorporación de nuevas metodologías efectivas de aprendizaje mediante el uso de la tecnología, adoptando nuevos roles y responsabilidades. El uso de la tecnología y la conexión virtual, ha sido fundamental para garantizar que tanto los docentes como los estudiantes continúen conectados.
Compartimos las voces de docentes, que nos cuentan cual ha sido el mayor desafío que tuvieron que afrontar frente a las nuevas formas de enseñar.
Juliana (34), maestra nivel primario
“Mi mayor desafío se dio cuando di mi primera clase virtual por zoom. En ese momento caí en la realidad de lo que estaba pasando y como mi rol había cambiado para pararme en otro lugar. Fue una situación que me obligo a romper con la cultura escolar a la que ya estaba acostumbrada. En ese momento me di cuenta que debía repensar mis prácticas y estrategias en poco tiempo. A la vez tuve que aprender sobre otras herramientas y habilidades de enseñanza. Nunca pensé que daría clases a través de una computadora, es una vía tan impersonal y poco afectiva en relación con las clases presenciales. La presencialidad nos da vivencias únicas que la virtualidad no, pero igual ante lo vivido, fue necesario adaptarme para continuar en contacto con mis estudiantes y garantizar sus aprendizajes.”
Florencia (33), docente nivel medio
“Fueron muchos desafíos en simultáneo, sin demasiado tiempo para pensar. Tuve que accionar de manera inmediata para lograr la continuidad lectiva. El mayor desafío fue el estar conectada 24/7. Esa delgada línea entre sobrecargarme de cosas y separar, estando en el mismo espacio físico, la vida privada y familiar del trabajo. Tener que conciliar los momentos de trabajo que se pudieran cruzar con la cotidianidad familiar. El estar conectada todo el día, corregir, responder mails y consultas hasta los fines de semana inclusive. El hecho de implementar lo virtual y digital en mis practicas creo que fue enriquecedor, fue algo positivo el poder repensar mis clases y buscar estrategias viables con la tecnología.”
Andrea (46), maestra nivel primario
“Al principio todo se dio demasiado desordenado. Estaba acostumbrada a salir de casa con mis hijos y cada uno acudía a sus actividades. La escuela era ese lugar en donde cada uno cumplía su rol. De pronto todo cambió y debimos adaptarnos a esta nueva realidad. Despertarme y conectar a mis hijos al colegio y empezar mi jornada laboral con mis alumnos, mientras la conexión, el micrófono o la cámara fallaban. Cada día fue distinto al anterior. En paralelo tener que pensar en las actividades del hogar, como las comidas y organizar lo básico para evitar el caos. Pensar el cómo llevar el contenido a lo virtual. Improvisar pizarrones compartiendo pantallas y acudir a PowerPoint y videos que pudieran ejemplificar eso que estaba explicando. Creo que de esta situación hemos salido fortalecidos, ya que hemos demostrado que podemos implementar múltiples estrategias para que nuestros alumnos puedan continuar con sus aprendizajes”.
No existe el aprendizaje si no existe el vínculo, aprendemos con otros. Si bien el desarrollo tecnológico permitió el surgimiento de nuevos espacios, por fuera de las aulas tradicionales, propiciando el aprendizaje a través de la virtualidad, el rol del docente ha sido la clave de que esto ocurriese. Porque ha sido precisamente el maestro quien ha mantenido los intercambios y vínculos en el proceso educativo, vínculo docente-alumno que seguirá siendo necesario siempre. Es por esto que, aunque la tecnología avance, y las formas cambien, seguiremos necesitando de otros para aprender.
Por Julieta Varroni