El fenómeno de Javier Milei no tiene un solo logro y sería minimizarlo intentar una explicación simple. Resulta tan complejo que prácticamente nadie lo vio venir antes de las Paso, cuando muchos insistían con que su estrella se estaba apagando. Cuando abrieron las urnas el fulgor los encegueció y aún no logran tener una visión clara de lo que pasó.
Pero si una palabra utilizó con contundencia y efectividad fue la de “dolarización”. Fijó un eje de campaña que echa raíces en el pésimo y prolongado momento económico signado por una muy elevada inflación. Y coquetea con un sueño recurrente de los argentinos: atesorar dólares, un deseo transversal en la sociedad y que es, desde hace generaciones, resguardo de los ahorros. Nadie en Argentina piensa seriamente en una caja de ahorro en pesos, como lo hacían en algún momentos los adultos mayores que habitan el país. Las permanentes crisis hicieron que las últimas dos generaciones ya no tengan ningún vínculo de adopción del peso. Hoy los hijos que votan a un presidente por primera o segunda vez escuchan reiteradamente a los padres despotricar contra la pérdida del poder adquisitivo y las severas dificultades que plantea el escenario económico en el que los ingresos alcanzan cada vez menos y quienes no quieren perder poder de compra deben sumar más y más trabajos hasta convivir luego con la idea de que sólo destinan tiempo al empleo, sin posibilidades de esparcimiento o tiempo libre. Los esfuerzos por sostenerse, igualmente, en muchos casos son en vano. Por eso las estadísticas sociales muestran un deterioro sostenido de la situación social con una pobreza que sigue en alza y que se acerca al 50% de la población, con más del 60% de los adolescentes y niños en esa condición.
Quien domina la agenda de campaña da un paso determinante en un proceso electoral. Muchos recuerdan en Córdoba lo que ocurrió con José Manuel de la Sota y la rebaja del 30% de los impuestos. Desde que mencionó esa idea, cabalgó hasta el triunfo electoral que tanto se le había negado. Encontró un factor central sensible, que permeó en la sociedad y el resto es historia. Milei parece haber detectado ese factor de recepción, exclusivo de cada momento.
De hecho, la campaña va al ritmo de sus dichos y propuestas. Por ahora el resto de los candidatos muestran serias deficiencias en la instalación de temas que resulten de interés. Más bien parecen campañas desordenadas. Aunque claramente la economía es el eje que domina todo, al menos en los temas de principal preocupación de la población. Y entre ellos, el de la inflación, la contracara de la propuesta dolarizadora. Milei propone algo simple: terminar con la inflación dando dólares a los argentinos; justamente dólares, el objeto de deseo.
¿Y los demás? Por ahora no pudieron contrarrestar ese eje y para colmo transcurren sus días de campaña contestando sobre la posibilidad o no de dolarizar, los efectos y a qué tipo de cambio podría hacerse. Todos le hacen el juego al libertario.
El dato más curioso es que Patricia Bullrich, conocedora de sus limitaciones en materia económica, decidió poner a un hombre de muy alto perfil como jefe de su grupo económico: Carlos Melconian, que hace casi dos años desembarcó en la Fundación Mediterránea para conducir el equipo de especialistas en distintas temáticas económicas que tiene esa institución para aprovechar ese abanico de conocimiento y elaborar un plan para el próximo gobierno. Bullrich se acercó e hizo suya la propuesta. Pero los primeros pasos de Melconian no fueron felices: ocupó la mitad de su tiempo en cuestionar la dolarización de Milei, incluso haciendo un dibujito en un programa de tele para eso, y la otra mitad, a anunciar que su idea es la bimonetarización, que claramente corre de atrás a la hora de ser decodificada por el grueso de la población. Massa y Schiaretti se sumaron a las críticas con algo más de contundencia de parte del gobernador cordobés en esta última semana, cuando dijo que las ideas de Milei no se aplican en ningún país del mundo. Todo eso puede ser real, pero aun así siguen sosteniendo a Milei en el centro de la escena.
¿Qué harán para contrarrestar esa posición en los 40 días que quedan hasta el 22 de octubre?
Es interesante observar al mismo tiempo que ese lugar central en la política que logró el libertario no mostró la misma contundencia en los resultados de agosto, en los que quedaron tres fuerzas políticas con diferencia de tres puntos. Vale aclarar que el único que obtuvo los votos con una sola lista fue Milei. Tanto Bullrich como Massa lo hicieron en sumatoria con otros competidores internos.
En el escenario electoral hay otro elemento que juega de manera contundente: la realidad. Cuanto peor sea el día a día, mejor será el desempeño de Milei con su objeto de deseo como estandarte y su crítica a la “casta que nos trajo hasta aquí”. Claramente si Massa logra estabilizar la economía y no hay grandes sobresaltos en las próximas semanas llegará más competitivo aun en un contexto difícil. Y Bullrich, que ganó su interna endureciendo su posición frente a la moderación de Larreta, hoy quedó entrampada en un centro entre Massa y Milei al que todavía no logra acomodarse. De hecho anoche fue a celebrar el contundente triunfo de Maximiliano Pullaro a Santa Fe, que era el candidato de Larreta en la interna de Juntos por el Cambio y que le ganó las Paso a su candidata, Carolina Losada.