Opinión |

El Gobierno acumula dólares con la soja pero pierde actividad

La primera semana de la segunda versión del tipo de cambio diferencial para la oleaginosa dejó 1.000 millones de dólares de ventas al exterior. Una inyección vital para el Gobierno, que debe enfocarse ahora en combatir la inflación si quiere competir en 2023

El Gobierno cerró con saldo positivo la primera semana del dólar soja con un aporte de mil millones de dólares de la exportación de la oleaginosa, lo que le permite respirar frente a una tensión de divisas que se viene extendiendo principalmente alentada por la brecha cambiaria.

Como ya se dijo, con la grave sequía que viene atravesando el país desde hace meses -al sostenerse un tercer año Niña-, los resultados de la campaña fina serán muy menores en comparación con los del año pasado. Sólo habría que tener en cuenta que la región central del país pasará de exportar casi 11 millones de toneladas de trigo en el último ciclo a tan solo 2,5 millones en esta oportunidad. Ese bache de dólares será tapado con la segunda parte del dólar soja, lo que trae cierta calma para el Gobierno en el terreno cambiario, siempre necesaria pero especialmente en un diciembre previo al año electoral.

La Came volvió a publicar un resultado negativo por quinto mes consecutivo sobre ventas minoristas en el país: esta vez del 3,1% de caída.

Ahora, tapar un bache no es transitar en una autopista. Está lejos la gestión de Sergio Massa de lograr eso porque las turbulencias pululan sobre el escenario, especialmente la inflacionaria y sus múltiples consecuencias.

La actividad económica da señales claras de avanzar hacia una etapa de recesión. El dato positivo que el propio presidente Alberto Fernández destacó hasta no hace mucho tiempo, con buenas tasas de crecimiento, se desinfla. El consumo, un motor central para sostener ese escenario, viene a la baja porque el acumulado inflacionario terminó finalmente por dañar el poder de compra.

Ayer, la Came volvió a publicar un resultado negativo por quinto mes consecutivo sobre ventas minoristas en el país. No es casual. Según esa entidad empresaria, en noviembre hubo una caída del 3,1% en términos generales y hubo un solo rubro que esquivó la tendencia: Farmacia y Perfumería. El resto fue en rojo.

En noviembre además hubo una serie de variables que impactaron con incremento en los combustibles, cambios en las tarifas y una inercia inflacionaria que viene sobre el 6% mensual.Se sabe, a esa velocidad crucero no hay ingresos que se puedan sostener.

El año próximo habría ingresos por al menos 10 mil millones de dólares menos que este año por aportes del agro, debido a la fuerte y extensa sequía.

Ahora, ya iniciado diciembre, hay ciertas expectativas porque suele ser un mes de más actividad incentivada especialmente por las fiestas, el comienzo de las vacaciones y el medio aguinaldo. Ese combo, claro, despierta cierto entusiasmo, aunque medido, para el nicho minorista. La misma Came admite que los empresarios del sector dudan sobre cómo manejar los stocks para las fiestas: comprar para evitar faltantes o ser prudentes para evitar sobrantes. Un dilema que se profundiza por la incertidumbre. La contracara es que diciembre siempre es un mes caliente de reclamo y protestas, más en contextos socialmente complejos. Quienes siguen de cerca la evolución de las cifras de pobreza y los indicadores de distribución del ingreso aseguran que el segundo semestre cerrará claramente con tendencia negativa y una cifra cercana al 40% para quienes no logran cubrir la canasta básica total. La razón no es otra que la velocidad de esa misma canasta, que en la última medición mostró un salto superior al 9%. Vale recordar que la medición de pobreza e indigencia en Argentina se hace en base a canastas, que en definitiva establecen la línea debajo de la cual una familia es pobre o indigente.Aquel dato del 40% con que cerraría este año se conocerá en marzo, cuando el Indec publique su habitual informe.

Pero la mayor preocupación en este punto es si el Gobierno podrá contener la inflación o si el deterioro social seguirá adelante. No hay alternativas ahí para el equipo de Massa.

Sin dudas que un paso importante puede ser el acumular reservas porque eso le dará espaldas primero para evitar una devaluación brusca que sea impuesta por el mercado con consecuencias impredescibles. Pero además, porque si logra ensanchar esas espaldas del Banco Central, habrá más márgenes de acción para intentar políticas que no sean cosméticas como Precios Justos, Cuidados o como lo quieran llamar. El último okey en la revisión de metas del FMI es un alivio en ese sentido porque le asegura un desembolso extra de 6 mil millones de dólares antes de Año Nuevo.

Pero la mala es la generación de dólares genuinos pensando más allá. Porque el impacto climático será fuerte. LaNiña seguirá dominando el escenario al menos hasta fines de enero o comienzos de febrero según los últimos modelos de las agencias internacionales sobre las que proyecta el Servicio Meteorológico Nacional. Eso implica menores lluvias y por ende, menores rindes en la campaña gruesa, principal fuente de dólares de la Argentina. Y por eso las proyecciones hechas por la Bolsa de Comercio de Rosario plantea tres escenarios en el volumen de cosecha: ninguno optimista. El mejor para el país es que tendrá un recorte de unos 10 mil millones de dólares comparados con la última campaña que fue récord. Alcanzaría ingresos por unos 36 mil millones de dólares cuando este año cerrará en más de 46 mil millones y el 2020 se ubicó en 38 mil millones. El peor escenario es de una merma de 15 mil millones de dólares, lo que sería dramático.

Ahí radica el principal problema que tiene la gestión económica hoy pensando en el mediano plazo, porque todos los esfuerzos hechos en la coyuntura podrían ser insuficientes simplemente si no llueve.