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El testimonio de un paciente que se sometió a una cirugía bariátrica: "Es totalmente recomendable"

Conocido por su rol social dentro de la Asociación Atlética Banda Norte, Guillermo Gherro decidió en 2010 afrontar las limitaciones que la obesidad mórbida le imponía. Catorce años después admite que mejoró notablemente su calidad de vida pero considera que la cirugía sola no es solución si no se la complementa luego con hábitos saludables

El contador público Guillermo Gherro es el actual gerente de Administración de la Asociación Atlética Banda Norte y es en las oficinas del Club donde recibe a Salud & Ciencia para compartir su testimonio respecto a las mejoras en la calidad de vida que logró tras someterse a una cirugía bariátrica.

“Mi vida antes del bypass gástrico, hablando mal y pronto, era un desastre. Y digo ‘un desastre’ porque estaba limitado en todo tipo de actividades. Por ejemplo, la más mínima actividad que a un ser humano se le ocurre, que es atarse los cordones, uno obeso mórbido no lo puede hacer. No podía jugar con mis hijos, no podía hacer deporte o subía a un avión y no entraba en el asiento. Y te cuento cosas pequeñas para que la gente tome dimensión de lo que no se puede hacer”, inicia su relato Gherro.

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Para agregar: “En ese contexto fue que hice una consulta con los doctores Claudio Moscone y Andrea Pagliaricci, de Gastromed, y me comentan que estaba la posibilidad de realizar un bypass. Por esos días, yo estaba con una glucosa muy alta justamente por el exceso de peso y junto a mi familia tomé la decisión de operarme”.

-¿Cómo fue el inicio de ése proceso?

-Cuando empecé los controles, los empecé todos yo solo porque sabía lo que podía llegar a pasar. Mi familia también lo sabía, pero no tanto, y en la última consulta con el cardiólogo, que fue Marcelo García, me dijo claramente que la cirugía para mí, no era una opción sino una obligación porque “en cualquier momento me moría”, literal. No es para asustar a nadie, pero un sobrepeso como el que yo tenía, que llegué hasta los 175 kilogramos el día que me operé, me producía un montón de problemas cardíacos y pulmonares.

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-¿Qué implicó la preparación?

-En marzo de 2010 empezaron los controles y se programó la cirugía para el 21 de julio de ese año. Obviamente, la base fundamental de todo esto fue el psicólogo. En mi caso, me atendió la licenciada Analía Fassano que trabaja con el mismo equipo y es la profesional que da el apto para que los cirujanos operen, porque acá no te podés operar sin ese consentimiento. Así que me operé, en mi caso con cirugía abierta y no con laparoscopía. Fueron 14 puntos de sutura y al día 7 ya volví al estudio donde trabajaba, o sea, subiendo escaleras y todo. Eso sí, con todos los cuidados y recaudos correspondientes.

-¿Cómo fue el postoperatorio?

-No te digo que los primeros días fueron fáciles porque uno tiene que aprender a comer de vuelta. No se olviden que esto es una prótesis que se pone en el esófago y que además de achicar el estómago tiene que pasar la comida por un conducto finito. Yo comía todo licuado o queso blando en pote, por ejemplo, hasta que pasaron cuatro o cinco meses en que uno empieza a acostumbrarse a comer de todo, pero en pequeñas cantidades. Después de la cirugía tuve que seguir unos seis meses yendo al psicólogo “porque uno sigue teniendo el alma de gordo” y quiere comer más. Y comer de más, en esos primeros días, es muy contraproducente. Durante los primeros seis meses del postoperatiorio se hacen controles mensuales, luego cada seis meses y a los 5 años empiezan los controles anuales. Los profesionales van viendo la curva de vitaminas y demás, y van suplementando, dependiendo lo que el cuerpo necesite.

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-¿Cómo fue su experiencia con las actividades cotidianas?

-Los dos o tres primeros meses luego de la operación es como que te sentís sin energía. No te olvides que venís de comer 4.000 calorías por día y que uno pasa a comer tres cucharadas de queso. Los primeros tres meses, sentís que estás cansado que te falta energía. Por eso te suplementan con albúmina de huevo y con unas inyecciones especiales de vitaminas. Es ahí que uno tiene que acostumbrarse a decir: voy a dar una vuelta a la manzana y a tratar de dar una vuelta de manzana. El problema es que uno miraba la manzana y la cabeza lo quería hacer, el cuerpo no te daba, hasta que se empieza a comer un poco más y a suplementarte un poco más. Sinceramente, yo no lo sufrí para nada, porque me ayudó mucho mi modo de ser, de tomarme las cosas muy a pecho y pegarle para adelante. A los tres meses ya estaba caminando cuatro vueltas en el parque Sarmiento. Me cansaba y me fatigaba, pero bueno, eso fue lo que me mantuvo la cabeza limpia.

-Cuatro años después, volvió a entrar al quirófano ¿por qué?

-Los primeros seis meses después del bypass, había bajado 40 kilos, que es lo que denominan “el shock”, digamos. Hasta que después llegué a bajar 65 kilos, a un peso de 100 kilos. Fue ahí que empecé a mantener el peso entre 100 y 110 kilogramos y decidí consultar a Andrea (Pagliaricci) y a Claudio (Moscone), para analizar la posibilidad de mejorar otro poquito la calidad de vida sacando todo lo que se denomina los colgajos. Mucha gente dice que es una cirugía estética pero no creo que sea tan así. No es lindo convivir con un colgajo que te llega hasta la rodilla, que te tenés que poner la ropa interior con eso adentro, que generan hongos y empiezan las eczemas, o querés correr o jugar al tenis y se te mueve todo. Andrea me derivó con una médica cirujana especialista, Cinthia Akike, y ella me explicó bien cómo era todo y me aclaró que esa cirugía era más complicada en cuanto a recuperación. Por ejemplo, con el bypass, yo volví a trabajar a los siete días y con la cirugía reconstructiva volví a los 27 días. Fue una cirugía grande que requirió que uno esté al principio casi inmovilizado y con ayuda de todo tipo pero cuando después se empiezan a ver los resultados y dejamos de ver toda esa masa colgando es muy beneficioso para la salud.

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-¿Cómo te sentís hoy, 14 años después de la primera cirugía?

-Yo sigo en contacto con el equipo que me operó, es más, tengo una tos y le escribo a Andrea (sonríe). Desde 2021 tuve una re ganancia de peso producida por un problema colateral de la vacuna del Covid que en mi caso modificó un cromosoma y me provocó coágulos en las piernas. Actualmente estoy con una trombosis venosa profunda, con controles y demás, pero hace tres años que no puedo caminar más de 10 cuadras porque mis piernas se ponen duras y eso va en contra de lo que es la operación, que requiere actividad física. Pero lo fuimos tratando y te diría que estoy casi a punto de volver a jugar al tenis, que es lo que me gusta. A modo de conclusión, creo que hay que ponerse en la cabeza que la cirugía sola no te soluciona la vida, la cirugía es un elemento más. De ahí en adelante, debemos ocuparnos en hacer los controles correspondientes, en comer como corresponde y en hacer actividad física. El resultado final es totalmente recomendable.