Rostros y Rastros Eliana Lario Papaño | juego | movimiento

Niños en movimiento: la importancia del juego

Durante los primeros años de vida, el juego se transforma en una actividad crucial que contribuye al pensamiento, desarrollo del lenguaje y habilidades sociales. En el último año las formas de juego han cambiado, volviéndose más sedentarias debido al aislamiento social. Hoy te contamos la importancia del juego en la infancia y como reactivarlos en este contexto

Parece ser una obviedad decir que los niños necesitan jugar, no solo para entretenerse sino también para desarrollar habilidades. En el último tiempo, debido al confinamiento, las situaciones de juego se han visto reducidas en gran medida a actividades más sedentarias. Según los expertos, el juego es una importante herramienta de aprendizaje y constituye un derecho fundamental de la primera infancia. En diálogo con Rostros y Rastros, la Lic. en Psicomotricidad, Eliana Lario Papaño - MP:12449 (@ambitosalud), afirmó “el juego y el movimiento corporal en el niño, son los principales mecanismos que tiene para elaborar diferentes experiencias, asimilar y acomodarse al medio que lo rodea”.

Desde el año pasado el ciclo lectivo y la mayoría de las actividades, a causa de la emergencia sanitaria declarada a nivel mundial por el avance del coronavirus, nos impuso un aislamiento social preventivo y obligatorio en donde grandes y chicos debimos quedarnos en casa. Los niños han sido privados de la actividad de jugar afuera y con otros, reemplazando esos momentos con juegos en sus casas, con sus familias, en solitario. Según Lario Papaño, “el juego en su faceta más rica es el que se produce con los pares, ya que le posibilita la interacción, el intercambio e identificarse con otros niños y niñas”.

Debido al cambio de rutinas vividas desde el año pasado ¿Cómo aprende un cuerpo sin movimiento?

- El cuerpo y el movimiento cumplen un valor fundamental en la vida de todo ser humano. Nuestro esquema corporal es el principal medio de comunicación e intercambio y el cual nos permite construir la relación con nuestros pares, el entorno que nos rodea. Dentro de este desarrollo es el juego y el movimiento, en donde el niño elaborar diferentes experiencias, que le permiten asimilar y acomodarse al medio que lo rodea. Al jugar, los niños interactúan con su entorno y representan su diario vivir, transformándose en experiencias lúdicas, dinámicas y que provocan el goce en el niño.

¿Por qué “jugar” es tan importante en el desarrollo del niño?

- En la primera infancia, el niño aprende de manera natural y espontánea aquello que necesita para desarrollarse a sí misma. Lo hace a través del juego que le produce placer y le incita a repetir una y otra vez los movimientos hasta que los automatiza. Cuando aprenden a dominar su cuerpo son capaces de conocer y controlar mejor tanto las emociones como los pensamientos.

El juego, es un lenguaje corporal, un medio de aprendizaje y una vía que posibilita la elaboración de experiencias y situaciones vitales que le servirán a lo largo de toda su vida adulta. A través del juego, se ponen en escena “situaciones de falso riesgo”, donde las emociones son elaboradas y no dependen de un miedo real. Mediante el juego, el niño representar, intercambia roles, simbolizar y descargar por medio del movimiento. Son necesarios ya que disparan los dispositivos más importantes que tiene el niño para vivir su cotidianidad. Cuando el momento lúdico y de esparcimiento se restringe, se pierden importantes medios de aprendizaje, como así también posibilidades de elaboración subjetiva de diversas situaciones.

Tipos de juegos

- Cabe destacar que los juegos tienen diversas clasificaciones, pero una de las más importantes es los llamados juegos de crianza, que son esos momentos de disfrute y conexión donde las dos partes: adulto e hijo. Los juegos de crianza significan momentos recreativos y de aprendizajes que conforman los cimientos de nuestro desarrollo. Estas primeras instancias de intercambio se establecen entre el niño y el adulto vislumbrando con el tiempo el estilo propio de cada ser humano en relación a sus formas peculiares de manifestarse. Son "acuerdos" espontáneos generadores de vínculos y de matriz lúdica que luego se comparte con otros y que permanecen en nuestras vidas cambiando, de formas, hasta llegar a la adolescencia.

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Con el paso de los años el juego evoluciona, esta transición se ve claramente cuando pasamos de usar al propio cuerpo como instrumentos y lo sustituimos por nuevos objetos recreativos.

¿Qué pasa con el juego en el adulto?

- Compartiendo con un niño, el adulto encuentra un pretexto justo para salir de su rol y aprovecha para correr, saltar, girar, trepar, mecer, esconderse, cantar, cuyas acciones fue dejando de lado por las obligaciones cotidianas que los abruma. El adulto utiliza estos como la puerta de acceso a un recreo de la vida adulta y regreso a su niñez, reencontrarse con ese infante que fue, quien estaba en activo movimientos y aprendizajes, con el cual se comunicaba sin importar ni esperar, la aprobación social.

A partir del año pasado, la cuarenta hizo que las formas de juego cambiaran, ¿Qué consecuencias trajo?

- La virtualidad puso a nuestros cuerpos en espera, en quietud, restringiendo la posibilidad de manifestarnos a través del movimiento. Esto trajo aparejado situaciones estresantes, coartando la capacidad de simbolizar, de imaginar y crear que aparecen en el juego infantil. Los juegos se volvieron sedentarios y digitales. La virtualidad alejó al niño del contacto, del encuentro con otros, un otro necesario, en donde este puede comunicar con su cuerpo, sus miradas, sus gestos, su respiración, sus cercanías, sus lejanías y sus silencios. El lenguaje corporal nos brinda la posibilidad de empatizar, de reconocernos con y por medio de ese otro con el que comparto ese juego.

¿Cómo podemos hacer como adultos para cambiar esta realidad?

- La vorágine laboral de los adultos; el poco tiempo que nos queda después de las clases virtuales y el home office, entre otros, nos deja agotados. Nos demanda un extra de atención y muchas veces quedamos sin energías para hacer algo más. Yo sugiero que en lugar de volver a las pantallas o juegos digitales después de las clases por Meet o Zoom o simplemente de forma recreativa en estas vacaciones, les enseñemos a nuestros hijos, sobrinos, nietos, cuáles eran nuestros juegos favoritos cuando teníamos su edad. Podemos también estimularlos con juegos de mesa de nuestra infancia.

Busquemos la manera de activar nuestros cuerpos para promover al 100% nuestra mente. Permitámonos, junto a nuestros pequeños, dejar salir también a nuestro niño interior, nos hagamos ese tiempo, juguemos con las nuevas generaciones, siendo el acceso a que experimenten la adrenalina que se siente cuando la "piedra no cae dentro de la baldosa", la emoción y competencia de correr lo más rápido posible para no ser el próximo en buscar, jugando a las escondidas; que sientan la ansiedad que genera el no saber por dónde ir cuando sos el "gallito ciego" y ni hablar de la euforia que brota por los poros en las carreritas de embolsado, concluyó.

Por Julieta Varroni