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"¿Alguien tiene un lector de CD?" y otras apostillas de la mañana

Parecía un arranque con todo bajo control porque, tal como se anunció, a las 10 en punto de la mañana en la Sala de Situaciones de la Municipalidad comenzó el acto de apertura de sobres de las propuestas presentadas por las tres empresas que compraron los pliegos para competir por el servicio que la ganadora podría prestar por casi 10 años en la ciudad. Es que el pliego tiene un plazo poco usual como punto de partida: establece que la ganadora operará el transporte urbano por 83 meses, lo que implica 6 años y 11 meses. Más una posible prórroga de 36 meses más que le podría otorgar el Departamento Ejecutivo. Es decir que quien gane esta licitación podría prestar servicios hasta 2032.

Pero la puntualidad no fue para todos igual. Cuando se había abierto el primer sobre y comenzaba a controlarse la documentación presentada por SAT, irrumpió a paso agitado en la sala el concejal Pablo Carrizo, de Política Abierta, integrante de la comisión evaluadora. Eran las 10.14.

Después de chequear la presentación del sobre N° 1 llegó el primer pedido de los representantes de la empresa de San Luis, SolBus, que plantearon la necesidad de controlar que la SAT haya incluido en fomato digital toda la documentación presentada en papel. Eso era una exigencia del pliego, pero estaba pasando desapercibida hasta ese momento. Entonces las autoridades tomaron la carpeta y sacaron un CD que venía adjunto y surgió el primer inconveniente de la mañana: la notebook que se venía utilizando para labrar el acta no tenía lector de CD. Y comenzó el apuro por resolver el tema. Lo cierto es que finalmente los propios representantes de SolBus echaron mano a una notebook que tenían dentro de un bolso y que contaba con lectora de CD para proceder a chequear la información. Todo estaba en orden y lo mismo que aparecía en las carpetas había sido incluido en formato digital.

No pasó lo mismo con la segunda oferta de TransBus, que no incluyó el domicilio legal requerido en la ciudad de Río Cuarto, ni el soporte digital, ni la garantía que pedía el pliego. Para completar, no estuvo presente tampoco ningún representante de la empresa de Villa María, cuya participación en la licitación estaría sentenciada.

Luego llegó el turno de abrir la propuesta de SolBus, que tuvo su particularidad porque apareció sobre la mesa dentro de una gran caja que hizo esforzar al secretario de Servicios Públicos, Marcelo Bressan, para poder abrirla. Una vez logrado el cometido, tijera en mano, se repasó toda la documentación presentada en biblioratos que en la tapa tenían la imagen de la empresa. Fue el toque de marketing de la mañana. Y allí llamó la atención que en varias páginas consecutivas la firma de San Luis presentó documentación demostrando que no se encontraba “quebrada, concursada o inhabilitada” para participar de la licitación. Lo hizo notar el asesor de la Fiscalía Municipal, Fernando Pérez, que era el encargado de ir pasando las fojas y tomando nota de sus contenidos para incluir todo en el acta final que se iba a firmar. Y luego vinieron las objeciones que SolBus hizo sobre las otras dos participantes y el pedido para que les rechacen las ofertas.

Finalmente llegó un inesperado extenso capítulo vinculado a la impresión del acta. A las 11.45 se dispuso dar por terminado el procedimiento, se redondeó la redacción y en un pendrive se envió a imprimir a una oficina cercana porque en la sala no había impresora. Una de las asistentes fue y regresó a los pocos minutos con las copias. Pero, cuando Bressan comenzó a leer para cotejar que todo estuviera bien, se encontró con que estaba mal puesta la hora en el primer renglón. Hubo que empezar de nuevo. Se rompió el acta, se corrigió y se volvió a enviar a la oficina el pendrive. Al regreso detectaron más errores que debieron ser subsanados con nuevas impresiones, hasta que finalmente, después del tercer intento, iba a empezar la firma, pero ya eran las 12.40 y hubo que volver a cambiar la hora al comienzo del acta.