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Cuando no hacer nada se convierte en un problema grave

La Secretaría de Energía permaneció sin política activa desde que llegó el gobierno de Alberto Fernández. Eso no sólo impacta en lo estrictamente energético, sino también en muchos planos económicos como balanza comercial, tarifas e inflación

“¿Cuéntennos cuáles son las dificultades que están teniendo como sector?”. La frase fue lanzada la semana pasada desde una de las sillas que rodeaban una mesa integrada por representantes de las empresas de biocombustibles de la Argentina y las flamantes autoridades que acababan de desembarcar en la Secretaría de Energía de la Nación, luego de que esa cartera pasara casi 9 meses con funcionarios que no avanzaron casi en ninguna política ni decisión y fueron reemplazados. Hasta que las nuevas autoridades asumieron pasó más de un mes, por una disputa insólita por la banca de Neuquén que ocupaba el actual titular de Energía, Darío Martínez.

El exlegislador patagónico completó su equipo en las últimas semanas, y al parecer aún no terminó de interiorizarse sobre lo que ocurre en los múltiples sectores que integran la cartera.

La sensación de los representantes de las cámaras empresarias fue la de una mayor preocupación que la que tenían al ingresar a la sala. Pero además, esa sensación se agravó cuando al finalizar la descripción solicitada, la respuesta fue “les pedimos tiempo para analizar el tema”.

“El problema principal es que pasó casi un año y ahora nos reclaman tiempo para analizar lo que nos pasa como sector de biocombustibles. Y si algo ya no tenemos es tiempo!”, advirtió uno de los dirigentes que formaron parte del encuentro.

En Villa María hay un ejemplo adicional que marca lo que implica una cartera estratégica como Energía con una parálisis casi de un año. La planta de la etanolera AcaBio tuvo un accidente a comienzos del mes pasado con el incendio de una de las torres de enfriamiento que estaba construyendo en su plan de ampliación. Eso hizo que la producción se detuviera por un tiempo y luego necesitara de la habilitación de la Secretaría de Energía para volver a vender alcohol a las petroleras. Casi a un mes del incidente, no logró aún que le dieran luz verde desde esa cartera y sigue sin poder despachar.

Es decir, mientras desde amplias esferas del Gobierno y sus aliados se remarca la necesidad de avanzar en estrategias de producción menos agresivas para el medioambiente, algo de lo cual también tuvo como guión la novela de Entre Ríos y el campo de los Etchevehere en las últimas semanas, con Juan Grabois y el Proyecto Artigas, hay otras con capacidad de decisión que no terminan de resolver cuestiones centrales para abonar esos objetivos.

La Secretaría de Energía, lejos de estar abocada a planificar el futuro de un área cuya relevancia es de carácter mundial por el impacto de los gases de efecto invernadero, no termina de resolver su integración y de ponerse al día con las distintas problemáticas que existen en su órbita en el país. Ya en una nota publicada por este diario, el exsecretario de Energía Jorge Lapeña había advertido que el Gobierno no tenía “gestión energética”.

Ya en el cierre del año, no son pocos los desafíos que se avecinan para el área. Por mencionar apenas un par de ellos: las tarifas de luz y gas que permanecen congeladas y que, según anticipó el flamante secretario Martínez, dejarán de estarlo. Por eso la política energética no incluye sólo el plano del abastecimiento. Está estrechamente vinculada con la producción, con la balanza comercial y los dólares, y con la inflación, entre otros campos de relevancia.

¿Qué pasará si el Gobierno comienza a subir las facturas de los servicios? Eso claramente estaría influenciado por el ministro Martín Guzmán, que ya no sabe por dónde más intentar recortes para equilibrar las cuentas que le quiten parte de la presión que tiene para financiar el déficit fiscal del año próximo. En muchos lugares que intentó pasar la tijera encontró resistencia política, pero deberá lograrlo si es que no quiere tener que redoblar la emisión monetaria -con lo que ello implica- ante la falta de oportunidades de crédito internacional, al menos hasta que cierre un acuerdo con el FMI. La emisión, a su vez, recalienta la inflación, presiona sobre el tipo de cambio y ese combo impacta en el plano social con más pobreza y deterioro del salario.

Energía es clave y hasta aquí la gestión de Alberto Fernández parece no admitirlo. Pasó 10 meses sin ningún avance cuando estuvo a cargo de Sergio Lanziani, al que le pidieron la renuncia el 21 de agosto. Más de un mes después, asumió Martínez, que completó su equipo en las últimas semanas.

El caso de los biocombustibles tuvo además un contraste importante en Córdoba y Santa Fe. La falta de definiciones a nivel federal llevó a ambas jurisdicciones a impulsar leyes que promuevan el uso y el consumo de biodiésel, bioetanol y biogás. La intención es sostener sectores estratégicos para ambas provincias, capaces de transformar su materia prima en energía y fomentar desarrollo en el interior y promover la economía circular con empleos de alta calidad. Mientras, a nivel nacional, la ley de promoción que impulsó el expresidente Néstor Kirchner llega a su fin en mayo y lejos de ir por más, de profundizar los logros que permitió en el país con una nueva norma que levante la vara, el oficialismo decidió postergarla por 4 años más. Córdoba quería que como máximo la prolongación fuese por un año para aprobar una nueva que potencie la anterior. No pudo ser, el Senado ya le dio media sanción y giró a Diputados la prórroga. Los sectores petroleros festejaron la decisión del Congreso.

Gonzalo Dal Bianco. Redacción Puntal