Lo que inicialmente se pensó como inversión para albergar un supermercado o una concesionaria automotriz, mutó su concepción en el mismo proceso de construcción para materializarse finalmente en un coworking.
Los mismos promotores indagaron en la posibilidad de convertir el edificio en un espacio de gerenciamiento propio y un análisis del mercado los llevó a inclinarse por esta tipología que ya está más arraigada en los países del primer mundo.
Laura y Pablo Minardi son hermanos y son los encargados de tomar las riendas de esa inversión familiar para poner a rodar un emprendimiento innovador denominado MindsetCoworking. Junto al arquitecto Gastón Gelain, comentan a Puntal ADC cómo se plasmó la mutación de aquella idea original hasta convertir el edificio de avenida Castelli al 1800 en un espacio de trabajo en comunidad.
La idea original contemplaba una gran superficie despejada de columnas en planta baja, con un espacio de oficina y un núcleo húmedo en el fondo, y un sector de oficinas en el sector frontal de planta alta con otro núcleo húmedo en ese primer nivel.
“Los puntos duros, como por ejemplo los núcleos húmedos, eran las únicas condicionantes. Así que sobre eso tratamos de sacar el máximo provecho para ordenar oficinas, salas de reuniones, espacios comunes y circulaciones”, señaló Gelain.
Con esa condicionante comenzó el proceso de conversión, que a la vez fue experimentando cambios sobre la marcha, a los fines de atender la realidad del trabajo de coworkers en el interior del interior del país.
“El primer plan de coworking era mantener tres oficinas arriba con una sala de reuniones y abajo hacer oficinas de menor tamaño y unos 60 espacios comunes para trabajo. Pero con mi hermana, que estaba viviendo en Córdoba, averiguamos cómo era la realidad en otros coworking de esa ciudad y consideraron que pensar 60 espacios comunes iba a ser una exageración porque la gente aún no está acostumbrada a trabajar de esa manera, algo que en Barcelona sí pudimos observar, en lo que fue nuestra exploración previa a través de internet. Todo eso motivó un nuevo cambio de planes”, señaló Pablo.
La reconversión
En la reconversión se hizo especial hincapié en la funcionalidad del edificio. Se definieron espacios de trabajo individual, oficinas privadas y espacios de apoyo, como la sala taller que a la vez puede transformarse en sala de reuniones.
En el espacio común hay escritorios personales de 80 centímetros de ancho por 63 de profundidad; en lo que son los lugares “point”, esos espacios de trabajo se amplían a 90 por 67 centímetros y en las denominadas “Clicksoffices” son espacios de 1,20 metro por 60 centímetros y funcionan las 24 horas. A la vez, se definieron oficinas en planta baja y alta con capacidad de dos a tres ocupantes.
Un acceso independiente al primer piso permite ofrecer un servicio para el uso apto durante las 24 horas -fundamentalmente para quienes presten servicios al exterior en países con diferencia horaria-, mientras que ambas plantas se mantienen intercomunicadas en horario comercial diurno.
Todo ello se complementa con una recepción, un área de descanso y recreación, un bar y un patio abierto, sumado a la batería de sanitarios tanto en planta baja como en el nivel superior.
“La esencia del coworking es la sinergia que se produce por estar en un lugar así. Es por ello que si lo único que nos interesa es tener un espacio, un garaje o un departamento en el centro también lo pueden satisfacer. Pero si además de tener un lugar cómodo te sirve tener una interacción con el resto, eso brinda la posibilidad de explotar aún más cada negocio personal, porque los otros coworkers pueden pasar a ser clientes, proveedores o entre los mismos coworkers se pueden formar equipos”, indica Pablo.
Y agrega: “Y como gerenciadores del lugar, nos proponemos que se logre eso y para ello brindamos los medios para que se dé esa interacción. Por eso tenemos el bar, el patio o el living, para que puedan encontrarse con otras personas”.
Otro de los desafíos estuvo dado por la provisión de servicios a cada uno de los espacios de trabajo sin que ningún cableado quedara a la vista.
“Se trabajó mucho en infraestructura de servicios tales como internet, señales débiles, electricidad, iluminación, cámaras de vigilancia y hasta acondicionamiento climático. La idea es que el día de mañana el edificio pueda crecer una planta más y técnicamente el edificio puede responder a esas necesidades”, sostiene Gelain.
El diseño interior
Tanto el mobiliario como la iluminación y la decoración general están pensados para lograr un ambiente laboral amigable.
Laura Minardi explica que se vieron atraídos por las intervenciones que artistas hacían en espacios de este tipo en Barcelona, España, por lo que encomendaron una tarea similar a una artista plástica local.
Fue Gisela Anselmi a quien se le encomendó la tarea de interpretar el concepto que perseguían los emprendedores y en el trabajo conjunto a Laura aplicar en cada ambiente una impronta propia.
“Realmente captó la idea que teníamos y con el paso del tiempo las intervenciones fluían con mayor rapidez”, señaló Laura.
Y añadió: “Con mi hermano somos muy distintos pero nos complementamos. Los diseños de las oficinas, los murales, el logo y la estética en general, todo tiene una impronta nuestra y de cada uno de los profesionales que estuvieron a cargo de cada desarrollo. Y esa es un poco la idea de coworking que queremos generar, la de comunidad”.
Por Javier Borghi