Se realizó, con una gran audiencia en el Aula Magna de la Universidad de Córdoba, la segunda jornada de Innovación Educativa y Tecnologías Emergentes.
En esta oportunidad estuvieron presentes el doctor Gustavo Elorza, quien se especializa en Tecnología Educativa y líder del Aprendizaje por la Universidad de Harvard; también, el doctor Alberto Utrera, quien estuvo en la primera jornada, especializado en Entornos Virtuales y Espacios de Trabajo Colaborativo y líder de Proyectos de Innovación Educativa y Tecnologías Emergentes.
Además estuvieron los licenciados, Pablo Rodríguez Colantonio, director general de Educación y Relaciones Territoriales de la Municipalidad de Córdoba; y Romina Yppolito, especialista en Educación e investigadora en Innovación Educativa y Tecnologías Emergentes.
A su vez, disertó la subsecretaria de Coordinación Educativa Municipal de Córdoba, la profesora María José Viola.
La disertación fue de manera libre y gratuita para todo el público, en ella se hizo hincapié en que la integración de la innovación educativa y las tecnologías emergentes permiten en el aula dos objetivos: promover la comunicación y lograr una interacción con el mismo lenguaje del profesor y el estudiante, el resultado de una buena comunicación es una buena educación.
Yppolito, una de las disertantes, destacó que pese a tantos avances en el mundo, no han impactado en la educación y en las aulas.
La licenciada e integrante de Teknogógicos presentó una charla bajo el nombre de Innovación dirrumptiva: Nuevos Escenarios de Aprendizaje, en la que remarcó que las aulas deben contener las necesidades y usos de los estudiantes del siglo XXI.
“Nuestra propuesta es la de transformar los espacios aúlicos para que tengan sectores con puff en los que el estudiante pueda trabajar cómodamente”, señaló Yppolito y agregó: “No necesariamente el estudiante tiene que estar sentado con un lápiz y una carpeta para estudiar, hoy, sentado en un puff con una tablet, él puede ser altamente productivo”.
La propuesta aúlica que se planteó en esta jornada consta de un trabajo en equipos chicos, en los que cada uno esté realizando actividades y utilice un proceso cognitivo diferente al del otro grupo.
A su vez, se remarcó que el aprendizaje socio-emocional del estudiante es lo fundamental en el aula y en el trabajo del docente en la educación, lo que permite en el adolescente desarrollar habilidades que van a ser necesarias para su vida.
“Es posible innovar en el aula con sólo un celular por equipo, no hacen falta grandes artefactos tecnológicos, a veces es más ingenio que presupuesto lo que hace falta”, dijo Yppolito.
La tecnología como facilitadora
La tecnología es una herramienta vital para la vida diaria de cada una de las personas, por lo que los especialistas apuntan a por qué no se encuentra en las aulas.
“Hoy se han invertido los roles respecto a la tecnología, los padres les preguntan a sus hijos por el excelente manejo tecnológico que tienen y hay que aprovecharlo en beneficio de su propia educación”, apuntó la licenciada Yppolito y sumó: “Los docentes del siglo XXI deben trabajar desde un cambio de actitud, por lo que también hay que pensar en qué significa educar y cómo hacerlo en estos tiempos, en los que la tecnología es parte de la vida diaria de los adolescentes, no podemos prohibirle el celular cuando ellos son nativos digitales que desarrollaron otra manera de pensar”.