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La Ficha Limpia que ensució a Milei

La imagen del Presidente se asienta en dos pilares:la inflación y la antipolítica. El pacto con el kirchnerismo puso en crisis su universo simbólico. El Pro busca aprovechar. Llaryora, con Ficha Limpia propia

El gobierno de Javier Milei se acerca a su cumpleaños. Y llega, en términos de imagen, considerablemente mejor de lo que podría esperarse después de haber aplicado un ajuste feroz que provocó una recesión de la que todavía no se avizora con claridad una salida. Hay meses en que los principales indicadores parecen recuperarse, pero después vuelven a caer. Por ejemplo, el consumo en los supermercados viene de desplomarse un 12,8% y las ventas de autos se derrumbaron el 20,5% en noviembre. El poder adquisitivo del salario está en el peor nivel de los últimos 30 años.

Sin embargo, a pesar de todo, ahí está Milei, que llegó al poder sin un partido que lo sostuviera, con un nivel de aceptación que le permite avanzar política y económicamente. Tiene dos grandes activos, dos pilares sobre los que se asienta. Uno es el combate a la inflación, que le está rindiendo. El peronismo nacional jamás alcanzó a interpretar que esa era la clave, que había un hartazgo por la alocada y constante suba de precios. John Kenneth Galbraith escribió que cuando existen períodos de alta inflación, la gente acepta perder algunas conquistas con tal de que haya un remanso de estabilidad. Exactamente eso parece estar pasando en Argentina.

El otro activo de Milei es su discurso, no en contra de lo que puede entenderse como casta en general -el mileísmo redefine ese término constantemente-, sino contra la política tradicional. El Presidente y su ejército de trolls han ejercido una ofensiva constante contra “los políticos”, “los privilegios”, “los ñoquis”. Su prédica suele ser una mezcolanza carente de criterio y discernimiento, pero que, en este estado de cosas, construye sentido y, sobre todo, le da resultado. Y si hay un subgrupo que conforma en el imaginario mileísta todo lo que no hay que ser, todo lo que debe ser erradicado, es el kirchnerismo. Para el discurso público de Milei, en el ADN de ese modelo de gobierno que prevaleció durante 20 años hay una raíz criminal: por su método de ejercicio del poder, pero, sobre todo, por su concepción de la economía y de la sociedad.

Al Gobierno no le reprochan tanto no haber permitido que la Ficha Limpia avanzara, sino que hubiera pactado con aquellos que dice combatir.

Por eso, lo que ocurrió en Diputados con el proyecto de Ficha Limpia provocó tanto impacto negativo en la opinión pública y, sobre todo, en un ámbito en el que La Libertad Avanza se ufana de dominar a su merced:las redes. Esta vez, en ese terreno, perdió.

Y no influyó tanto el proyecto en sí. El reproche no fue que la Ficha Limpia, que dejaría imposibilitados de ser candidatos a los ciudadanos condenados por corrupción en segunda instancia, se haya caído y perdido estado parlamentario, sino que el proceso político equiparó a Milei con la casta de la que tanto abomina. Por eso el Gobierno se equivoca argumentalmente cuando dice que 8 de sus diputados no bajaron a dar quórum porque el proyecto, tal como estaba, era atacable judicialmente. No es la letra del articulado lo que está en discusión, sino su actitud evidente de negociar y acordar con eso mismo que dice combatir.

Ese pacto con el kirchnerismo, que los radicales y algunos diputados peronistas como Carlos Gutiérrez denunciaron abiertamente, lo menoscaba en uno de sus dos pilares: el simbólico.

Además, el episodio exacerbó una grieta que tenía sus temporadas:a veces se abría, a veces parecía atenuarse. El macrismo, que ha perdido soldados en el altar del mileísmo, pero sobre todo ha sufrido una profunda crisis de identidad y de ubicación, comenzó a explorar una diferenciación anclada en la dimensión ética de la política. Puede parecer curioso por su historia familiar y personal, pero Mauricio Macri intentó erigirse en las últimas horas en el faro moral de la derecha, como el dirigente que puede arrebatarle a Milei la antorcha que dejó en el camino. Si le da resultado o no, aún está por verse. ¿Qué busca el expresidente?¿Revitalizar a su partido y convertirlo otra vez en una opción electoral de peso?¿O sólo condicionar al Gobierno, como lo viene intentando desde hace un año, para negociar con él en un terreno menos desfavorable?

La Libertad Avanza se está mostrando reacia a aceptar sociedades, al menos electorales. Pretende robustecerse por sí misma. Y hay números que parecen darle la razón. Si hubo un bastión del macrismo, fue Córdoba. El eximio jugador de Bridge llegó a alzarse con el 70% de los votos en la provincia. Sin embargo, es tiempo pasado. Una encuesta reciente señala que, al menos en el sur provincial, lejos de sumarle, el Pro le restaría al mileísmo. Según un trabajo de Cognitio Analytics, una encuestadora que midió con precisión el escenario previo de las elecciones municipales en Río Cuarto, La Libertad Avanza encabeza las preferencias y tiene actualmente una intención de voto del 36% en el Gran Río Cuarto, pero cae al 33 cuando se mide al mileísmo en una eventual alianza con el Pro. En otro escenario, esa misma alianza cede incluso hasta el 31 por ciento.

Al menos en el sur provincial, Milei es más fuerte si va solo. Macri le pianta votos.

El escándalo por la Ficha Limpia se convirtió en una oportunidad no sólo para el Pro, sino también para otras fuerzas políticas. Gutiérrez denunció un pacto, no en un arresto individual, sino como parte de una estrategia del PJ cordobés para tratar de generarle algún grado de desgaste político al Presidente.

El oficialismo provincial, con Martín Llaryora y Juan Schiaretti, apuesta a diferenciarse de Milei con la mirada puesta en el 2025, pero necesita encontrar ejes en los que mostrarse distintos. Uno es la inexistente política productiva del gobierno nacional;otro es, a partir de lo que ocurrió en el Congreso, la Ficha Limpia.

El llaryorismo apostará en las próximas semanas por el contraste en ese punto. “Córdoba va a tener Ficha Limpia”, dice Miguel Siciliano, jefe del bloque oficialista en la Legislatura y autor de uno de los dos proyectos que desde hace 4 meses se discuten en la Unicameral.

El gobernador pretende que la iniciativa avance y, además, que haya un acuerdo con la oposición para que se vote un proyecto consensuado. Según el oficialismo, ese acuerdo está muy avanzado.

El llaryorismo apostará al contraste y a que Córdoba tenga su Ficha Limpia. La única duda es de tiempo:cuándo hay que aprobar el proyecto.

La única duda que sobrevuela es estratégica. Hay quienes sostienen que el oficialismo tiene que aprovechar la coyuntura nacional y dar un golpe de efecto:que la Ficha Limpia se apruebe antes de fin de año y que Córdoba tenga lo que Milei frenó. Existe otra vertiente que se inclina por dejar pasar el tiempo y tratar la iniciativa recién en las primeras sesiones del año próximo. ¿Por qué?Para evitar la acusación de oportunismo. Por estas horas prevalece el análisis del posible impacto:que una movida pensada para ejercer la diferenciación no se convierta en un gol en contra.

En el oficialismo hacen números y creen que la Ficha Limpia cordobesa tendría al menos 51 votos de un total de 70. A Llaryora le interesa que ese número y ese consenso se conviertan en una vidriera.

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