Si hubiera que buscar una analogía entre el arquitecto Marcelo Joulia y su reciente megaobra “Sakura”, podría ser encontrada en las cualidades sudamericanas que distinguen a ambos.
Sakura: el megaedificio francés que es fiel reflejo de su creador riocuartense
El arquitecto Marcelo Joulia acaba de finalizar una obra de más de 30 mil metros cuadrados, que destinó casi un tercio de ese total a espacios verdes. El proyecto muestra rasgos en común con su mentor
Por un lado, las características personales de un profesional que vivió su adolescencia en Río Cuarto y que con “su gen argentino” le hace frente a los grandes desafíos que le imprime su labor cotidiana: por estos días, empezó a delinear un megaproyecto de 35 mil m2 de oficinas nada menos que frente a la emblemática torre Eiffel, en Francia.
Por el otro, dos características edilicias muy comunes en el diseño latinoamericano pero que marcaron la diferencia en su reciente obra emplazada al este de Francia: la incorporación de “ventanas que se abren” y favorecen la ventilación cruzada, y el protagonismo del espacio verde en el desarrollo de un proyecto de más de 30 mil m2.
“No sé si fue intuición o suerte, pero Sakura es un edificio bastante postcovid, pese a que fue planificado mucho antes de la pandemia”, cuenta a Puntal ADC el arquitecto Joulia, respecto de la obra que desde hace 6 meses ya es utilizada por 2.400 empleados del banco Societe Generale, la segunda entidad financiera más importante de ese país europeo.
El contexto de la obra
Antes de hablar de la obra en sí, es bueno conocer algunas cualidades socioculturales del entorno. Europa se caracteriza por el predominio de vientos del sector oeste lo que hizo que históricamente la burguesía se instalara en regiones del oeste mientras que las industrias del sector este, evitando así la exposición de las clases aristocráticas al humo propio de las chimeneas.
Con el paso de los años esas industrias pasaron a ser tecnológicas y con ello cesó la emanación de humo pero quedó marcada la huella urbana signada por la distribución de grandes rascacielos, torres de oficinas y sedes sociales en el sector oeste, y el incipiente crecimiento de backoffices, empresas IT y laboratorios en la región del este.
En ese escenario fue encomendado el estudio que encabeza el arquitecto Joulia para intervenir una esbelta y extensa parcela emplazada a la vera de las vías de un tren rápido que atraviesa el sector cada dos minutos y medio, en la ciudad de Fontenay, al este de Francia.
Y la idea de partido propuesta por el profesional con raíces riocuartenses se fundó en la construcción de un edificio cálido, simpático y amigable, que rompiera con los tradicionales grises o marrones que predominan en la arquitectura en altura francesa y que le diera un protagonismo central a los espacios verdes.
“Desde el principio Sakura es un edificio que pensé con muchísimos jardines, terrazas y balcones, en donde la proporción entre lo construido y lo verde, fuera mucho mayor al promedio normal de las edificaciones de este tipo en Francia”, cuenta Joulia.
Y aquella primera decisión es actualmente tendencia en proyectos de esta índole que se desarrollan en tiempos de postpandemia, donde los espacios abiertos cobran vital importancia.
“Salió un edificio muy postcovid porque todas las remodelaciones o nuevos espacios actualmente requieren de dos cuestiones esenciales: una, tener espacios verdes de esparcimiento, tales como jardín, balcón o terraza; y en segundo lugar, que las ventanas se abrieran, lo que para los sudamericanos puede parecer una cuestión común”, describe.
Es que en Francia, la totalidad de los edificios en altura construidos hasta hace dos años son herméticamente cerrados y la ventilación interior se logra de manera mecánica como así también el acondicionamiento.
“Hoy en día es tomado como un suceso enorme la posibilidad de abrir una ventana, porque se puede ventilar mejor y brinda tranquilidad al usuario frente a lo que dejó la pandemia”, aclara.
Estilo arquitectónico
La palabra “Sakura” deviene del idioma japonés y refiere al momento en que los cerezos están en flor. Joulia explica que se le atribuyó ese nombre a todo el complejo justamente por la preponderancia que adquieren los jardines y espacios verdes (más de 8 mil m2 del predio), en donde se plantaron varias especies de frutales.
“El estilo se define por sobre todas las cosas en nuestra intención de lograr que el edificio sea amigable y por eso se incorporaron detalles en amarillo, símil al oro, al punto que la pintura tiene pedacitos milimétricos de metal que brillan con la luz solar. A la vez, los ángulos en los vértices del edificio son redondeados y cuenta con vidrios bombeados que de piso a techo alcanzan una altura de 3,40 metros cada uno. Asimismo, el edificio es bastante simple, desde mi punto de vista”, sostiene Joulia.
Y puede que esa misma simpleza intrínseca lo haga entendible tanto para quienes lo habitan, que de manera inmediata se apropiaron de los jardines y el porsche como lugares de encuentro, como de los mismos habitantes de la ciudad, que vieron con agrado cómo el flamante edificio se adaptó a una trama urbana baja, y al punto que el mismo intendente de Fontenay ya encomendó nuevos proyectos al arquitecto. Así, Sakura es una obra que supo leer el entorno y la manera de ocupar un terreno difícil, y que lejos de concebir a los espacios abiertos como un gran vacío, le atribuyó un rol central de gran valor vivencial.
Javier Borghi
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