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"Prefiero una libertad peligrosa a una servidumbre tranquila"

María Zambrano y sus compañeras de la generación del `27 pelearon por su lugar en las letras y las artes. Las jugadoras argentinas, siguen su camino luchando por su espacio en las canchas

Esta semana se conoció el primer caso de coronavirus en el fútbol argentino. No fue en la rama masculina, por lo que pasó más desapercibido. Stephanie Rea, ar-quera de Excursionistas, es uno de los casos detectados en el barrio Mújica de la Ciudad de Buenos Aires. Maestra jardinera además de guardameta, comenzó a jugar como defensora en uno de los equipos del asentamiento ubicado en el corazón de la Capital Federal. "Sos una luchadora dentro del campo de juego y una gran docente. Vamos a estar acá para apoyarte y acompañarte", dijo un compungido Claudio Tapia en un vídeo en el que le mandó su apoyo a Rea. Ni lerdo ni perezoso, el reelecto presidente de la AFA se apuró a hacerle llegar sus saludos a la arquera. Hace poco más de un año, "Chiqui" vio como una oportunidad política al fútbol femenino y anunció el primer paso hacia la profesionalización. La entidad empezó a enviar 120 mil pesos mensuales a los 16 clubes que integran el campeonato de Primera del fútbol femenino, para que firmen contratos con un mínimo de ocho jugadoras.

Un año después de aquel anuncio, se produjo el advenimiento del coronavirus y el primer torneo semiprofesional de la historia quedó trunco. La AFA decidió dar por ter-minado el certamen femenino, suspendió los descensos y le otorgó a Boca, que venía como líder, el boleto a la Copa Libertado-res. Terminado el campeonato, comenzaron las dudas sobre el futuro de la actividad y si bien desde calle Viamonte confirmaron que los subsidios continúan, la in-certidumbre sigue.

Acostumbradas a la desigualdad, las jugadoras se movieron rápida-mente para no quedar afuera de las conversaciones entre Futbolistas Agremiados y la AFA. El miedo pasa por saber lo que ocurrirá con la actividad después de junio. No sólo por la renovación de los con-tratos, sino por la situación económica de los clubes. Serán meses de recursos escasos y hay muchas dudas sobre cómo se distribuirán entre el plantel masculino y el fe-menino. La preocupación primigenia es que la pandemia no sirva de excusa para que se den pasos atrás en los derechos conquistados.

Hace unos días atrás, la jugadora de Atenas Marianela Ponce, remarcaba en una entrevista con Puntal que se está hablando mucho de la vuelta del fútbol masculino, pero poco se decía del femenino. En la Liga Regional de Río Cuarto las mujeres supieron ganarse su espacio. La cantidad de equipos y juga-doras crece año a año, obligando a reestructurar torneos y reglamentos.

Los avances chocan todavía contra desigualdades. La falta de organización hace que las mujeres deban jugar en horarios margina-les. Ni hablar de la insuficiente o nula infraestructura o el hecho de que en muchas de las instituciones sean las jugadoras las que deban pagar para jugar.

El fútbol femenino no es una no-vedad en Argentina. En todo caso, lo que es nuevo es la visibilidad que han conseguido las jugadoras abriéndose paso a través de los resquicios que dejan una sociedad y un deporte machista. En 1971 un combinado albiceleste participó del segundo mundial de la historia en México. Las "Evas del fútbol", como las bautizó una revista en aquella época, pasaron las de Caín para llegar a la cita ecuménica. El equipo viajó sin botines, sin médico, sin masajista, sin entrenador y con una camiseta que al primer lavado ya no sirvió más. Termina-ron utilizando ropa deportiva que les donó la UTA (Unión Tranviarios Automotor).

Cinco de esas futbolistas se pre-sentaron en Río Cuarto unos años antes. El 25 de mayo de 1965, visitaron la cancha de Estudiantes con la camiseta de Tigre, para derrotar por 3 a 0 a Centro Cultural Alberdi en un amistoso. El Mercedario fue uno de los primeros clubes a nivel provincial en contar con un equipo femenino.

Fueron muchas las batallas que fue ganando el fútbol femenino hasta conseguir la visibilidad actual. Macarena Sánchez se convirtió en una de las referentes actua-les al denunciar al club UAI Ur-quiza por despedirla y instigarlo a que reconociera siete años de tra-bajo. Cuando el hecho ganó noto-riedad, Sánchez recibió insultos y amenazas a través de las redes so-ciales. Si buscaban acallar el re-clamo, el efecto fue el contrario, ya que el caso fue el puntapié inicial para la semiprofesionalización.

"Prefiero una libertad peligrosa a una servidumbre tranquila", dijo la filósofa y poetiza española María Zambrano. Sus trabajos sobre la razón poética y el racionalismo son considerados muy importan-tes en la corriente existencialista del siglo XX. Formó parte de la ge-neración del ´27 un grupo de pen-sadoras y pensadores españolas nacidas en los primeros años de la centuria pasada.

Otro de los nombres con los que se conoce a las intelectuales que pertenecieron a este grupo es el de "Las Sin Sombreros". La denomi-nación surge de una anécdota. Una tarde en Madrid Federico García Lorca, Salvador Dalí, Margarita Manso y Maruja Mallo pasearon por la Puerta del Sol quitándose el sombrero, aduciendo que ese ac-cesorio les congestionaba las ideas. El acto hizo que tuvieran que salir corriendo por las piedras que les arrojaban. No era aceptado andar con la cabeza al viento por esa época. Iba en contra de los cáno-nes y de las normas. La reacción fue similar a la que muchos tienen en la actualidad al ver a una mujer jugar al fútbol.

Zambrano y sus compañeras denunciaron las desigualdades que sufrían las mujeres en ese tiempo. Antes de que se empezara a hablar de lenguaje inclusivo, ellas empezaron a denominarse como "auto-ras", "pintoras" y "escritoras", generando el debate feminista en la convulsionada sociedad Española. Unos años más tarde, Francisco Franco derrocó al gobierno republicano y, guerra civil de por medio, comenzó su oscuro régimen. "Las Sin Sombreros" prefirieron ser libres a ser sumisas y por eso terminaron exiliadas. Eso sí, nunca dejaron de pelear por el rol activo de la mujer en la sociedad.

Las futbolistas argentinas toma-ron la misma decisión y por eso consiguieron el semi profesionalismo. Tienen en claro que todavía falta un largo camino por recorrer. La pandemia las pone ante el desafío de seguir movilizadas, pero exiliadas de sus tan amadas canchas.

Agustín Hurtado. Redacción Puntal