-¿Con qué expectativas viven estos momentos previos para ver si pueden volver o no a la competencia?
-La verdad venimos desde el año pasado con la expectativa de que en algún momento nos dijeran que podíamos volver a la cancha. Sobre final del 2020, nos dijeron que estaba la posibilidad de comenzar el certamen en febrero de este año. Pero dadas las circunstancias que ya todos sabemos, estamos con un alto nivel de incertidumbre sobre poder reanudar la competencia.
-Ustedes arrancaron el 2020, luego de haber jugado en Fusión Fútbol Club y decidieron pasar a Atenas, equipo para el cual sólo pudieron disputar un par de amistosos ante Estudiantes.
-Fue una decisión muy difícil. Fusión fue el club que nos dio la identidad, que nos vio nacer como grupo y es una institución en la que vivimos momentos muy lindos. Arribamos a Atenas, una de las entidades más importantes de la ciudad, aunque es cierto que tuvimos que resignar una categoría, porque con Fusión estábamos jugando en la A y con el Albo lo haríamos en la B. Teníamos muchas ganas de representarlo de la mejor manera, pero solamente pudimos disputar un clásico en enero y después vino lo que todos ya sabemos. Se suspendió la actividad y tuvimos que buscar la mejor manera para hacer que el grupo no se disgregara, con el fin de mantener la motivación, siempre esperando que se pudiera reanudar.
-¿Cómo fue el parate en ese sentido? ¿Pudieron seguir entrenando?
-Nos mantuvimos siempre con la esperanza de que en algún momento vamos a volver a la cancha. No te voy a mentir, la motivación fue un tema bastante delicado, porque esta situación nos atravesó durante todo un año. Tuvimos que rebuscárnosla, siempre apoyadas por Cristian Zúñiga, que es nuestro DT y por Yamila Pérez, que es la preparadora física. Ellos tuvieron que trabajar con nosotras con medios virtuales. Por nuestra parte, hubo que hacer esos ejercicios en espacios reducidos y con los materiales que teníamos. Como pudimos intentamos mantener el estado físico y el futbolístico. En lo físico tuvimos una disminución importante, pero por lo menos nos pudimos mantener enchufadas. Yo creo que el equipo, en ese momento, cumplió un papel muy importante, sobre todo de contención.
-Hay 18 equipos anotados para participar del certamen femenino ¿Cree que el parate afectó más a la rama femenina que a la masculina?
-La verdad que el fútbol femenino, como todos ya sabemos, es un espacio totalmente amateur. Sin embargo, más allá que ninguna de las jugadoras cobra, ha ido creciendo año a año y hay una cuestión pasional que los sostiene. Tiene mucho que ver el compromiso que tenemos quienes jugamos. Yo pienso que más allá de las circunstancias, que afectó a todos los deportistas, el fútbol femenino sigue manteniéndose en un nivel alto. 18 equipos, más allá de que son dos menos que el año anterior, es un buen número. Además, hay una cuestión institucional, porque Universidad presenta un equipo y no dos, porque hay nuevos equipos que se sumaron. La vara sigue estando alta en cuanto a rendimiento y a competencia. Me parece que seguimos empujando. Todavía quedan un montón de cosas por conseguir, que se deben desde lo institucional, en cuanto al apoyo al fútbol femenino. Más allá de eso, sigue avanzando.
-En ese sentido, le consulto sobre lo que sucede en general con el fútbol femenino y ciertas cuentas pendientes que tiene el sistema...
-Pasa con el fútbol femenino, como con todas las ramas femeninas de muchos deportes. Es una cuestión que ya ha sido bastante discutida en este último tiempo. Todo lo que tiene que ver con el deporte femenino tiene mucho menos aportes. En el fútbol femenino todavía falta poder elaborar categorías de inferiores. Hoy nos encontramos con una primera que está muy desarrollada, pero sin divisiones inferiores. Siguen sin aparecer oportunidades para las niñas que quieran desarrollarse. Respecto de la cuestión cultural, me parece que quedan algunas batallas por dar, pero ya ha sido bastante zanjada la cuestión de los prejuicios que pesaban sobre si el fútbol podía ser jugado por las mujeres. Ahora, lo que a mí me parece es que falta dar el salto desde lo institucional.