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"El alfajorazo", una amistad que endulza a la localidad de Elena

Cuatro amigos, de tan sólo 14 años, que empezaron a vender alfajores de maicena para recaudar dinero y comprar botines a un compañero, hoy se transforman en jóvenes emprendedores

“Hecho con amor y amigos” es la frase que identifica a este emprendimiento, “El alfajorazo”, que con tan solo un mes, es una historia que endulza a Elena. ¿Será porque es un alfajor para el bajón, tal como lo dicen sus jóvenes creadores, o por cómo nació esta gran idea?

Esteban, Lautaro, Nicolás y Zacarías, cuatro amigos del barrio, compañeros de segundo año de la escuela e integrantes del club de fútbol de la localidad, comenzaron a vender alfajores de maicena para poder comprar unos botines y el conjunto del equipo a un compañero que no tenía. Y así fue que, tras su trabajo, su elaboración y sus ganas, pudieron lograr lo que se propusieron.

Y ahora, con tan sólo 14 años, llevan adelante su propia creación, su propia receta de los alfajores “bajoneros” de Elena con dos tapitas de chocolate, cobertura de chocolate y un gran relleno de dulce de leche.

“La gente nos dice que son muy ricos, los comparan con un alfajor viral de las redes sociales, eso nos re emociona y nos incentiva a hacer más”, expresan los chicos.

Nicolás fue el primero en comentar la idea, él quería generar dinero. “Les comenté a los chicos en el recreo, estábamos en el patio y les conté que estaría bueno hacer algo para no pedirles plata a nuestros papás”, dijo uno de los creadores.

A su corta edad, supieron organizar sus tiempos, tanto con la escuela, sus tiempos libres, entrenar y su tan querido “El alfajorazo”.

Reunidos en la casa de alguno de los cuatro amigos, con música, ellos comienzan su elaboración, logística, pedidos hasta incluso un servicio de delivery.

“Vamos en bicicleta, y se lo alcanzamos a quienes nos pidan. A veces también vamos casa por casa y ofrecemos”, comentaron los jóvenes emprendedores, quienes se ingeniaron en armar su propia cuenta de Instagram, su logo e incluso el packaging de sus productos.

“Hacemos algo productivo, salimos un poco de la tecnología y hasta hacemos actividad física cuando vamos en bici”, comentan y se ríen entre ellos.

Los martes, viernes y domingos de 16.30 a 20.30, los jóvenes emprendedores se reúnen y dividen sus tareas para comenzar con la elaboración.

“Cada día hacemos entre 30 a 40 alfajores, nos vamos turnando y algunos mientras elaboran, llevan pedidos y así”, remarcaron y destacaron que a medida que van juntando dinero de las ventas, una parte queda sí o sí para los insumos. “Pero si sobra un poco de plata, lo vamos dividiendo entre los cuatro”, dicen orgullosos de su emprendimiento y agregaron que al ser un gran éxito en su localidad, muchos de sus compañeros quisieron sumarse.

“Hasta ahora no necesitamos más ayuda, estamos muy bien organizados, pero si nos volvemos famosos, bueno, ahí sí. Se nos van a ir las ventas por las nubes”, dicen felices de su gran trabajo.

Trabajo en equipo

Al tener 14 años, plena adolescencia y forjando poco a poco a su juventud , muchas veces están horas y horas sentados frente a las computadoras, celulares y PlayStation, por lo que Esteban, Nicolás, Zacarías y Lautaro son ejemplos para muchos adolescentes, no sólo por la gran idea de poder comenzar un emprendimiento y generar ingresos, sino también la disciplina y el trabajo que conlleva.

“Nosotros hacemos por día entre 30 a 40 alfajores. Nos vamos turnando, mientras algunos hacen la producción, otros llevan los pedidos en la bici”.

“No es solo decir, es hacer. Nosotros el jueves organizamos todo, y el viernes ya estábamos produciendo. Somos de hacer estas cosas y salir a vender, nos gusta”, apuntan los jóvenes, quienes agradecen a los vecinos que les compran, que les dan algunos tips o críticas constructivas y una mención especial a Daniel Gómez, quien les regaló los guantes de látex y algunas herramientas para mejorar la calidad y la higiene de los productos.

Ellos, cuatro amigos, entusiasmados y orgullosos de su emprendimiento, manifiestan que siguen por más. “Si seguimos así, y tenemos la posibilidad, vamos a expandir los pedidos y vender a los pueblos cercanos, sería mucho mejor”, dice uno de ellos, y apuntan a motivar y contagiar ese “espíritu emprendedor” a otros adolescentes.

Sin dudas, la historia de Lautaro, Zacarías, Nicolás y Esteban continuará. Los chicos hicieron de una amistad la fortaleza necesaria para que las oportunidades no fueran desapercibidas y puedan soñar en grande.

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Cada alfajor producido artesanalmente tiene un valor de $ 1.000.