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El arte de ser luthier para José es mucho más que un oficio

José Luis Ormeño, de 37 años, es artesano de instrumentos, piezas únicas en formas y sonidos. Además realiza reparaciones en su taller, lugar donde conecta con su herencia musical, ya que es cantante y guitarrista

En su taller, junto con miles de recortes de maderas, pegamentos, herramientas específicas y herrajes, José Luis Ormeño, riocuartense de 37 años, pasa horas y horas creando instrumentos.

Esa es su profesión, luthier, una disciplina que combina la paciencia y el amor por la música.

Estos artesanos musicales siguen trabajando para dar forma a instrumentos de cuerda frotada y pulsada que son piezas de arte.

“Mi taller nace de forma fortuita hace varios años, cuando a manera de hobbie en un pequeño espacio de mi casa me propuse hacer un ukelele”, indicó el luthier, que sin tener experiencia alguna ni grandes materiales, con 27 años creó su primer instrumento y se adentró a lo que hoy es un oficio que le apasiona muchísimo y el cual realiza hace más de diez años.

“Movilizado por la esencia de materiales tan nobles, como la madera, que pueden producir sonidos que se transforman en música”, expresó Ormeño ante el significado de su labor diaria y destancando el trabajo manual y artesanal que realiza en cada una de las piezas musicales.

En su taller no hay máquinas, todo es manual, un trabajo de precisión y afinación de la madera, por lo que el proceso de fabricación comienza con uno de los pasos primordiales: la elección de la madera.

“Es muy significativo elegir este material, ya que cada una cuenta con particularidades y singularidades de acuerdo al objetivo musical que se busca obtener, luego es el turno de los herrajes y cuerdas”, apuntó el luthier riocuartense.

No hay duda de que cada pieza de un luthier es única, lleva su firma, la fecha y el lugar donde fue fabricada. Es el llamado instrumento de autor, quien ha dedicado cada hora, cada detalle en una sola pieza.

Se transfieren formas y diseños hasta llegar a espesores específicos de cada pieza, diferenciando así un instrumento de luthier a uno de fábrica, señaló Ormeño, y continuó relatando cómo logra algo único con sus manos, como el tallado de mango (mástil), doblado de silueta mediante proceso de calor y humedad, armado y distribución de varetas y refuerzos en tapa y fondo, los que aportan estabilidad y definición al sonido.

No obstante, los luthiers no sólo dan vida a instrumentos de cuerda desde cero. En este oficio también hay espacio para la restauración y reparación.

El artesano musical riocuartense trabaja tanto con instrumentos acústicos como con electrónicos.

“La restauración de un instrumento a veces cuenta con desafíos aun mayores que la construcción de uno desde cero, ya que intervienen muchos factores, como reparar y reemplazar partes del mismo manteniendo la esencia del instrumento sin alterar formas ni diseño original”, remarcó Ormeño.

Nuevos o antiguos, siempre asumiendo la responsabilidad frente a un objeto que está cargado de valor emotivo por parte del propietario, dijo el luthier en diálogo con Puntal y deja entrever en su relato que ellos saben mirar como nadie el interior del instrumento y que realizan una revisión exhaustiva para que todo esté en perfecto estado.

Cuando un luthier se enfrenta a la creación de un instrumento, sabe que su construcción es un conjunto de elecciones precisas que darán su sonido final.

Entrar en su taller es adentrarse en un mundo lleno de sonidos, aromas a barniz y a un gran número de instrumentos distribuidos y colocados delicadamente para su cuidado.

En definitiva, en su taller hay todo lo que hace falta para construir y reparar con una gran precisión, o lograr un buen mantenimiento de sus instrumentos musicales.

En todos estos años que ejerce su oficio de luthier, Ormeño recordó: “Allá por mis comienzos, una tarde de invierno trabajando en mi primer proyecto, un ukelele soprano, pasó a visitarme un amigo de toda la vida, Gonzalo, él me dijo por un apodo que usamos de forma cariñosa. “Chumo” tenés talento, pensar que lo hiciste con un serrucho y una trincheta, sos un artesano. Lo lindo de esto, es que aún conservo el serrucho y la trincheta, fueron mis primeras herramientas en este oficio que me apasiona”.

El proceso creativo del trabajo de un luthier está repleto de gestos minuciosos y de precisiones acerca de su material: las diferentes maderas usadas.

“Es una disciplina con costos totalmente distintos hasta de un objeto nuevo obtenido de fábrica pero estamos frente a un instrumento donde su realización se deja ver en la vida útil, destacando su sonoridad, diseño, durabilidad y estabilidad”, precisó Ormeño, quien comentó a Puntal que los precios son marcados por la actualidad económica del país con los valores cambiantes del dólar.

Para él lo vivenciado en la pandemia constituyó reinventarse y como lo señala Ormeño: “Me impulso para creer en mí y en mis habilidades”.

El riocuartense como otros luthiers, aunque no hay tantos en la ciudad, creen en el amor por el detalle sin que el tiempo importe en el proceso realizado: del momento del diseño a la creación del molde, el instrumento acabado y, por último, su barnizado.

Una guitarra, la herencia musical

Una guitarra de su abuelo paterno fue el comienzo de lo que hoy es Ormeño. Con una familia de músicos, en la que se destacan su papá, su mamá y su hermano, el riocuartense es cantante y además toca varios instrumentos.

“Comencé tocando de forma autodidacta con la vieja guitarra de mi abuelo, luego estudié unos años en el conservatorio local. Desde entonces no pasa un solo día en el cual no me reserve unos minutos para la música, es una manera de conectarme conmigo mismo”, resaltó el riocuartense.

A su vez, relató cómo es su vida diaria, dividida en el taller, ensayos de una banda que formó con unos amigos de punk rock “INDOSIL”, en la que se desempeña como vocalista y bajista, como así también realiza intervenciones musicales como guitarrista con Ariel Albelo.

Como auténtico amante de la música y con habilidades artesanales, Ormeño ha realizado trabajos de reparación a cambio de nada; él lo señaló: “Sólo por la gratificación de que esa persona utilice el arte de la música, algo que comparto totalmente con ellos”.

Conectado con la música, además de mostrar un conocimiento íntimo de la madera y de su sonido cada vez que da vida a sus instrumentos, Ormeño encontró la fusión de sus pasiones.