Ivonne Veiner Tinant nunca imaginó que aquella pasión por las manualidades que la tuvo alguna vez en sus años de adolescencia recorriendo ferias en su Huinca Renancó natal, la iba a catapultar como emprendendora en la ciudad de Córdoba, donde se instaló para estudiar una carrera universitaria.
Y fue en 2016, en tiempos en que estudiaba la carrera de ingeniería industrial y a la vez trabajaba, que sintió la necesidad de reconectarse con la tarea creativa y sus producciones artesanales, por lo que buscó en un taller de cerámica el espacio para llenar ese vacío que en su juventud tanto la movilizó.
“Tuve la intuición de considerar que hacer cerámica me iba a gustar y me puse a buscar un taller, impulsada por mi novio ‘Pato’ que hoy es socio en el emprendimiento. Empecé a ir tres horas cada martes por la mañana y esperaba toda la semana para que llegara ése día. Estaba súper entusiasmada. Hasta que en un momento se me presentó la idea de que quería vivir de esto, porque no quería tener que esperar una semana para sentirme plena”, contó Ivonne a I+I Córdoba, respecto de los inicios de su emprendimiento.
Y agregó: “De chica participaba mucho en ferias pero sabía que no quería trabajar de ésa manera porque depende mucho de que se realicen este tipo de eventos y que el negocio está supeditado a esas cuestiones externas. Entonces me puse a investigar y encontré muchísima información sobre cómo crear un e-commerce. Encontré la conocida Tienda Nube, que es una plataforma donde uno puede crear su propia tienda online y un blog donde había muchísima información sobre su uso”. Y en esa instancia se iba a despertar otra de sus vocaciones: su pasión por comunicar.
Estandarización del producto
En esa búsqueda de información para implementar herramientas de ventas fue que encontró también recomendaciones tales como la de producir en serie para hacer sustentable desde lo económico al emprendimiento, lo que llevó a analizar alternativas para que sus creaciones artesanales adquirieran un perfil industrial. “Allí armé mi primer tallercito amateur en el que producía las piezas de cerámica y tomé conciencia real de que el oficio de la cerámica es realmente complejo y que lleva muchísimos años de práctica y estudio para poder desarrollar una técnica con una muy buena calidad. Y lo mío era todo entusiasmo”, señala sonriendo la emprendedora.
En el mientras tanto, comunicaba todo lo que hacía a través de sus redes sociales y descubrió la importancia de transmitir la esencia de cada producto. “Me empezó a pasar que me gustaba mucho más comunicar la marca y no tanto producir, además de que me daba cuenta de que tenía falencias en lo que eran mis producciones de cerámica. Así que me puse buscar acá en Córdoba, hablando con mis proveedores, y encontré un taller que trabajaba en cerámica hacía más de 30 años, con una calidad excelente”, contó Ivonne.
Y añadió: “Allí empezó otro proceso. Al principio, ellos hacían una parte y nosotros con mi pareja otra. Luego pedimos todo el proceso al taller y eso fue para mí como un punto de inflexión, porque de pronto me sentí que me quedé sin trabajo, me sentí un poco desorientada, como que la producción no ocupaba la mayor parte del día y yo ahora no sabía qué hacer”.
Pero tal decantación despejó finalmente su rol dentro de la iniciativa y la ubicó en el motor de las acciones de comunicación y marketing, como así también de la mentora de nuevos productos, mientras que su pareja se abocó al rol administrativo, tercerizando todo lo concerniente a la materialización de productos.
Nuevos productos
A la gama de productos en cerámica le sumaron una línea de mantelería con diseños propios y hoy ofrecen hasta 13 modelos diferentes, además de complementos como individuales y “paneritas”, entre otros.
“Allí se abrió un mundo nuevo,porque nosotros trabajamos con estampas propias. Trabajamos con cuatro o cinco diseñadoras, según cada colección, basadas en la búsqueda de un concepto y de poder resolver cómo queremos materializarlo”, explicó.
La incursión en la producción textil dio lugar luego a la creación de yerberas propias de la marca, que en principio se pensaron para aprovechar el excedente en telas que resultaba de la mantelería pero que por la demanda adquirida hoy tienen independencia dentro de la producción.
“Hoy por hoy estamos sublimando metros y metros de tela para poder hacer este producto porque se vende súper bien”, señaló.
La empresa lleva el nombre de la abuela materna de Ivonne, oriunda de la localidad de Jovita, inspirado tras la búsqueda de una denominación que le otorgue cercanía y calidez al producto. A modo de anécdota, Ivonne recuerda que cuando le contó a su abuela que iba a denominar el emprendimiento con su nombre, ella le sugirió que “eligiera un nombre más lindo”, o bien, que lo resumiera a “Cerámicas La Eli”. Hoy, su abuela ya no está físicamente en la familia, pero su nombre crece a diario en cada una de las producciones de este emprendimiento que tal denominación connota una calidez especial.
Javier Borghi – Redacción I + I Córdoba