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Argentina, con insumos más caros que sus competidores directos

Un informe del Ieral de la Fundación Mediterránea compara con lo que pagan productores de Uruguay, Paraguay, Brasil y Estados Unidos. En casi todos los items los productores locales enfrentan precios más altos

Un nuevo informe del Ieral de la Fundación Mediterránea sobre los precios que los productores argentinos afrontan en sus insumos, mostró las diferencias frente a lo que enfrentan sus pares en Brasil, Uruguay, Paraguay y Estados Unidos.

Los resultados muestran que Argentina es más cara en dólares que los otros países en la mayoría de los 13 productos relevados por los economistas Franco Artusso y Tobías Lucero.

En concreto hay mayores costos en el 69% de los casos con respecto a Brasil, Uruguay y Paraguay (en los tres casos es más cara en 11 de los 13 productos); y en el 54% de los casos con respecto a Estados Unidos (7 productos).

Sin embargo, salvo excepciones, no se observan grandes brechas entre los precios que se pagan en Argentina con relación al promedio de los otros cuatro países: los fertilizantes resultan 5,8% promedio más caros en Argentina; herbicidas un 8,2%; y los combustibles (gasoil grado 2) un 3% más caros. Las diferencias más notorias se encontraron en: 1) Maquinaria agrícola, con el caso de los tractores que se ubican un 31% por encima del valor promedio de los demás países, pero ubicándose las cosechadoras un 7% por debajo del precio promedio de la región; y 2) fungicidas, donde Argentina se ubica un 7,8% más barato que los restantes países, solo por encima del valor de EE.UU. (23 dólares por litro frente a 22,3 dólares).

“En suma, Argentina exhibe precios un poco más altos en dólares para la mayoría de los insumos relevados, incluso tratándose de bienes comercializables internacionalmente. Esto revela la existencia de distorsiones que encarecen la producción agropecuaria”, indica el trabajo del Ieral. Entre los factores explicativos de esas diferencias, Artusso y Licero señalaron los resabios de las restricciones cambiarias, cargas impositivas acumulativas, regulaciones laborales muy rígidas, elevados costos logísticos internos, menor escala operativa y un contexto de mayor incertidumbre y volatilidad. Estos elementos, en conjunto, limitan el funcionamiento pleno de los mecanismos de arbitraje de precios y restan competitividad.

Teniendo en cuenta que el Gobierno ha logrado avances importantes en materia de estabilización macroeconómica y cambiaria (afectado por el entorno de incertidumbre en el marco de las elecciones de medio término), los desafíos de mediano plazo en términos de competitividad se trasladan al terreno microeconómico. Allí, el foco debe estar en mejorar el funcionamiento de los mercados de bienes y factores, reduciendo las distorsiones generadas por una trama de regulaciones, impuestos y regímenes laborales centralizados, diseñada en su momento para un tipo de organización económica —burocrática e intervencionista— que no arrojó buenos resultados en términos de crecimiento y desarrollo. Ese esquema debe dar paso a otro, que otorgue mayor libertad a los agentes privados para adaptar sus decisiones y organizar sus actividades productivas, de cualquier tamaño, en cualquier sector y región del país, en función de los recursos disponibles y las demandas locales e internacionales.

Por caso, “no hay dudas que los costos de insumos y equipos agropecuarios locales están exacerbados por impuestos sobre ventas como Ingresos Brutos o tasas municipales sobre facturación de empresas, que otros países no aplican, y que al no reconocer como crédito el impuesto que las empresas pagan en sus compras, van generando el pago de impuesto sobre impuesto, y un sobrecosto que se traslada a los precios de los bienes a medida que estos recorren la cadena de valor. Avanzar en la sustitución de este tipo de tributación por impuestos más neutrales (caso del IVA) y en reformas en las otras áreas antes mencionadas, puede ser muy importante para acortar brechas de precios con los países con los que compite la producción local”, indicaraon los economistas.

Dicho esto, “no debe perderse de vista que el principal problema de la competitividad del sector agropecuario se encuentra por el lado de los ingresos y no de los costos, debido a que en Argentina los productores enfrentan derechos de exportación que reducen de forma directa el precio efectivo que reciben por sus productos”, indicaron.