Juan Manuel Llamosas acaba de darle a la campaña su señal de largada. La carta que publicó en las últimas horas, y que tiene reminiscencias delasotistas en la forma y el contenido, marca el inicio no formal, pero sí político y publicitario de un proceso que debió terminar el 29 de marzo pero que se demoró ocho meses por el Covid y sus consecuencias.
José Manuel de la Sota solía usar las cartas como recurso de campaña para darle al mensaje un tono reposado, entre institucional y personal a la vez. Una carta apunta a explotar la confiabilidad que todavía despierta la palabra escrita. En el texto con el que Llamosas inicia su campaña De la Sota no sólo aparece de manera tácita sino explícita: “La pandemia que nos atraviesa está más cerca de terminar, por eso, ahora más que nunca necesitamos seguir hacia adelante. Hacia el futuro, como me enseñó mi gran amigo José Manuel de la Sota, que nos está mirando desde algún lugar”.
El intendente menciona la pandemia pero ya casi como una cuestión superada o, al menos, en vías de superación. “Ya podemos ver que el horizonte comienza a despejarse y que un mejor futuro no parece tan lejano. Pasó mucho en poco tiempo, por eso a veces es necesario detenerse a reflexionar y recordar cuál es el camino que recorrimos hasta aquí”.
A partir de ese párrafo, el mensaje de Llamosas se dispara en varios planos. Por un lado, “invita” a la gente a recordar la ciudad que dejó el último gobierno radical y, además, hace un ejercicio no directo pero sí lo suficientemente claro como para asociar a Gabriel Abrile, el candidato de Juntos por Río Cuarto, a una vuelta al pasado, a esa ciudad “atrasada y abandonada”.
También enumera, de manera genérica, algunos grupos hacia los que apuntará una estrategia de campaña que será sectorizada: los jóvenes, las mujeres, los trabajadores y los empresarios. Pero, sobre todo, remarca lo que el oficialismo considera un activo de relevancia decisiva: su alineamiento con el gobierno de Juan Schiaretti. Es lo que permite, dice la carta, que Río Cuarto tenga obras. En ese punto, Llamosas no sólo postula lo que ocurre y seguiría ocurriendo por su sociedad política con la Provincia sino que, de forma implícita, también prefigura lo que sería el escenario contrario. Está diciendo, sin decirlo, que las obras y programas que llegan desde la gobernación son posibles porque él está en la intendencia y dejarían de serlo si él fuera derrotado.
El lanzamiento de campaña del intendente estuvo precedido por una intensa actividad de la gestión de Schiaretti, que envió a la ciudad a ministros de distintas áreas (Seguridad, Gobierno, Promoción del Empleo, Desarrollo Social) con una batería de anuncios, programas, equipamientos y habilitaciones. Para mañana está previsto que se inaugure parcialmente la nueva Planta Cloacal.
El esquema del oficialismo contempla que, una vez renovado el compromiso de Schiaretti con Llamosas, en las próximas semanas irá atenuando su presencia para no desdibujar al intendente y dejarlo que ocupe el centro de la escena.
Cuando se lee la carta, pero también cuando se repasan las últimas acciones del Municipio, se manifiesta que Llamosas ha iniciado una maniobra de reconfiguración del escenario para instalarlo, obviamente, lo más cerca posible de su conveniencia.
Por supuesto, primero fue necesaria una atenuación del cuadro epidemiológico. Río Cuarto sigue teniendo un número de casos de coronavirus que oscila entre los 80 y los 100 pero, tal vez porque representa un tercio del pico que llegó a tener la ciudad, esa cifra parece no despertar especial preocupación en la gente. Se ha establecido como un número aceptable y como resabio constante de una crisis que fue mayor.
En ese contexto, el gobierno municipal fue ampliando el abanico de habilitaciones; no sólo aceptó el desdoblamiento del horario comercial, sino que, además, después de meses, el servicio de transporte urbano empezó a salir de la emergencia.
Esas medidas apuntan a una restitución, lo más cercana posible, a la normalidad. Hay en ese punto un sentido también político electoral. No sólo porque las medidas apuntan a atenuar los enojos que llegaron a un pico en septiembre -registrado claramente en las encuestas de ese mes-, sino a construir un contexto que le permitan al Municipio y al intendente salir de la agenda monotemática del Covid.
“El tema coronavirus está terminado. Y ese era nuestro gran problema. Pero hicimos todo lo que había que hacer: testeamos a 70 mil personas, las aislamos. Estamos en parámetros comparables con la Unión Europea. ¿Qué crítica nos pueden hacer en ese sentido?”, se entusiasmó un funcionario municipal.
El gobierno aspira a restituir un escenario lo más parecido posible al de marzo. Porque considera que, en una comparación que no se limite a la pandemia, tiene una ventaja competitiva con respecto a Abrile. Llamosas necesita que se perciba a su gobierno como una instancia superadora con respecto al de Juan Jure y, además, generar expectativa hacia adelante.
En la vereda de enfrente, Juntos por Río Cuarto, después de un período en el que se pareció captar un sentimiento de malestar y malhumor de un sector de la sociedad, fue perdiendo impulso en los últimos días. La salida del estado de excepcionalidad es contraproducente para la campaña de Abrile. Pero también lo son algunas limitaciones propias. Por ejemplo, el hecho de presentarse como “la esperanza que viene” aparece endeble de contenido. Porque la generación de esa expectativa de futuro no es espontánea; no se produce sólo por el hecho de postularla: si no se explicitan las razones de la esperanza, queda más que nada como un eslogan vacío que como una construcción de sentido de proyección electoral.
Pero, además, la campaña de Abrile se ha pasado la semana sólo contraponiéndose a la agenda propuesta por Llamosas. El candidato opositor cuestionó la política de seguridad y, después, su equipo hizo lo mismo con el proyecto de presupuesto. Más allá de que suena de todo menos oportuno el anuncio de una suba de impuestos, lo cierto es que Juntos por el Cambio apareció públicamente sólo reaccionando ante propuestas del oficialismo. Cedió, en ese plano, el protagonismo y la iniciativa.
En el resto del arco opositor, creen que el escenario que se despliega hacia el 29 le abre la puerta a una elección menos polarizada. En Riocuartenses por la Ciudad, por ejemplo, Eduardo Scoppa plantea que la atenuación del escenario extremo, que convierte al voto opositor en gran parte en una expresión de bronca para perjudicar al oficialismo, genera posibilidades para terceras opciones.
Scoppa junto con Miguel Besso apuntan a capitalizar ese voto opositor que tampoco se siente representado por Abrile y la fuerza que contiene a la UCR y al Pro.
En cuanto a Pablo Carrizo, que acarrea sus complicaciones judiciales, en el plano electoral ha caído en un comportamiento estanco: su piso y su techo se asemejan a una misma cosa. Y Respeto, con su enfoque centrado en la construcción colectiva, es todavía una incógnita.
La elección está lanzada. Esta vez parece la definitiva. Y no será ninguna de las versiones de sí misma que pudo ser.