El oficialismo nacional está quebrando esa lógica. Por lo menos, en lo que se refiere a la estrategia electoral para 2025, el partido de Javier Milei dice retomar una pretensión de pureza. Es toda una definición. No sólo porque sigue esa línea de tono místico que identifica a Las Fuerzas del Cielo sino, además, porque anticipa un posicionamiento y una manera de afrontar las legislativas.
Karina Milei, “El Jefe”, y MartínMenem, el heredero libertario de la dinastía riojana, lo dejaron claro el viernes en Córdoba, cuando desembarcaron para lanzar el partido en una provincia en la que Milei pisa fuerte. El que antes fue un bastión de Mauricio Macri, ahora cambió de manos. Luis Juez y Rodrigo De Loredo deben extrañar aquella época en que podían ostentar el título de socios y subirse a las listas que con el sello Cambiemos les permitía arrasar en las elecciones de medio término.
Ahora, los dos pretenden volver a ser socios. El problema es que no los dejan. En el acto, Karina y Menem primero empoderaron a Gabriel Bornoroni, jefe del bloque de diputados oficialistas, y después señalaron que quieren llevar al Congreso a leones auténticos. Nada de alianzas eventuales con partidos y dirigentes que un día apoyan pero al siguiente pueden darse vuelta.
La lectura que hace el mileísmo de la estrategia electoral es diferente a la que hacía el macrismo. El expresidente de Boca y sus asesores estaban convencidos de que no podían prescindir de la dimensión territorial de la política:por eso se aliaban, por ejemplo, al radicalismo. Porque entendían que la construcción mediática y en redes sociales debía estar indefectiblemente complementada por la tradicional presencia en cada pueblo y ciudad.
Milei no. Milei concluye que, por ahora, alcanza con su nombre y su marca. La Libertad Avanza, al menos en algunos distritos como Córdoba, debe y puede bastarse a sí misma. Y en ese escenario es lógico que tanto Karina como Menem y el propio Bornoroni hayan anticipado que no quieren socios, que pretenden en sus listas candidatos propios y leales. Porque, además, si los votos ya son de Milei, si en Córdoba tiene un piso que ronda los 45 o los 50 puntos, ¿para qué los va a compartir?¿Qué le sumarían?Si quieren ser socios, parece decir La Libertad Avanza, que lo sean. Es una decisión de ellos. Si no hay necesidad, no hay condicionamientos.
Luis Juez ya ha dicho que aunque no lo llamen igual va a trabajar por el Presidente en 2025. ¿Qué podría hacer si no?¿Va a convertirse en opositor después de todo lo que ha dicho y hecho, en una provincia que no le perdonaría ser antimileísta? ¿Qué camino podría tomar además De Loredo, a quien se le quebró el bloque por su inclinación por ejercer un radicalismo con peluca y que tiene a un colaborador directo trabajando con Federico Sturzenegger, el ministro que maneja la motosierra? Al menos en las próximas elecciones y mientras la imagen de Milei siga estando donde está en Córdoba, no tienen demasiadas opciones. Después habrá tiempo de cambiar si el panorama se altera.
El paso de la cúpula mileísta por Córdoba no dejó sólo mensajes para sus socios aspiracionales sino también para el gobernador MartínLlaryora. Bornoroni, que suena como posible candidato a gobernador de Milei en 2027, se enfocó casi obsesivamente en un tema: dijo y repitió que el equilibrio fiscal del que se vanagloria el peronismo cordobés desde hace 25 años es irreal porque, según él, se asienta en endeudamiento. “Con Milei, si entran 5 se gastan 5. En Córdoba, si entran 5, se gastan 6 y a eso que falta lo cubren con deuda. No es lo mismo”, disparó el estacionero.
Parece ser un anticipo de los términos en los que La Libertad Avanza planteará la campaña el año próximo. El mileísmo pretende no sólo reivindicar para sí la pureza política sino también el monopolio de un concepto que se ha vuelto central:el superávit fiscal. Hay superávits legítimos, según la lectura de Bornoroni, y superávits truchos. Y el de Córdoba se enmarca, para el diputado, en esa segunda categoría. Así busca atacar uno de los dos pilares argumentales de Llaryora:que es posible el equilibrio y, a la vez, un Estado presente, que sostenga el gasto público e invierta en infraestructura. Bornoroni intenta serruchar una de esas patas:si hay un Estado presente, entonces es despilfarrador y endeudador.
La disputa discursiva parece estar planteada en esos términos. Mirando a 2025 pero también a 2027.
El cordobesismo, por su parte, sigue insistiendo con que el modelo de Milei es peligrosamente rengo, que se enfoca con obsesión en el superávit y que menosprecia la producción, la industria, el empleo. En los últimos días, profundizó la exploración de esa veta desde el Congreso. Carlos Gutiérrez, diputado riocuartense y hombre de confianza de JuanSchiaretti, remarcó que el oficialismo no permitió que avanzara ninguna de las iniciativas que mejorarían la situación de los productores agropecuarios. “Hay una reivindicación discursiva pero a la hora de los bifes no pasa nada”, dijo Gutiérrez. El PJ cordobés está tratando de capitalizar un malestar que surge en el campo y que se percibe cada vez más claramente.
Gutiérrez, exministro de Agricultura, es una de las voces que el peronismo cordobés tiene en el ámbito productivo. Pero además asumió en los últimos días un rol en un área sensible y que es siempre terreno de disputa política:pasó a integrar en el Congreso la comisión bicameral que controla a las fuerzas de seguridad y a los organismos de inteligencia. En la era libertaria, los fondos destinados a los espías han generado capítulos ríspidos en Diputados. Y la seguridad es una política neurálgica tanto para el gobierno de Milei como para el de Llaryora.
Mientras profundiza su línea discursiva contra la política productiva de la Casa Rosada, el cordobesismo, a diferencia de La Libertad Avanza, también despliega una estrategia territorial, un armado que tiene en mente el 2025 pero, sobre todo, el 2027. El propio Llaryora recibió a los intendentes de toda la provincia y de todos los partidos para anunciarles un refuerzo en el envío de fondos. Asfixiados financieramente y con la canilla totalmente cerrada en la Rosada, la novedad sonó como un bálsamo para los jefes comunales. La Provincia resigna un punto de coparticipación pero busca así desplegarse estratégicamente. Lo mismo hizo Daniel Passerini, intendente de Córdoba, que firmó convenios de cooperación con 18 jefes comunales.
El oficialismo provincial está convencido de que esa red, en algún momento, dará frutos.
En la reunión de la Mesa Provincia-Municipios hubo un gesto de Llaryora que en el Palacio de Mójica remarcaron:el gobernador sentó en la cabecera, cerca de él, al intendente Guillermo De Rivas. “Es importante que empiece a formar parte del esquema de poder provincial”, evaluaron en el gabinete.
El gobierno de De Rivas viene de una semana en la que encadenó anuncios de gestión. Los dos principales fueron la modificación del Código de Espectáculos Públicos y la ordenanza para regular el transporte de pasajeros, fundamentalmente Uber. El objetivo político del jefe comunal es mostrar gestión y capacidad de decisión y, sobre todo, terminar el año con iniciativa y con un perfil propio de gestión ya definido. “Son decisiones en las que no se gasta un peso. No hay presupuesto detrás, sólo la intención de abordar problemas que están desde hace mucho. Y ya es claramente gestión De Rivas; esta es la personalidad que se le quiere imprimir”, señalaron en el Palacio.
Mientras apuesta a terminar el año con más anuncios, el desafío que el oficialismo tiene en el Concejo es el debate por un presupuesto que puede hacer ruido. La oposición, aun debilitada como está, hará hincapié en la magnitud que tendrá el fuerte aumento de tasas y ya habla de un impuestazo. En el bloque oficialista existe inquietud porque, hasta el momento, no han recibido desde el Ejecutivo demasiados argumentos para defender en el discurso el criterio que se expresará en los cedulones.