Juan Manuel Llamosas puso en la calle, en un mismo día, dos acciones simultáneas. Una, de campaña. La otra, de gestión. La ejecución en paralelo no fue precisamente casual.
El viernes aparecieron pegados en la ciudad carteles de gran tamaño que muestran al intendente dándose un apretón de manos entusiasta y sonriente con Martín Llaryora, jefe comunal de la capital y candidato a gobernador por el oficialismo. Debajo de los nombres de ambos, aparece un eslogan que resignifica la denominación de la alianza electoral que lidera el PJ: “Hacemos Juntos por Córdoba”.
De estética cuidada, similar a la que se usó en la campaña municipal de 2020, el cartel está firmado por “La 12 de junio”, una agrupación de jóvenes llamosistas conocida sólo por quienes la integran.
La movida obedece en realidad a la decisión de Llamosas de acelerar en su intento por convertirse en el candidato a vicegobernador. Será al menos un mes de campaña intensa, en la que el intendente buscará consolidar la imagen de que puede acompañar a Llaryora en la fórmula. Los carteles aparecieron primero en Río Cuarto pero irán desplegándose en los próximos días en los cuatro departamentos del sur.
Llamosas necesita que su figura no se limite a su ciudad, sino que tenga alcance regional. Ahí hay un primer punto problemático: el intendente ensaya esa expansión territorial ahora que el tiempo apremia, en vez de haberla encarado antes, cuando el calendario apretaba menos. Los liderazgos no suelen ser construcciones inmediatas.
De todos modos, el esquema del llamosismo incluye una intensificación de la campaña por todo el sur con cartelería y con presencia del intendente. El objetivo no es sólo la candidatura, sino alcanzar una categoría que puede estar acompañada o no de un cargo puntual: Llamosas aspira a convertirse en el hombre de confianza de Llaryora en el sur y a disponer así de una cuota de poder importante si el PJ gana las elecciones.
Es decir, Llamosas apunta a operar en varios planos: a ser, de máxima, candidato a vice o, en su defecto, a encabezar la lista de legisladores departamentales. Pero, más allá de esas postulaciones específicas, su pretensión es que la relación entre el sur y Llaryora pase por él. En el Palacio Municipal resaltan la sintonía que existe entre los dos intendentes. El miércoles, cuando el gobernador Juan Schiaretti abrió el período de sesiones ordinarias, compartieron palco y se mostraron juntos. Además, Llamosas remarca que la identificación con Llaryora se produce también en el aspecto gubernamental, en la visión de que deben dedicarse a afianzar sus gestiones como un vehículo de construcción política y electoral.
Y en ese punto, en la gestión, se produjo la segunda acción simultánea de Llamosas. A sólo dos meses de poner en marcha el nuevo sistema de transporte, el intendente desplazó a María Martínez de la Subsecretaría de Transporte y puso en su lugar a un funcionario de su confianza: Diego Moreno.
La aparición de los afiches en las calles el mismo día en el que cambiaba la conducción del área de Transporte no fue una casualidad: un hecho sirvió para atenuar el posible impacto del otro.
Originalmente, Martínez estaba encolumnada con Marcos Farina, actual subsecretario de Transporte de la Nación. Sin embargo, en los últimos tiempos viene reivindicándose llamosista. De ahí que no haya salido del gabinete, sino que haya sido reasignada como segunda de la Subsecretaría de Recursos Humanos. Algo así como un premio consuelo.
Pero el cambio de gabinete habilita una interpretación funcional: si sale de Transporte la funcionaria encargada de poner en funcionamiento el nuevo sistema, entonces, el proceso no tiene conforme al intendente. Si Llamosas entendiera que todo fue un éxito, ¿para qué relevar entonces a la funcionaria a cargo?
En el gobierno aseguran que el cambio estuvo relacionado no con el desempeño sino con los tiempos y los perfiles. Sostienen que Llamosas tenía decidida la incorporación de Moreno hace mucho porque entiende que tiene la capacitación profesional necesaria para instrumentar una nueva etapa en el sistema de transporte: el monitoreo del servicio por parte del Estado en tiempo real.
La central de seguimiento de cada colectivo, que estará enfrente del Palacio Municipal, es el aporte que piensan hacer desde el Estado al nuevo sistema de movilidad urbana. En términos políticos, a Llamosas ya no le alcanza con decirle a la gente que fue el primer intendente que licitó el transporte, ahora debe mostrar una evolución en el servicio. Y encontró esa posibilidad en el monitoreo que aplicó primero Llaryora en Córdoba y que ahora se replicará aquí.
En el Municipio manifiestan que, más allá de los ajustes que deben hacerse al servicio en sí mismo, esa incorporación de tecnología para controlar el servicio y mejorar la seguridad dentro de las unidades puede ser un plus ante la gente. Y remarcan que Moreno es la persona indicada para esa tarea. Además porque es un hombre de confianza de Llamosas y porque el intendente quiere tener un manejo de primera mano. “Viene marzo, el inicio de clases, y no podemos fallar en el transporte urbano. El intendente quiere manejar todas las decisiones directamente él”, indicaron en el Palacio.
El panorama electoral, mientras tanto, sigue configurándose. Hacemos por Córdoba recibe resultados de encuestas cada 10 días. La última, de un consultor cordobés, le adjudica a Llaryora una ventaja de unos 6 puntos. De ahí que el intendente cordobés presione para adelantar la fecha de las elecciones y ubicarla en mayo. Considera que el oficialismo tiene que aprovechar la confusión y el estado de internismo que parece convulsionar a Juntos por el Cambio.
En los últimos días, mientras el juecismo insistía en que no existe tiempo objetivo para iniciar un proceso electoral para elegir a los candidatos, Rodrigo de Loredo se encargó de contradecir públicamente esa postura: no sólo reafirmó que debería hacerse una interna sino que, además, a contramano del planteo que Juntos por el Cambio hizo casi de manera unánime, agregó que no le preocupa especialmente que Schiaretti escamotee la fecha de la elección provincial.
Esa fuerza opositora parece estar ganada por el desconcierto una vez más, como le pasó cada vez que tuvo la posibilidad de ganar en Córdoba. Sin embargo, en Cambiemos hay dirigentes que aseguran que en realidad se trata de una pose, de una sobreactuación, de un acuerdo entre Juez y De Loredo para no mostrar las cartas. “Cuando nosotros blanqueemos nuestra estrategia, ellos van a manipular la fecha de la elección para tratar de perjudicarnos”, dicen en el radicalismo.
Señalan que Juez irá por la gobernación y De Loredo, por la intendencia de Córdoba y que lo anunciarán cuando no haya más tiempo ni remedio. Mientras tanto, dicen, seguirán exagerando sus diferencias. La estrategia puede ser efectiva si sólo se tiene en cuenta al adversario. Pero encierra un riesgo: que la ciudadanía no perciba la simulación y vuelva a concluir que Cambiemos es una opción para oponerse al kirchnerismo pero no necesariamente para gobernar.