Por la suba constante de los precios y la reducción de coberturas del Pami, cada vez más jubilados se ven obligados a suspender o modificar tratamientos médicos esenciales. La compra de medicamentos se ha vuelto insostenible para quienes cobran la mínima, y muchos optan por reemplazar fármacos recetados por versiones genéricas más económicas o directamente dejan de tomarlos.