En su último trabajo, el economista de la Fundación Mediterránea Juan Manuel Garzón remarcó que “las ventas de maíz se encontrarían en un patrón normal, fluyendo al mercado en línea con lo que han sido últimas campañas, y no se detecta alguna influencia de la volatilidad macroeconómica en la decisión de comercialización. A fines de junio (último mes completo) la exportación llevaba comprados 23 millones de toneladas y tenía casi 7 millones más a disposición sin precio cerrado, de un saldo exportable total que se estima en 35/36 millones de toneladas”, indicó.

Sin embargo, destacó que, “por el contrario, la soja sí viene demorada en su venta, su salida al mercado está siendo dosificada, y la volatilidad macroeconómica parece haber influido en forma importante en las últimas semanas, ralentizando aún más la comercialización. La industria y la exportación habían logrado comprar sólo 11 millones de toneladas a fines de junio y tenían a disposición otros 8 millones de toneladas con precio abierto, de una comercialización total que se estima en el orden de los 39-40 millones de toneladas”.

Garzón destacó allí que, “como puede inferirse, cualquier demora en la comercialización de los granos ralentiza luego operaciones de exportación, principal destino de estas materias primas, y posterga el ingreso de divisas al mercado cambiario; en un contexto de mucha volatilidad y desconfianza hacia la política económica, esto genera presión adicional sobre el mercado cambiario y el precio de la divisa extranjera”.

En ese trabajo se remarca que “el problema no son los dólares del campo que pueden demorar en ingresar, de hecho, el sector puede y debe disponer libremente de su producción, decidiendo cuándo es el mejor momento para desprenderse de los granos, tal como sucede en los principales países productores del mundo (Brasil, Estados Unidos, Australia, etc.)”.

Y agrega: “Lo que debe preguntarse es por qué los dólares no alcanzan en un escenario de excelentes precios internacionales de materias primas y de una cosecha relativamente buena, qué está pasando con la demanda de dólares que se viene mostrando tan activa e intensa en los distintos mercados cambiarios (oficial, libre), qué es lo que está haciendo que los actores económicos se desprendan de sus pesos para intercambiarlos por divisas, ya sea en forma directa (comprando billetes) o indirecta (manteniendo o comprando activos dolarizados, importando bienes)”.

“Y las respuestas -agregó- a estas preguntas no hay que buscarlas en el mercado de dólares ni tampoco en las decisiones de los agentes privados, sino más bien en el mercado de pesos y en las decisiones de política económica, en el gran desequilibrio que se viene generando en el mercado de pesos por una emisión desmedida para financiar los excesos de gasto público, tanto del presente (déficit fiscal) como de pasado (deuda del tesoro)”, finalizó Garzón.