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Esa ansiada foto con Milei

De Loredo logró cerrar el año con una imagen junto al libertario y neutralizar así la ventaja que había logrado Juez. Llaryora apuesta a nacionalizar la aprobación de la Ficha Limpia a la cordobesa

A los radicales les sorprendió la calma de Javier Milei. Lejos de ese personaje histriónico, explosivo y puteador, los diputados encabezados por el cordobés Rodrigo De Loredo se encontraron con un Presidente relajado. Aseguran que les agradeció su colaboración en el Congreso y que les anticipó que espera trabajar en conjunto una serie de proyectos como la Ficha Limpia, caída en desgracia este año por un acuerdo indisimulable con el kirchnerismo, y un régimen de incentivo a las pymes. Nadie pareció acordarse de las palabras poco halagadoras que el libertario solía propinarle al radicalismo hasta hace días y, menos aún, de la acusación de golpista que le dedicó a un emblema de la UCR como Raúl Alfonsín.

Juran, quienes estuvieron, que ni hablaron de las legislativas del año que viene y, mucho menos, de la posibilidad de un acuerdo electoral entre La Libertad Avanza y la UCR o, al menos, con un sector: con los denominados radicales con peluca o con los que la usan cuando la situación lo amerita.

Sin embargo, la especulación electoral, como siempre, estuvo de cuerpo presente en esa reunión entre Milei y los diputados liderados por De Loredo. Tal vez no apareció en el diálogo, pero sí se expresó como señal. El radical cordobés estaba exultante por cerrar el año con una foto sonriente junto a Milei y su hermana Karina, que puede contribuir a neutralizar -o al menos a empardar- esa otra imagen de Luis Juez, el senador del Frente Cívico que es su aliado pero a la vez su rival en la interna, abrazado al Presidente en la Bolsa de Comercio de Córdoba como si fuera un amigo -o un discípulo- de toda la vida.

La ventaja de Juez en los alineamientos es que no tiene límites. Ni estómago. Por eso, después de la foto con Milei, los juecistas se jactaban: “Ya le sacamos 12 kilómetros de ventaja a Rodrigo”. El senador cruza cualquier frontera cuando cree que puede captar algún voto: ahora, ese mismo Juez que en Río Cuarto llegó a decir que Milei sería lo peor que podría pasarle a Argentina, lagrimea de emoción cada vez que menciona al Presidente. Y ya anticipó que lo apoyará en Córdoba en 2025 sin condicionamientos, sin pedir nada a cambio. Entrega total. Juez sabe que hoy los votos son del libertario, que el 60% de los cordobeses apoya al Presidente y su ajuste, y que, por lo tanto, si quiere posicionarse en la carrera a 2027 tiene que ocupar ese espacio. Y vaya si lo hace.

A De Loredo le preocupaba esa distancia que le había sacado Juez, pero la foto del jueves lo calmó. “En la cuestión interna, Rodrigo mostró que también es un aliado de Milei”, dijeron cerca del dirigente radical.

Ahora le surgieron críticas en la UCR provincial, como la de Ramón Mestre o la de Dante Rossi, que promete ruptura, pero les resta relevancia. De Loredo mira a Milei. Y al electorado. El resto es ruido.

¿Habrá un acuerdo con La Libertad Avanza en la provincia para 2025? Nadie se anima a anticipar nada. Por dos razones: por la naturaleza imprevisible de Milei. Y porque para la dinámica argentina, octubre está tan lejos como el sol.

De Loredo especula con dos escenarios. Si hay un acuerdo con Milei, aspira a ser candidato en 2025 y, con los votos del Presidente, recibir un impulso para lo que verdaderamente le importa: la pelea por la gobernación en 2027. Si la alianza no se produce y el radicalismo va solo, De Loredo también podría ser candidato: perdería contra la lista de Milei, obviamente, pero podría tener, según su mirada, un caudal electoral que lo posicione no tanto en Córdoba, sino en el desolado panorama del radicalismo nacional. El diputado apuesta, en definitiva, que la opción sea la primera: “Si Rodrigo va de candidato por fuera va a disputar votos con los libertarios y no creemos que esos quieran dividir el voto, aunque ganen”, analizan cerca del diputado.

Uno de los cuestionamientos que tuvo que enfrentar De Loredo durante este año fue su excesiva nacionalización. Se enfocó en Buenos Aires, en recorridas y entrevistas por los canales de televisión, y perdió de vista el escenario provincial. Juez hizo exactamente lo mismo. Casi una bendición de las fuerzas del cielo para Llaryora, que así consiguió tiempo para definir su perfil de gobierno y vio cómo sus principales rivales se distraían fuera de Córdoba.

Como consecuencia, Llaryora casi no tuvo que estructurar un discurso de defensa ante la oposición cordobesa, sino que se concentró en crear una identidad de gestión que tiene como referencia a Milei, que no lo enfrenta pero que busca suplirlo. El gobernador nacionalizó su discurso y sostiene que en Córdoba el Estado hace lo que debería hacer en el país.

El ejemplo más reciente es la ley de Ficha Limpia, que la Legislatura aprobó casi por unanimidad el viernes, en la última sesión del año. Llaryora fue lo suficientemente hábil como para tomar un tema que venía planteando el radicalismo y que el oficialismo había cajoneado con insistencia, y resignificarlo: pasó de ser una molestia a una bandera. El peronismo cordobés se apropió de la Ficha Limpia, consiguió que casi todos los legisladores la votaran y ahora plantea que esa ley que les impide a los condenados por corrupción ocupar cargos en el Estado es una muestra de que la política cordobesa hace punta a nivel nacional. Llaryora, en un posteo en X que publicó ayer, lo dice abiertamente: “La aprobación de la ley de Ficha Limpia es fruto del diálogo, la colaboración y los consensos entre diferentes fuerzas políticas, mostrando que en Córdoba podemos trabajar juntos más allá de las diferencias partidarias. De esta manera nuestra provincia lidera el camino hacia una política más justa, honesta y representativa. ¡Un logro de todos los cordobeses!”.

La aprobación de la Ficha Limpia le habilitó, entonces, a Llaryora una doble diferenciación: con el kirchnerismo, que resistió en el Congreso Nacional cualquier iniciativa de ese tipo -sería darle un tiro en el pie a Cristina- y cuyo único legislador provincial, Federico Alesandri, se abstuvo de apoyar el proyecto en Córdoba. “Nadie puede acusarnos de ser kirchneristas”, concluyen cerca del gobernador. La segunda diferenciación es con el propio Milei: no sólo porque el gobierno cordobés impulsó un proyecto que el Presidente bloqueó, sino porque el resultado de la votación le permite mostrarse como un gobernante que es capaz de conseguir consensos con la oposición, incluso con el juecismo que hasta ahora no le había votado ni la compra de una lapicera.

La relación del oficialismo provincial con Milei no vive su mejor momento. El Presidente estuvo frío con el gobernador cuando vino a inaugurar la nueva sede de la Bolsa de Comercio.

Uno de los motivos de la tirantez es que en el Congreso no hay ningún avance por el Presupuesto 2025 ni por el reconocimiento del déficit de la Caja de Jubilaciones.

En el PJ cordobés, al Presupuesto ya lo dan por perdido y, por lo tanto, auguran otro año de discrecionalidad absoluta de Milei y de su ministro de Economía -el mejor entre los mejores, según su diagnóstico-: Luis “Toto” Caputo.

Sin embargo, la política es conveniencia y en el oficialismo provincial ya anticipan que si en febrero Milei convoca a extraordinarias y si incluye en el temario la eliminación de las PASO, votarán a favor. No tanto por un acuerdo con el Presidente, sino más que nada por especulación propia: el cordobesismo entiende que, sin primarias, Mauricio Macri estaría sumamente complicado porque no podría resolver la interna del Pro en una general. Ese es un voto que la variante nacional del PJ cordobés, encabezada por Juan Schiaretti, espera disputar.

A eso suman que en 2025 debutará la boleta única en el país y señalan que ese cambio de modalidad de votación debilitará las estructuras feudales de la provincia de Buenos Aires y les permitirá a los cordobeses hacer pie en un territorio que siempre les fue esquivo. Schiaretti y Llaryora imaginan afianzar una tercera opción, se ilusionan con llegar al umbral de los 20 puntos, y pararse desde allí a esperar el 2027. “Si la convertibilidad duró seis años, con una estructura técnica y política mucho más sólida, ¿qué nos puede hacer pensar que el mileísmo dure más de cuatro?”, dicen en el cordobesismo. En esa especulación ven una oportunidad.

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