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Hordas de motos: señalan que falta un abordaje integral del problema

Con el riesgo de accidentes cada fin de semana, especialistas sostienen que las multas o las acciones judiciales se intentaron muchas veces y no dan soluciones por sí solas. Apuntan a intervenciones comunitarias y educativas

Especialistas en materia de tránsito y juventudes coinciden en que al problema de las denominadas “hordas” de motos, definido bajo la figura de conducción peligrosa, le hace falta un abordaje integral, más allá de las alternativas sancionatorias que suelen aparecer de inmediato en la opinión pública. Aseguran que las multas de tránsito y el secuestro de vehículos se han ensayado varias veces en Río Cuarto, con resultados dispares. En cambio, lo que parece constante es el hábito de ciertos grupos de jóvenes de reunirse para tomar distintos espacios de la ciudad como pistas para correr picadas, ignorando por completo cualquier norma de circulación. La mayoría señala que hay causas más profundas que deben abordarse con abordajes comunitarios, con un enfoque de derechos y educación.

Repetidos secuestros

Hace poco más de un año, en abril de 2021, la Policía y el Ente de Prevención sacaron de la calle 58 motos, la mayor parte de ellas vinculadas a los grupos que hacen culto del peligro en dos ruedas.

En aquella oportunidad, la Policía por orden del fiscal de turno realizó 17 allanamientos y secuestró 22 motos vinculadas a las picadas, que se sumaron al resto de los vehículos demorados unos días antes con apoyo, entre otras fuerzas, del ex-Edecom.

Del mismo modo, por recordar otro ejemplo, en los primeros 20 días de enero de aquel mismo año, el Ente de Prevención Ciudadana y Gestión Ambiental secuestró casi 150 motos, y más de 30 fueron retenidas por realizar picadas.

En 2021 secuestraron 58 motos en una semana y más de 150 en veinte días. Nada de eso pareció poder disminuir los grupos que corren picadas en la calle.

Más allá de esto, cabe mencionar que el secuestro de motocicletas es una constante prácticamente diaria para el ente de control, pese a las contigencias y la falta de inspectores de calle.

Pese a todo, el problema de los grupos de motociclistas que no solo ignoran sino que contravienen toda norma de tránsito se mantiene como una constante a lo largo de los años, atravesando al menos cuatro gestiones de gobiernos municipales.

Respuesta insuficiente

Para el expresidente del Edecom Jorge Méndez, las respuestas meramente sancionatorias al problema de los motociclistas temerarios son insuficientes por sí solas.

"La conducción peligrosa es un delito, y la Justicia solo va a actuar a partir del hecho consumado. No hace una tarea de prevención. Creo que hay que avanzar por el lado de la educación, la prevención, controles y sanciones, y que sean políticas sostenidas en el tiempo, porque no sirve de mucho que haya una respuesta de un fin de semana que no tiene continuidad", aseguró.

Según el criterio de Méndez, la educación tiene que abarcar a niños y jóvenes. "Hay que lograr que entiendan que la mayor cantidad de fallecidos por accidentes de tránsito son jóvenes y varones, y dentro de esos grupos, la mayoría son motociclistas".

“La seguridad vial es importante”

¿Por qué cree que, después de tantos años y muchos intentos por terminar con estas conductas temerarias, parece que se ha avanzado muy poco en este sentido?

Creo que lo que falta es una decisión de entender la seguridad vial como un hecho importante. Nos alarmamos cuando vemos que hay fallecidos por la pandemia, por ejemplo, pero no tenemos en cuenta que el año pasado murieron 344 personas por accidentes de tránsito en la provincia de Córdoba. No se le da suficiente valor a la seguridad vial.

Conductas que construyen identidad en los jóvenes

Daiana Monti, socióloga y becaria doctoral del Conicet en la Universidad Nacional de Villa María, sostiene que las políticas públicas sobre el problema del riesgo vial en grupos de jóvenes debe considerar aspectos como la exclusión, los mecanismos de identificación y establecer acciones comunitarias y educativas más allá de lo punitivo.

¿Cómo interpretar esta conducta grupal de jóvenes que se juntan a bordo de las motos y que tienen comportamientos muchas veces temerarios en cuanto al tránsito?

Lo primero que hay que decir es que no hay que romantizar las conductas que tienen los chicos con las motos, porque son riesgosas. Pero se puede pensar desde el punto de vista del uso de los espacios públicos en ciudad, y una de las cosas que no se problematizan es para quiénes son los espacios públicos y para quiénes resultan atractivos. Es interesante, sobre todo cuando pensamos en jóvenes y de barrios populares, cuáles son los lugares que los convocan. Podríamos decir que se trata del derecho a hacer uso del espacio público. Yo buscaría reflexionar sobre por qué están en ese lugar y no en otro. Hay estudios que se cuestionan quiénes tienen acceso al centro de la ciudad, quiénes "pueden" usar el centro. Y los modos, porque hay modos legítimos y no legítimos de uso. En este sentido, la de algunos jóvenes parece una presencia que incomoda.

¿Esas conductas de transgresión tienen que ver particularmente con la construcción de identidades entre grupos de jóvenes?

Hay que pensar que, culturalmente, la adolescencia es el momento de salir de la casa, y de la escuela, a la sociedad. Es un tiempo en que se construyen vínculos fuertes entre los pares. En un mundo marcado por el adultocentrismo, en estos procesos, hay un intento fuerte de los jóvenes de diferenciarse de los adultos y las adultas y de sus prácticas. Una intención de ocupar la calle, que es el lugar más común que está reglado por las adultas y los adultos. Además, los chicos están formando fuertemente identidades, ritos en común con los pares, los compañeros. Muchas veces, estos sirven también para diferenciarse de otros grupos.

Las autoridades buscan eliminar esas conductas transgresoras que implican riesgo para los jóvenes motociclistas y para terceros. ¿Alcanza con las sanciones?

Por lo general, la salida más corta, más simple, que más rápidamente genera consensos es el punitivismo. Ahora bien, si estos encuentros de jóvenes en motos son modos de identificación, el punitivismo no parecer ser una salida que resuelve el problema. Esto no quiere decir que no haya que sancionarlos si andan en contramano, por ejemplo. Hay que pensar en un abordaje comunitario, territorial, y con un enfoque de derechos.