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La participación política femenina en Córdoba, más allá de la historia escrita en masculino

El imaginario de excepcionalidad histórica de la provincia, el rol de Eva Perón y las luchas feministas. Un prolífero estudio sobre el carácter pionero del activismo local de las mujeres que se irradió desde la sociedad mediterránea al resto del país

A siete décadas de que las recién llegadas a la política pudieran por primera vez elegir y ser elegidas, sigue imperando el régimen impuesto por el patriarcado. Lo asegura la historiadora de la Universidad Nacional de Río Cuarto Marina Spinetta, quien realizó una prolífera investigación sobre la participación política femenina en la provincia de Córdoba entre 1945 y 1955. Y para quien “la historia se ha escrito en masculino”.

La piedra basal de la ciudadanía política femenina, que fue la ley de Derechos políticos de las mujeres de 1947, el rol de Eva Perón y medio siglo de luchas feministas son los cimientos de este trabajo.

Spinetta estudió la movilización femenina en el radicalismo y el peronismo de Córdoba en esos diez años, haciendo eje en la participación partidaria, “en un contexto condicionado por los cambios institucionales y normativos habilitados a partir de la sanción de la Ley de Derechos Políticos Femeninos”. “Estos cambios incluyen transformaciones en los aspectos culturales y simbólicos con una reelaboración de la concepción sobre el rol de las mujeres en la vida pública y el mundo privado; y el impacto en la constitución identitaria de las nuevas ciudadanas, como mujeres radicales y peronistas”, explicó.

Articuló tres campos: “La historia política, con énfasis en la historia de los partidos políticos provinciales y los nuevos abordajes sobre el peronismo; la historiografía de mujeres, que permitió visibilizar y rescatar trayectorias singulares y colectivas; y los aportes teóricos en torno al género y la subjetividad, que permiten problematizar las configuraciones de identidad de estas mujeres y la relación entre las mujeres y la política”.

Es una radiografía de la participación política de las mujeres alentada por el peronismo cordobés, desde comienzos de 1946, con el surgimiento de los llamados Centros Cívicos o Centros Peronistas Femeninos, hasta la constitución primaria del Partido Peronista Femenino en Córdoba, que desde 1948 (motorizado primero por la primera dama provincial Leonor Leiva Castro de San Martín y luego por la primera delegada censista, Elsa Chamorro Alamán) implicó una movilización inédita de féminas y la posibilidad de participar como candidatas en las elecciones de 1951.

Marina Spinetta es docente y vicedirectora del Departamento de Historia, de la Facultad de Ciencias Humanas, de la UNRC. “En la trama del activismo de mujeres se tejieron relatos y juicios cruzados; pero unas miraban a las otras, y viceversa. Radicales y peronistas fueron las protagonistas de esta elaboración historiográfica y teórica que, a modo de un mosaico –creado con partes desperdigadas, pequeños fragmentos, materialidades diversas- intenta ofrecer un panorama novedoso sobre la historia política de Córdoba y la historia de las militancias femeninas partidarias en el primer peronismo”, dice en la conclusión de su tesis, con la que alcanzó el título de doctora en Ciencia Política, otorgado por la Universidad Nacional de Córdoba, trabajo que realizó bajo la dirección de la doctora Marta Philp, en el Centro de Estudios Avanzados de la Facultad de Ciencias Sociales.

- ¿Por qué la política aún no logra deshacerse de su génesis patriarcal?

- La política es parte de un orden patriarcal y hetero-normativo que goza de buena salud, más allá de los cambios impulsados por el feminismo, desde principios de siglo XX y, fundamentalmente, desde la década de los sesenta de ese siglo, en el mundo occidental del que –aunque en forma periférica- formamos parte. La política es parte del orden social y este es un orden androcéntrico, en conceptos de Pierre Bourdieu. Parafraseando a una teórica feminista, Joan Scott, el género permea, atraviesa, configura las relaciones sociales desde la infancia, es una “forma primaria de las relaciones significantes de poder”, que brinda cierto sentido sobre la jerarquía entre varones y mujeres, o más aún, constituye esa clasificación entre femenino y masculino. Esas jerarquías son las que dividen y distribuyen espacios y roles, asignando a las mujeres el espacio del “hogar”, el cuidado de los otros, lo privado, la reproducción biológica, como mandatos a cumplir.

- Desde mediados del siglo pasado, periodo sobre el que usted hizo este trabajo, hasta hoy, ¿la participación política femenina creció?, ¿lo suficiente?

- Claramente creció en cantidad y cualitativamente, porque cambió la sociedad y cambiaron las mujeres. Además, fue alentada por instrumentos normativos específicos, como la ley de voto femenino y en 1947, la llamada ley de cupo, de 1991, o la más reciente Ley 27.412 de Paridad de Género en Ámbitos de Representación Política, de 2017. De todas maneras, participación política no puede ser reducida a participación en partidos políticos. Como lo demuestra el movimiento feminista, la presencia de las mujeres atraviesa diferentes lugares de intervención pública.

- ¿Están en peligro el liderazgo y la participación política de las mujeres?

- El liderazgo y la participación política de las mujeres es un fenómeno que se acrecienta cotidianamente. Las amenazas parten de las propias condiciones estructurales que determinan la vida de las mujeres alrededor del globo: feminización de la pobreza, desigual distribución en los hogares en las tareas de cuidado -de niños, ancianos, enfermos-, salarios comparativamente más bajos que los varones -por lo que mantiene la demanda de “igual trabajo, igual salario”-, el mandato de maternidad -alabada discursivamente, pero no reconocida socialmente-. Por otra parte, avanzan discursos conservadores, de derecha. Estos discursos se apoyan en un supuesto orden natural para perpetuar desigualdades sociales y creadas -por lo tanto, modificables-. El crecimiento de los discursos de odio hacia el feminismo y su agenda responde a esta premisa.

- ¿Quedan aún barreras estructurales que derrumbar (leyes, disposiciones, normativas)? o ¿es más bien una cuestión de prácticas, actitudes y estereotipos de género discriminatorio?

- Cualquier imagen que retrate posiciones de poder suele mostrar mayorías masculinas. Hay una acentuada subrepresentación de las mujeres en los lugares jerárquicos, de la política y el mundo profesional o laboral. Basta ver la fotografía reciente de la composición actual del Consejo Interuniversitario Nacional. Por mencionar un ejemplo cercano, la UNRC nunca tuvo una rectora. Siguen vigentes ideas sobre el lugar “natural” de la mujer, en la casa, como madre y buena esposa. Estas limitaciones se vinculan al llamado “techo de cristal”, que no responde a normas positivas o leyes, sino a las condiciones estructurales ya mencionadas.

- ¿Hace falta un nuevo contexto de ampliación de derechos como el ocurrido hace 70 años?

- El contexto de ampliación de derechos que se inició a mediados del siglo XX respondió a procesos de escala global, en el escenario de posguerra y las décadas que le siguieron, con la consolidación del Estado de Bienestar, la expansión de los derechos políticos y sociales, la descolonización. Este ciclo entra en crisis y se cierra en los ‘80 y ‘90. Desde allí asistimos a la escalada de un orden neoliberal, conservador en lo social y restrictivo en relación a los derechos. No es el mejor panorama, pero esto no ha impedido la continuación de las luchas. La ampliación de derechos nunca fue una cesión de los poderosos, sino que respondió a demandas concretas. En el caso argentino, la recuperación democrática en la década de los ochenta abrió el debate a nuevas discusiones y habilitó nuevos espacios de reivindicación. En este sentido, es paradigmático el Encuentro Nacional de Mujeres, que desde 1986 visibiliza sus reclamos. Desde la legislación, tenemos varios avances, particularmente en el siglo XXI: la Ley 26.485, de Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales (2009), la Ley 26.618, de Matrimonio igualitario (2010), la Ley 26.743, de Identidad de género (2012), y la Ley 27.610, de Interrupción voluntaria del embarazo, dan cuenta del crecimiento exponencial del movimiento de mujeres y feminista en la calle. En este aspecto, desde 2015, el movimiento NI Una Menos abrió una nueva oleada entre las mujeres y las jóvenes, como respuesta a otra cuestión estructural del patriarcado: el femicidio.

- ¿Cuáles cree que son los caminos para impulsar el protagonismo político de las mujeres?, ¿se necesita otra Eva Perón?

- La política puede ser un importante lugar de impulso de los cambios, pero no alcanza. Al menos, no si la reducimos a su mera expresión partidaria en la competencia electoral. Lo mismo aplica a la innovación normativa, cuando se queda sólo en la letra de una ley. Los cambios en las relaciones de género, para ser duraderos, deben articular a todas las esferas de lo social: la económica, la simbólica, la cultural. En este sentido, el Estado es actor, pero también escenario de disputa. Por otra parte, si bien la acción y figura de Eva Perón –y el imaginario construido en torno a ella- resultó decisiva para la movilización de las mujeres en los cuarenta y cincuenta, no podemos acotar la militancia a figuras representativas, ya que se trata de movimientos heterogéneos, horizontales y transversales. No se trata de alentar personalismos o personalidades mesiánicas o salvadoras, sino de construir caminos colectivos.

Ahora investiga los procesos

locales, de Río Cuarto y la región

En la continuidad de su investigación, la doctora en Ciencia Política Marina Spinetta ahora hace foco en los procesos locales, de Río Cuarto y la región.

“Estoy profundizando en algunas aristas, en particular, los procesos locales, en la ciudad de Río Cuarto y la región, ya que quedó un poco desdibujado entre el panorama provincial”, señaló. Y agregó: “Como en cualquier trabajo de visibilización de la acción y presencia femeninas, es ardua la tarea de recuperar nombres y biografías. La historia también se ha escrito en masculino”.

Sobre los avances de esta nueva fase, la historiadora comentó: “Se continúa la investigación sobre participación política femenina en los partidos peronista y radical, en particular durante el periodo 1952- 1955, momentos críticos del segundo gobierno de Perón. Es una etapa interesante porque en estos años también hay elecciones generales y provinciales, con la postulación y elección de las primeras legisladoras de la provincia de Córdoba”.

“Se está relevando la interna partidaria de ambos espacios, con procesos particulares, más allá del contexto global”, delimitó.

Y agregó: “El corpus está conformado principalmente por documentos de la prensa local, además de los archivos pertinentes de las cajas de Departamento Ejecutivo y sus reparticiones. La documentación se complementa con fotografías”. “Todo documento es útil a la hora de reconstruir estas expresiones de militancia y movilización femenina, considerando que las mujeres están invisibilizadas u omitidas en las fuentes”, remarcó.

Escenarios, prácticas políticas e identidades

La tesis de Spinetta tiene tres partes: escenarios, prácticas políticas e identidades.

En la primera se identificaron actores y problemas de la agenda política en relación a la ciudadanía de las mujeres. La segunda reconstruye las prácticas políticas de mujeres radicales y peronistas, enfocándose en las estrategias de participación e intervención en el espacio público, así como también las formas de organización de las mujeres en los partidos respectivos, con atención en las reglamentaciones y modalidades más o menos informales, la constitución de liderazgos -y sus condicionamientos y limitaciones-, y las diversas expresiones en la escena masculinizada de la política.

En la tercera parte se revisan las configuraciones identitarias de mujeres radicales y peronistas.

En la tercera parte se revisan las configuraciones identitarias de mujeres radicales y peronistas. Se indaga en un aspecto de la militancia política femenina: la construcción de una identidad y sus actos de identificación asociados. El objetivo de esta parte es rescatar la voz de las mujeres radicales y peronistas, para revisar la configuración de los discursos de elaboración de un nuevo sujeto político –de un “nosotras”- como modo de legitimación en el ingreso al terreno masculinizado de la disputa partidaria.

Hay tres cuestiones que se articulan: cómo se concibe y reconfigura el vínculo entre mujeres y política, a la luz de las transformaciones institucionales y sociales de la década, pero con el peso ineludible de las disposiciones culturales; de qué manera se piensan y se ven las mujeres, tanto en el radicalismo como en el peronismo, y cómo ven a las “otras”; de qué modo se estructuran los relatos de legitimación, a partir de la construcción de un sentido del pasado y del futuro.

A lo largo del trabajo, hay identificación de actores y problemáticas de la agenda política en relación a la ciudadanía femenina; revisión de los escenarios de circulación de los discursos relativos a la vinculación entre las mujeres, la política y el espacio público; discusión sobre los aspectos de orden cultural, histórico, legal y partidario en relación con la ampliación formal de la comunidad política; reconstrucción empírica de la militancia femenina cordobesa, en sus organización, liderazgos y prácticas; visibilización de las mujeres en su agencia política; mirada sobre la reelaboración simbólica de la ciudadanía en términos femeninos, desde la enunciación social sobre la vinculación entre mujeres y política; y reconstitución de las identidades tensadas entre los imperativos de género y las exigencias doctrinarias que permiten pensar novedosas configuraciones en la subjetividad política.

Deolinda Abate Daga. Prensa UNRC