“Mientras buscaba al amante, al fiscal Di Santo se le escapó el asesino”.
La frase mordaz resume la sensación que a la amiga íntima de Nora Dalmasso, María del Carmen Pelleriti, le dejó la investigación del crimen de Villa Golf.
La bioquímica de 61 años que fue citada ayer a declarar tiene pocas esperanzas de que, 15 años después, el juicio que se está desarrollando en la Cámara Primera del Crimen de Río Cuarto arroje resultados positivos. “Se perdió mucho tiempo”, dijo.
Pelleriti comparó la escena del crimen la tarde del 26 de noviembre de 2006 con el espectáculo de un titiritero, donde cualquiera que pasara por allí podía subir o bajar las escaleras hasta la habitación donde encontraron ahorcada a Nora. “Ni siquiera cercaron el lugar con una cinta”, se indignó.
Ayer, cuando habló frente al tribunal, la mujer de 1,50 metro de estatura y de caracter decidido admitió que no tiene elementos de pruebas para señalar a una u otra persona, pero dejó una frase de alto impacto que quedó resonando en los oídos del auditorio:
-Si quieren encontrar al culpable, busquen al que se benefició de este crimen.
Parecía un golpe de efecto.
Sin embargo cuando el fiscal de Cámara Julio Rivero le formuló la inexorable pregunta, Pelleriti no se arredró y, girando la cabeza hacia el banquillo de los acusados, dijo:
-Uno de los que pudo beneficiarse es Marcelo, porque con la muerte de Nora no tuvo que dividir sus bienes; y la otra persona es (Daniel) Lacase porque aprovechó la ocasión para deshacerse de sus enemigos políticos (Rafael) Magnasco y (Alberto) Bertea.
Pelleriti y Nora eran confidentes. Se contaban cuestiones íntimas en las bucólicas caminatas semanales por las calles de la Villa Golf. Tanto es así, que cuando se conoció públicamente que su amiga había tenido un affaire con un vecino en común, el contador Guillermo Albarracín, Pelleriti se sintió decepcionada.
“Me enojé con ella, porque Albarracín era el esposo de una amiga, y porque nunca me lo dijo. Yo pensé que nos contábamos todo. Es más, en esas caminatas, le había hablado pestes de Albarracín, y ella no me contó nada. ´¿Te parece que es así?´, me decía”.
En esas caminatas que se repetían tres veces a la semana, Nora le confió una versión del matrimonio con el traumatólogo que contrasta con la imagen armónica que describe el círculo familiar.
“Yo me llevaba muy mal con mi ex y las dos pensábamos qué haríamos en el futuro si nos separáramos. Nora me decía, “vos no vas a tener inconvenientes con los bienes, pero si yo me separara de Marcelo tendría muchos problemas”.
A escasa distancia de la testigo, Macarrón seguía la declaración apoyando la frente sudorosa en las manos enlazadas.
Como sucedió el martes con Paula Fitte de Ruíz, otra amiga de su esposa, tomaba distancia del viudo y lo colocaba en el ojo de la tormenta.
El abogado Marcelo Brito salió en su auxilio, con preguntas que incomodaron a la testigo, por el tono cargado de intención.
-A ver, ¿cuándo le dice a usted Nora que si se separaba de Marcelo tendría problemas?
-¡Cómo quiere que me acuerde del día y la fecha! Habrá sido uno, dos o tres meses antes, replicó Pelleriti.
En las habituales charlas de las amigas por el Golf, afloraba seguido el nombre de Lacase. “Lacase es abogado y se le tenía miedo. Nora me decía que había que temerle porque si se divorciaba y Lacase era el abogado de su marido podía haber problemas”.
La testigo insistió en que su amiga le tenía terror al abogado de su esposo y ella también: “Le dije que si aparezco muerta, busquen a Lacase”.
En un cruce de miradas entre los vocales técnicos Natacha García y Daniel Vaudagna, quedó en evidencia la duda: ¿cuál de las dos mujeres había sido la autora de la frase?
Por eso el presidente del tribunal pidió que lo aclaré:
-¿Eso se lo dijo su amiga a usted, o usted a su amiga?
-Lo dije yo.
-¡Claro, pero quien apareció muerta no fue usted, sino su amiga! -Le dijo en tono enérgico el fiscal-. ¿A quién cree usted que hay que buscar?
-A Lacase. -Replicó la testigo, como una flecha.
A la salida de tribunales, Pelleriti fue interceptada por los periodistas y reiteró que había sido ella quien dijo que si aparecía muerta había que buscar al abogado laboralista.
Pero esta vez agregó algo más.
-Nos podía pasar a las dos.
Alejandro Fara. Especial para Puntal