Llamosas deberá hacer desde ahora lo que no pudo o no quiso hacer durante su gestión en el Palacio de Mójica:recorrer todo el sur provincial para construir para sí mismo pero, fundamentalmente, para el gobernadorLlaryora. Uno de los reproches políticos que más enfrentó como intendente fue que su radio de acción se limitaba a Río Cuarto, que no salía ni convocaba a los intendentes de la región. Ahora, tendrá que hacerlo porque es el sentido que seguramente Llaryora imaginó para el cargo: reforzar la presencia, sobre todo política, en el sur, una zona que se ha convertido en uno de los puntos débiles del gobernador en el plano electoral.
Ahí aparece un punto que implica un desafío de coexistencia en el oficialismo. Porque si una característica distintiva ha tenido Guillermo De Rivas en las semanas que lleva como intendente es que piensa más regionalmente. A pocos días de asumir recibió a los jefes comunales del Gran Río Cuarto y una semana después al Ente de Intendentes. Este jueves, en Bulnes, tuvo un encuentro con los intendentes del departamento Río Cuarto, que ya estaba previsto y al que fue invitado Llamosas.
En cada reunión De Rivas remarcó, con los gestos y el discurso, que su visión no abarca sólo a la ciudad sino al sur. Hay allí una exteriorización de un objetivo político y de un proyecto de construcción de liderazgo.
Es decir, hay dos figuras del oficialismo con ámbitos de actuación que se solapan. Y esa situación es fruto de un elemento nuevo, desconocido en la ciudad:un intendente peronista tiene a su antecesor haciendo política no en un escenario diferente (Córdoba, por ejemplo), sino a pocas cuadras del Palacio. Naturalmente, en esa dinámica debería aparecer tarde o temprano algún episodio de rispidez o potencial conflicto. Sobre todo, porque el peronismo se ha convertido después de la elección de junio en el actor preponderante de la política local;la oposición seguirá durante un largo tiempo golpeada y desorientada y, como suele ocurrir, cuando al frente no hay un antagonista, aparece en las filas propias.
Quienes conocen a los dos, a De Rivas y a Llamosas, sostienen que encontrarán una fórmula de convivencia. “Van a tener diferencias, por supuesto. Pero se van a encargar de que no se hagan públicas”, indicaron en el Palacio.
En sus primeras semanas, De Rivas ha mostrado una modalidad de funcionamiento que es propia, que no se veía en la gestión anterior:el actual intendente viaja periódicamente a Córdoba, se reúne él mismo con los ministros, lleva a los secretarios de cada área. Llamosas recurría más a intermediarios, principalmente a Carlos Gutiérrez, para canalizar las gestiones. Esto significa que quien era representante del gobernador en el sur tenía un peso político más significativo que el que puede tener con el actual intendente.
En la gestión, los dos deberán lidiar con la escasez: en el oficialismo señalan que el Centro Cívico enfrenta y enfrentará limitaciones presupuestarias porque la crisis y la caída de ingresos han obligado a la Provincia a cerrar las canillas del gasto y establecer un núcleo de prioridades. Eso empujará a Llamosas, sobre todo de cara a las elecciones del año próximo, a reclinarse más en la política como elemento de construcción.
De Rivas también afronta un panorama de escasez. La profunda caída de la actividad a nivel nacional socava los ingresos provinciales y municipales y eleva los gastos porque la inflación continúa, aunque a menor ritmo, y las demandas crecen. “Se viene un fin de año difícil”, vaticinan en el Palacio.
Por eso, la estrategia que ha definido el nuevo intendente es avanzar con las promesas de campaña al ritmo que permita la caja y, mientras tanto, apostar a la presencia política y a la contención. “De Rivas está en todos lados, se junta con todos. Interpreta que es un tiempo en el que el intendente tiene que estar, hablar, acordar”, detallaron en el gobierno. Pero a esa actitud de estar se le sumará algo más tangible: refuerzos presupuestarios para los sectores más vulnerables, agobiados por la pérdida de poder adquisitivo y las dificultades para pagar el alimento y los servicios.
Que el gasto social sea una prioridad está determinado por la realidad nacional;pero hay otros temas que ocupan la agenda del nuevo gobierno y que surgieron de la campaña:son las promesas que hizo De Rivas.
Uno de esos compromisos fue modificar el actual sistema de transporte, que comenzó a funcionar hace menos de dos años, porque, según manifestó el actual intendente, hubo innovaciones que no funcionaron y que le complican la vida al usuario. El principal reproche son los trasbordos.
En la Subsecretaría de Transporte están definiendo cuáles serán los cambios. Desde la intendencia recibieron la instrucción de que se analicen todas las opciones, incluso la de volver al antiguo sistema que rigió hasta 2022.
Pero hay otro aspecto que están revisando en el gobierno: los subsidios que aporta todos los meses a la SAT. El nuevo gobierno pretende poner en marcha un sistema de control más riguroso para conocer con mayor detalle en qué se gastan los aportes estatales. “Vamos a auditar”, anticiparon.
Lo mismo ocurrirá con las vecinales: en un primer estudio surgió que hay algunas que están cobrando por servicios que no prestan o lo hacen con serias deficiencias. “Vamos a implementar premios y castigos. Los que trabajan bien mantendrán los convenios, los otros no. No puede pasarnos lo que nos ocurrió el verano pasado: el desmalezado fue un desastre”, detallaron.
De Rivas pretende que haya una mejora en los servicios y que también arranquen las obras que planteó en la campaña. Por eso se está preparando la licitación de las primeras 100 cuadras de pavimento y cordón cuneta, de un total de 1.000 que prometió. En el Municipio ya admiten que las obras arrancarán pero que el ritmo estará determinado por las posibilidades presupuestarias.
Esas son, junto con la política de seguridad y de ordenamiento de la ciudad, las principales acciones que el Municipio plantea hacia afuera. Pero también hay una serie de movimientos hacia adentro. Como ocurre con cada nueva gestión, la relación con el personal es un elemento potencialmente conflictivo.
El gobierno ya cerró la paritaria con el gremio de empleados municipales pero la semana próxima aparecerá otro aspecto:los contratados que vienen de la gestión anterior. En el arranque de Llamosas, en 2016, la no renovación a 200 personas provocó marchas en el Municipio y el Concejo. Ahora, aseguran que no habrá sorpresas ni desvinculaciones.
Salvo excepciones: los contratados que apoyaron la candidatura de Adriana Nazario y que integran su grupo político no seguirán. En el Palacio sostienen que por eso el nazarismo estuvo especialmente crítico en las dos últimas semanas. Cerca de De Rivas interpretan que fue un intento por forzar una negociación con el intendente para salvar a su tropa. “Están equivocados:Guillermo no es como Juan Manuel. Llamosas te llamaba y te invitaba a tomar un café para charlar. De Rivas te cierra el teléfono y no te atiende más”.