Lunes 24.- “La credibilidad de la palabra presidencial debe ser cuidada como un tesoro”.- Valioso aporte a la cultura política de los argentinos el que realizó nuestro hombre en Zurich, más allá de su origen en lo que parece haber sido un penoso malentendido. Se ve que hace cinco meses Mauricio llamó a Alberto para ponerse a su disposición como desinteresado servidor de la Patria que es, y por algún tipo de ruido en la línea el otro entendió que proponía reactivar la economía con un plan de obras públicas basado en el cavado de fosas comunes, o algo así. Que el Presidente se haya tomado todo este tiempo en revelar aquella conversación es cosa de él, será por lo escrupuloso que ha sido siempre en cuidar la reputación de su antecesor. Pero lo importante es el debate que desató sobre “el valor de la palabra presidencial”, título de la respuesta de Mauricio, y excelente oportunidad para que desde todos lados le hayan reconocido su expertize en la materia, al recordarle aquellas promesas de “pobreza cero” y “unir a los argentinos” con que inauguró un mandato pródigo en palabras cuidadas como tesoros. Sin embargo, el reconocimiento no debería omitir que sólo se limitó a sumarse a una honrosa tradición que desde el “síganme que no los voy a defraudar” y su entrañable compañero “si decía lo que iba a hacer no me habrían votado” ennoblece un género que incluye puntos altísimos: “¡Qué lindo que es dar buenas noticias!”, “El que depositó dólares recibirá dólares”, “Nosotros no lucramos, no estamos en el negocio de la política, desde que fui gobernador de Santa Cruz, más que acrecentar mis bienes personales fui para atrás”, etcétera. Gracias, Mauricio, por estar a la altura.
Martes 25.- “La palabra empeñada es importante, no mentir en política es importante”.- Y por supuesto no podíamos esperar otra cosa de Alberto, que más allá de la pequeña discrepancia en torno del contenido del diálogo -¡lástima que en la Argentina no grabamos las conversaciones privadas, así evitaríamos complicarnos con esas trampitas de la memoria!- también estuvo a la altura al expresar su plena coincidencia en el fondo del asunto. Es más, la plena conciencia acerca de la importancia de la palabra presidencial le viene de mucho antes de ser Presidente, cuando allá por 2013 decía que quien entonces ocupaba el cargo (no vamos a recordar quién era, total igual no viene al caso, para qué nos vamos a ir por las ramas) “nos está mintiendo con la democratización de la justicia y quiero que no nos mienta más”, o a principios de 2015 esa misma persona, que al parecer era ideal para proporcionarle ejemplos, “sabe que ha mentido y que el memorando firmado con Irán sólo buscó encubrir a los acusados” así como “encubrió la corrupción de su vicepresidente” (pequeña disgresión: ¡Encubrió la corrupción de su vicepresidente!, ¡a quién se le ocurre!). La palabra empeñada es importante, qué duda cabe, y a quienes les dé cosa empeñarla por miedo a que después no puedan juntar las moneditas para rescatarla de la casa de empeños, más les vale mantenerse lejos de la política. Así que permítanme afirmar, en nombre de quienes nos hemos empapado con la mencionada tradición histórica, que no hay por qué elegir quién dice la verdad: para nosotros, la palabra de Alberto y la de Mauricio valen exactamente lo mismo.
Miércoles 26.- Duras críticas a Duhalde por sus advertencias sobre un posible golpe de Estado.- “No va a haber elecciones porque la Argentina es la campeona de las dictaduras militares”, había lanzado el tipo, en una contundente ratificación no sólo de su condición de custodio del valor de la palabra presidencial sino en la de garante de la institucionalidad democrática. Toda la semana le salieron tan con los tapones de punta que el hombre relativizó sus dichos, explicó que se le “escapó la tortuga” porque tuvo “un desenganche de la realidad”, y deslizó que la cuarentena podría haberlo inducido a adoptar “actitudes psicóticas”, tan dotado para el autodiagnóstico como para la clarividencia. Pero nos dejó igual un poco intimidados: ¿cómo desconfiar de las cualidades como augur de un tipo que sentenció que la Argentina está “condenada al éxito”? ¿Cómo dudar de la lucidez para percibir la realidad en sus aspectos más complejos e intrincados de un líder que declaró que la provincia de Buenos Aires tiene “la mejor policía del mundo?”. No se puede menos que tomarle la palabra y concluir que en la Argentina es más probable que Duhalde se tome revancha y sea electo presidente derrotando junto a Cacho Castaña a la fórmula Fernando de la Rúa-Luis Brandoni, a que haya un golpe de Estado.
Jueves 27.- El Senado dio media sanción a la reforma judicial.- Teníamos planeado darle nuestras calurosas felicitaciones a la honorable presidenta del cuerpo por tan formidable logro, pero bueno, sabemos que en definitiva no da para tanto porque ella misma le bajó el precio al proyecto de Alberto al aclarar que reforma judicial lo que se dice reforma judicial es la que hizo ella, y no este tibio producto de una mente leguleya que no se anima a ponerle los puntos a la corporación que todavía no se dio cuenta de que a ella la absolvió la historia. Lástima que no le explicó antes a su socio que este proyecto al que dedicó ingentes esfuerzos y grandes dosis de capital político, por el cual se peleó con medio mundo, instaló la impresión de querer encubrirla a ella y fue acusado de descuidar las desdichas sanitarias y económicas de la población, era en realidad un proyecto vano e inservible. Podría al menos haberle reconocido la creación de casi 1.400 cargos bien remunerados para premiar la entrega desinteresada de la militancia, pero ni siquiera. En fin, habrá quien diga que la credibilidad de la palabra presidencial está quedando un poco maltrecha, pero la credibilidad de la palabra vicepresidencial estaba en juego y ya sabemos que en esta materia no hay nadie más celoso que ella. Como demostró, ponele, cuando explicó que poner a los candidatos al Consejo de la Magistratura en las boletas sábanas de las elecciones, como proponía su reforma judicial de verdad, volvía a la Justicia más independiente del poder político; que ir a preguntarles a los iraníes quién le puso la bomba a la Amia iba a ayudar a esclarecer el caso, y que al final de su mandato la pobreza era del 4 por ciento, como explicó en la Cumbre Mundial de la Alimentación en Roma. Justamente a ella le van a venir a contar lo que es la importancia de la palabra empeñada.
Viernes 28.- “Produciremos una vacuna antes de fin de año, derrotaremos al virus, acabaremos con la pandemia y saldremos más fuertes que nunca”.- Y por mucho que nos gustaría seguir exaltando el compromiso con la palabra de nuestros pollos y pollas, creemos oportuno dedicar nuestra conclusión a recordar que estamos hablando de valores que trascienden las fronteras, las ideologías y los arreglos capilares. En su discurso de aceptación de la candidatura a seguir en el cargo, Donald Trump no volvió a proponer combatir al coronavirus desinfectando los conductos digestivos o los vasos sanguíneos con lavandina o similares -método cuya eficacia hemos tenido la oportunidad de comprobar aquí: la autopsia del nene al que los padres le dieron dióxido de cloro reveló que no tenía ni rastros de Covid-19-, pero ratificó su firme convicción de prometer sólo aquello que puede cumplir, con el hermoso muro pagado por México como telón de fondo y los hackers rusos listos para revivir la campaña “América primero”. Fuerza, Donald, si hay algo que tu país y el mundo necesitan en estas horas críticas es cuatro años más con tu liderazgo y, por supuesto, tu palabra.