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Doce heridos y tres detenidos fue el saldo de los incidentes en inmediaciones del Parlamento

Fuerzas de seguridad volvieron a reprimir a los manifestantes

Como viene ocurriendo los últimos miércoles, la concentración de protesta de ayer frente al Parlamento terminó con incidentes y represión. La manifestación que abroqueló desde temprano a un muy amplio espectro de organizaciones políticas, sociales y gremiales en las afueras del Congreso, en su mayoría asociadas al kirchnerismo y a la izquierda, dio un vuelco abrupto con la noticia de que el oficialismo, finalmente, se anotaba una victoria dentro del recinto con la ratificación del veto presidencial a la ley jubilatoria. Los insultos dieron paso a los incidentes con corridas, piedrazos y un gran despliegue policial que, a fuerza de gas pimienta y un operativo escalonado entre las distintas fuerzas, puso fin a una movilización marcada hasta ese momento por la calma.

El Same reportó doce personas heridas y asistidas tras el choque de las fuerzas de seguridad con los manifestantes. Tres personas fueron trasladadas a hospitales: un hombre de 25 años con convulsiones, uno de 42 años con una herida de bala de goma y otro con una herida cortante. El resto de los heridos presentan traumatismos leves, heridas por caídas y crisis nerviosas. Desde el Ministerio de Seguridad reportaron tres detenidos por agresión y resistencia a la autoridad.

El punto de quiebre se dio a veinte minutos de las 16, cuando la noticia –adversa para los manifestantes– llegaba a los oídos de aquellos que no tenían su celular en mano. Los cánticos contra el Gobierno comenzaron a ganar volumen.

Apenas seis minutos de concluida la votación, un grupo de manifestantes logró vencer el vallado que resguardaba la entrada del Congreso sobre la avenida Rivadavia y el clima de la manifestación se rompió súbitamente. Algunos alcanzaron a golpear la puerta que el Congreso tiene sobre esa avenida, pero un cordón de uniformados, en apenas segundos, avanzó e hizo retroceder a este grupo más exaltado –alrededor de 150 personas, según los cálculos del Gobierno–, dando inicio a una avanzada policial que recuperó el control de la calle y terminó con la desconcentración.

Se enojó Bullrich

A raíz de la represión, manifestantes –algunos de edad avanzada– y trabajadores de prensa debieron ser asistidos tras ser rociados en el rostro con gas pimienta. Lo mismo sucedió con una niña de diez años, hecho que fue condenado por la filial argentina de Amnistía Internacional. “Madre irresponsable y violenta”, fue la respuesta de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que no cuestionó la conducta de los uniformados.

Los desmanes tras la victoria del oficialismo motivaron un rápido y contundente despliegue de las fuerzas de seguridad afectadas al operativo que, con la Prefectura Naval a la cabeza, avanzaron sobre la avenida Callao y desplazaron al grueso de los manifestantes apostados en la intersección con Rivadavia. Según los datos del Gobierno, participaron del operativo más de 700 uniformados. La Policía de Seguridad Aeroportuaria, la Federal y Gendarmería tuvieron intervención en un operativo que realizó sus primeros movimientos preventivos por la madrugada.

De manera escalonada, las distintas fuerzas federales y la policía porteña fueron plantando filas de efectivos a medida que el cuerpo motorizado y el camión hidrante se abrían paso por la avenida para despejarla tras los incidentes. En esa sucesión de pliegues policiales, un nuevo foco de conflicto surgió a 200 metros del Congreso: es que en una de las pausas, los manifestantes alcanzaron a prender fuego pequeños montículos de basura. Hubo varios forcejeos, algún enfrentamiento cuerpo a cuerpo entre los manifestantes y la policía, y al menos un detenido. Para las 16.30, sin embargo, el tránsito sobre Callao se había normalizado.