La proyección de ingreso de dólares para los próximos 12 meses luce muy diferente a lo que fue durante el pasado ciclo productivo agrícola. Es que La Niña tiene características más severas aún que la de los últimos dos años y eso ya tiene un efecto negativo irreversible en el caso del trigo y la cebada, que ajustan a la baja su volumen de cosecha ante cada proyección que presentan las distintas bolsas del país. Pero además, y con mayor preocupación aún, aparece una demora inusual en la siembra gruesa que aleja el ingreso de dólares del horizonte.
Ante ese escenario complejo para el Gobierno, en un año electoral, y el país en general, los economistas David Miazzo, de Fundación Fada, y Juan Manuel Garzón, de Fundación Mediterránea, dos especialistas en el análisis del agro, dialogaron con Puntal sobre las expectativas para el año próximo.
“El escenario económico 2023 luce muy complejo. La aspiración máxima del Gobierno sería una economía estancada sin recesión, con una inflación que se mantenga en los niveles actuales”, explicó Garzón.
“Es el más optimista porque el Gobierno tiene muchas restricciones. Una es que no tiene dólares para financiar una expansión de la economía, porque eso implicaría más importaciones y para eso necesitaría más dólares”, añadió.
El diagnóstico de Miazzo fue en la
misma dirección: “Desde lo macroeconómico la sequía tiene impacto por dos lados: por un lado, la actividad económica se va a resentir porque se producirá menos volumen de granos y hay menos riqueza. Ahí existe de manera directa la caída en producción de granos y también menos servicios de cosecha, pero a eso hay que sumarle menos fletes, menos cubiertas, menos combustible”, explicó el especialista. Y agregó: “Por otro lado, habrá un efecto negativo en exportaciones y generación de dólares. El cultivo que ya está irreversiblemente dañado es el trigo”.
En cuanto a números, Garzón explicó que solo para los cultivos de invierno se esperan recortes en los ingresos de al menos 2 mil millones de dólares. Pero, si a eso se le suma una proyección por menores precios, Argentina tendrá un recorte que podría duplicarse si la falta de lluvias significativas y con mayor frecuencia continúa. “Nuestro escenario de exportación agroindustrial para el año que viene muestra un ajuste de unos 3.500 a 4.000 millones de dólares por el efecto del clima y menores precios internacionales”, indicó el economista de la Mediterránea. Pero aclaró: “Ahora hay que esperar que se regularice el tema lluvias para que los cultivos de verano se encaminen. De no ocurrir esto, la situación sería mucho más crítica aún”.
“El año pasado logramos 23 millones de toneladas de trigo y este año estamos esperando llegar a 15 millones, con muchas dudas. Serían 8 millones de toneladas menos, que si lo multiplicamos por los 400 dólares por tonelada nos da un valor de US$ 3.200 millones menos. Este verano va a faltar ese dinero con respecto al año pasado, y que puntualmente no van a estar entre diciembre y febrero, que es un período de escaso ingreso de divisas”, explicó economista jefe de Fada.
Miazzo alertó también el efecto que la menor cosecha de granos tendrá especialmente sobre el interior productivo. “Eso va a ser un efecto cascada que se va a sentir principalmente en el interior productivo. Será un impacto en la actividad económica sobre proyecciones de crecimiento de PBI bastante bajas para 2023, y que apenas daban el 1%. La sequía puede impactar en ese valor también”, dijo el economista.
“Las lluvias en diciembre, enero y febrero serán claves para esos cultivos. Si esos dos cultivos son golpeados por el clima, será un impacto sustancial”, dijo Miazzo.
Pero al parecer no será todo. Porque no es el único problema que la economía nacional afrontará en 2023, aunque esta menor performance del agro puede agravar todo lo demás. “Además de la restricción de dólares hay otros problemas que afronta el Gobierno para que la economía crezca. No tiene instrumentos. La política fiscal que tiene que ver con el gasto público no puede utilizarla porque no tiene cómo financiarlo. Y, si intenta de todos modos aumentarlo por ser un año eleccionario, para mejorar el tono de la economía, el riesgo es que se vaya a más inflación. Está muy limitado por ahí. La política monetaria también está muy limitada. Es la que se ejerce vía tasa de interés y las tasas de interés las tiene que mantener altas porque de lo contrario tiene problemas por el lado de la inflación, porque se les va a acelerar, y por el tipo de cambio, porque los pesos van a correr al dólar”, explicó Garzón, antes de destacar además que lo que el Gobierno necesita es que haya muchos pesos puestos en plazos fijos o Leliq. “Otra restricción para el crecimiento del año que viene son los niveles de inflación actuales. Es muy difícil tomar decisiones de inversión con estos niveles de suba de precios o pensar en un modelo exportador. Eso no deja planificar”, indicó.
Por último, Miazzo remarcó que a todo ese cuadro de dificultades “hay que agregarle un retraso esperable a partir de junio o julio del ritmo de liquidación de granos, en particular de soja, esperando los resultados de las elecciones. Y eso puede estar fomentado por expectativas de devaluación o de cambios en las retenciones a la baja. Algo similar ya se vio en el segundo semestre de 2015”, recordó el economista. Y cerró a modo de conclusión: “Por lo tanto, vamos a tener menos volumen y menos precios, con más incentivos en la segunda mitad de 2023 a no vender. Por eso el escenario cambiario luce complejo”.
Gonzalo Dal Bianco. Redacción Puntal